Multiplaza, el Pitbull y el Silencio: ¿Ser 'Pet Friendly' es solo una pose?

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Mae, seamos honestos. La noticia del güila de 7 años mordido por un pitbull en Multiplaza Escazú es de esas que le amargan a uno el café. Y no solo por el susto y el dolor del chiquito, que ya de por sí es terrible, sino por el despiche que se armó después. O más bien, por el que no se armó. Porque lo que hubo fue un silencio que grita más fuerte que cualquier alarma de incendios. Una vara que nos deja a todos con la misma pregunta en la jupa: ¿de qué sirve un sticker de "Pet Friendly" en la puerta si a la hora de la verdad nadie sabe qué hacer?

Primero, ¡qué torta la de Multiplaza! En serio. Uno entiende que un accidente puede pasar en cualquier lado, pero la reacción (o la falta de ella) es lo que define todo. Según cuenta la mamá del niño, Melissa, nadie del centro comercial se le acercó en el momento para ofrecerle ayuda, para ver cómo estaba el pequeño, para nada. ¡Qué sal! Tener que ser ella misma la que llamara a la ambulancia 15 minutos después del incidente, en un lugar que factura millones, es simplemente inaceptable. Y para colmo, cuando El Observador, que hizo un brete impecable cubriendo la nota, les pidió una versión, la respuesta fue... grillos. Cero comunicación. Se lavaron las manos como si la vara no fuera con ellos, y eso, en términos de manejo de crisis, es jalarse una torta monumental.

Y luego está el otro lado de la moneda: el dueño del perro. Según la mamá, el mae al principio se quedó ahí, pero después, ¡zaz!, se esfumó. El OIJ ya tiene el caso, pero diay, la acción inicial habla por sí sola. La misma Melissa lo dijo clarito, y su testimonio es lapidario: si el dueño o el mall le hubieran dado la cara en el momento, si le hubieran dicho "doña, vámonos para el hospital, nosotros nos hacemos cargo", ahí moría el asunto. Porque no se trataba de plata, se trataba de responsabilidad. De entender que tu mascota no es un chunche, es un ser vivo y sus acciones son tu bronca. Irse así es dejar claro que el bienestar del otro te importa un comino.

Aquí es donde entra el Colegio de Médicos Veterinarios a poner los puntos sobre las íes, y ¡qué necesario! La presidenta, Silvia Coto, lo explicó sin pelos en la lengua. Ser "pet friendly" no es una moda, no es un adorno para atraer más clientes. Es un compromiso que exige protocolos serios. Habla de cosas que suenan a pura lógica, pero que al parecer son ciencia ficción para algunos: tener aforos de mascotas, personal que verifique vacunas y correas (¡y bozal, como dice la ley!), áreas designadas y, lo más importante, una brigada entrenada para manejar incidentes. O sea, gente que sepa qué hacer si dos perros se agarran o, como en este caso, si un perro ataca a una persona. La vara no es solo poner un sticker y listo; es invertir en seguridad.

Al final, este caso tan lamentable nos deja una lección que ojalá cale. Ser una sociedad que incluye a los animales en más espacios es tuanis, pero tiene que hacerse bien. La responsabilidad es de todos: del dueño que debe conocer y controlar a su mascota, y del establecimiento que, si se va a subir a la ola "pet friendly" para facturar más, tiene la obligación de garantizar que el paseo no termine en una sala de emergencias. Porque si no, todo se queda en una pose, en puro marketing hueco que se va al traste al primer mordisco. Y ustedes, ¿qué piensan? ¿Confían en los protocolos de los lugares "pet friendly" o creen que después de esto es puro cuento? ¿Les ha pasado algo parecido? Cuenten, que para eso es el foro.
 
