¡Ay, Dios mío, ya llegó diciembre! Y con él, la época del aguinaldos, los villancicos y, seamos sinceros, la batalla contra nuestras papilas gustativas. Porque vamos, ¿quién puede decir que no se va a antojar un buen pedazo de ponche con nata o unos buñuelos recién fritos? Pero, ¿a qué costo, mae?
Según la Dra. Jeannette Zúñiga Quesada, decana de Nutrición de UCIMED, este es el momento perfecto para encontrarle la vuelta a la comida navideña. Ya saben, disfrutarlo sin caer en el despiche y sin tener que pasar el Año Nuevo lamentándose por haberle dado duro al estómago. El asunto es tomar consciencia de que podemos gozarnos de las tradiciones culinarias sin poner en riesgo nuestra salud.
¿Y cómo hacemos eso, diay? Bueno, la clave está en planificar. Antes de llenar el plato hasta arriba, piensa bien qué es lo que realmente te provoca. ¿Esa rosquilla rellena de crema pastelera te está llamando la atención más que el pastel de tres leches? ¡Pues ponte las pilas y llévatela! Pero ojo, no te excedas. Un poquito de cada cosa es suficiente para satisfacer el antojo sin sentirte culpable después.
Otro consejito importante es aprovechar al máximo los vegetales. Llénalos la mitad del plato con ensalada fresca y otras verduritas ricas. Así tendrás espacio para esos platillos que tanto quieres, pero sin sentir que estás destrozando tu dieta. Y recuerda, evita esas salsas cremosas y la mantequilla. ¡Son pura grasa, chunche!
Además, no te olvides de hidratarte. Alterna las bebidas azucaradas o alcohólicas con agua. Te ayudará a sentirte lleno y a controlar el consumo. Y si vas a echar unas copas, hazlo con moderación, porque sabemos que la resaca es un dolor de cabeza aún peor que la culpa de haber comido de más, ¿verdad?
También es crucial comer despacio. Presta atención a los sabores, mastica bien los alimentos y disfruta cada bocado. Dale tiempo a tu cuerpo para reconocer cuándo está satisfecho. Apúrate y terminas engullendo todo el plato sin siquiera saborearlo. Y luego, ¡bum!, te sientes hinchado y arrepentido.
Y hablando de arrepentimientos, no te castigues después de haberte dado algunos caprichos. ¡Es Navidad, mae! Permítete disfrutar, pero sin pasarte de listo. Después de todo, un paseo por el parque, nadar en el mar o jugar con los niños te ayudarán a quemar algunas calorías extra y a liberar el estrés acumulado. ¡A moverse, que no somos hidromelones!
En fin, la Navidad es una época para celebrar con familia y amigos, compartir alegría y, claro, disfrutar de una buena comida. Pero recuerda, la salud siempre viene primero. Entonces, dime, ¿cuál es tu estrategia secreta para sobrevivir a la mesa navideña sin sentirte fatal después? ¡Compártelo en el foro!
Según la Dra. Jeannette Zúñiga Quesada, decana de Nutrición de UCIMED, este es el momento perfecto para encontrarle la vuelta a la comida navideña. Ya saben, disfrutarlo sin caer en el despiche y sin tener que pasar el Año Nuevo lamentándose por haberle dado duro al estómago. El asunto es tomar consciencia de que podemos gozarnos de las tradiciones culinarias sin poner en riesgo nuestra salud.
¿Y cómo hacemos eso, diay? Bueno, la clave está en planificar. Antes de llenar el plato hasta arriba, piensa bien qué es lo que realmente te provoca. ¿Esa rosquilla rellena de crema pastelera te está llamando la atención más que el pastel de tres leches? ¡Pues ponte las pilas y llévatela! Pero ojo, no te excedas. Un poquito de cada cosa es suficiente para satisfacer el antojo sin sentirte culpable después.
Otro consejito importante es aprovechar al máximo los vegetales. Llénalos la mitad del plato con ensalada fresca y otras verduritas ricas. Así tendrás espacio para esos platillos que tanto quieres, pero sin sentir que estás destrozando tu dieta. Y recuerda, evita esas salsas cremosas y la mantequilla. ¡Son pura grasa, chunche!
Además, no te olvides de hidratarte. Alterna las bebidas azucaradas o alcohólicas con agua. Te ayudará a sentirte lleno y a controlar el consumo. Y si vas a echar unas copas, hazlo con moderación, porque sabemos que la resaca es un dolor de cabeza aún peor que la culpa de haber comido de más, ¿verdad?
También es crucial comer despacio. Presta atención a los sabores, mastica bien los alimentos y disfruta cada bocado. Dale tiempo a tu cuerpo para reconocer cuándo está satisfecho. Apúrate y terminas engullendo todo el plato sin siquiera saborearlo. Y luego, ¡bum!, te sientes hinchado y arrepentido.
Y hablando de arrepentimientos, no te castigues después de haberte dado algunos caprichos. ¡Es Navidad, mae! Permítete disfrutar, pero sin pasarte de listo. Después de todo, un paseo por el parque, nadar en