Mae, seamos honestos. La noticia del güila de 7 años mordido por un pitbull en Multiplaza Escazú es de esas que le amargan a uno el café. Y no solo por el susto y el dolor del chiquito, que ya de por sí es terrible, sino por el despiche que se armó después. O más bien, por el que no se armó. Porque lo que hubo fue un silencio que grita más fuerte que cualquier alarma de incendios. Una vara que nos deja a todos con la misma pregunta en la jupa: ¿de qué sirve un sticker de "Pet Friendly" en la puerta si a la hora de la verdad nadie sabe qué hacer?

Primero, ¡qué torta la de Multiplaza! En serio. Uno entiende que un accidente puede pasar en cualquier lado, pero la reacción (o la falta de ella) es lo que define todo. Según cuenta la mamá del niño, Melissa, nadie del centro comercial se le acercó en el momento para ofrecerle ayuda, para ver cómo estaba el pequeño, para nada. ¡Qué sal! Tener que ser ella misma la que llamara a la ambulancia 15 minutos después del incidente, en un lugar que factura millones, es simplemente inaceptable. Y para colmo, cuando El Observador, que hizo un brete impecable cubriendo la nota, les pidió una versión, la respuesta fue... grillos. Cero comunicación. Se lavaron las manos como si la vara no fuera con ellos, y eso, en términos de manejo de crisis, es jalarse una torta monumental.

Y luego está el otro lado de la moneda: el dueño del perro. Según la mamá, el mae al principio se quedó ahí, pero después, ¡zaz!, se esfumó. El OIJ ya tiene el caso, pero diay, la acción inicial habla por sí sola. La misma Melissa lo dijo clarito, y su testimonio es lapidario: si el dueño o el mall le hubieran dado la cara en el momento, si le hubieran dicho "doña, vámonos para el hospital, nosotros nos hacemos cargo", ahí moría el asunto. Porque no se trataba de plata, se trataba de responsabilidad. De entender que tu mascota no es un chunche, es un ser vivo y sus acciones son tu bronca. Irse así es dejar claro que el bienestar del otro te importa un comino.

Aquí es donde entra el Colegio de Médicos Veterinarios a poner los puntos sobre las íes, y ¡qué necesario! La presidenta, Silvia Coto, lo explicó sin pelos en la lengua. Ser "pet friendly" no es una moda, no es un adorno para atraer más clientes. Es un compromiso que exige protocolos serios. Habla de cosas que suenan a pura lógica, pero que al parecer son ciencia ficción para algunos: tener aforos de mascotas, personal que verifique vacunas y correas (¡y bozal, como dice la ley!), áreas designadas y, lo más importante, una brigada entrenada para manejar incidentes. O sea, gente que sepa qué hacer si dos perros se agarran o, como en este caso, si un perro ataca a una persona. La vara no es solo poner un sticker y listo; es invertir en seguridad.

Al final, este caso tan lamentable nos deja una lección que ojalá cale. Ser una sociedad que incluye a los animales en más espacios es tuanis, pero tiene que hacerse bien. La responsabilidad es de todos: del dueño que debe conocer y controlar a su mascota, y del establecimiento que, si se va a subir a la ola "pet friendly" para facturar más, tiene la obligación de garantizar que el paseo no termine en una sala de emergencias. Porque si no, todo se queda en una pose, en puro marketing hueco que se va al traste al primer mordisco. Y ustedes, ¿qué piensan? ¿Confían en los protocolos de los lugares "pet friendly" o creen que después de esto es puro cuento? ¿Les ha pasado algo parecido? Cuenten, que para eso es el foro.
Los dueños de las mascotas deben ser responsables por ellas. Aún siendo un animal dócil puede reaccionar antes ciertos eventos que lo hagan sentirse amenazados.
 
En Costa Rica pet friendly es: todos mundo aguántese al zaguán mio...

La loca del 7 Randall no se que salió con la típica del progre tico: entonces no vaya a lugares pet friendly

Por eso me gustaba Plaza Tempo, no perros.
 
Mae, seamos honestos. La noticia del güila de 7 años mordido por un pitbull en Multiplaza Escazú es de esas que le amargan a uno el café. Y no solo por el susto y el dolor del chiquito, que ya de por sí es terrible, sino por el despiche que se armó después. O más bien, por el que no se armó. Porque lo que hubo fue un silencio que grita más fuerte que cualquier alarma de incendios. Una vara que nos deja a todos con la misma pregunta en la jupa: ¿de qué sirve un sticker de "Pet Friendly" en la puerta si a la hora de la verdad nadie sabe qué hacer?

Primero, ¡qué torta la de Multiplaza! En serio. Uno entiende que un accidente puede pasar en cualquier lado, pero la reacción (o la falta de ella) es lo que define todo. Según cuenta la mamá del niño, Melissa, nadie del centro comercial se le acercó en el momento para ofrecerle ayuda, para ver cómo estaba el pequeño, para nada. ¡Qué sal! Tener que ser ella misma la que llamara a la ambulancia 15 minutos después del incidente, en un lugar que factura millones, es simplemente inaceptable. Y para colmo, cuando El Observador, que hizo un brete impecable cubriendo la nota, les pidió una versión, la respuesta fue... grillos. Cero comunicación. Se lavaron las manos como si la vara no fuera con ellos, y eso, en términos de manejo de crisis, es jalarse una torta monumental.

Y luego está el otro lado de la moneda: el dueño del perro. Según la mamá, el mae al principio se quedó ahí, pero después, ¡zaz!, se esfumó. El OIJ ya tiene el caso, pero diay, la acción inicial habla por sí sola. La misma Melissa lo dijo clarito, y su testimonio es lapidario: si el dueño o el mall le hubieran dado la cara en el momento, si le hubieran dicho "doña, vámonos para el hospital, nosotros nos hacemos cargo", ahí moría el asunto. Porque no se trataba de plata, se trataba de responsabilidad. De entender que tu mascota no es un chunche, es un ser vivo y sus acciones son tu bronca. Irse así es dejar claro que el bienestar del otro te importa un comino.

Aquí es donde entra el Colegio de Médicos Veterinarios a poner los puntos sobre las íes, y ¡qué necesario! La presidenta, Silvia Coto, lo explicó sin pelos en la lengua. Ser "pet friendly" no es una moda, no es un adorno para atraer más clientes. Es un compromiso que exige protocolos serios. Habla de cosas que suenan a pura lógica, pero que al parecer son ciencia ficción para algunos: tener aforos de mascotas, personal que verifique vacunas y correas (¡y bozal, como dice la ley!), áreas designadas y, lo más importante, una brigada entrenada para manejar incidentes. O sea, gente que sepa qué hacer si dos perros se agarran o, como en este caso, si un perro ataca a una persona. La vara no es solo poner un sticker y listo; es invertir en seguridad.

Al final, este caso tan lamentable nos deja una lección que ojalá cale. Ser una sociedad que incluye a los animales en más espacios es tuanis, pero tiene que hacerse bien. La responsabilidad es de todos: del dueño que debe conocer y controlar a su mascota, y del establecimiento que, si se va a subir a la ola "pet friendly" para facturar más, tiene la obligación de garantizar que el paseo no termine en una sala de emergencias. Porque si no, todo se queda en una pose, en puro marketing hueco que se va al traste al primer mordisco. Y ustedes, ¿qué piensan? ¿Confían en los protocolos de los lugares "pet friendly" o creen que después de esto es puro cuento? ¿Les ha pasado algo parecido? Cuenten, que para eso es el foro.
Muy lamentable lo sucedido, yo tengo mascotas y jamás los llevaría a un centro comercial lleno de gente, es tan desagradable estar comiendo y que le llegue ese tufo a perro, nada que ver.
 
Hay lugares donde uno de verdad es mejor no ir con perros es complicarse sin sentido, el perro se estresa y el dueño tampoco la pasa bien
 
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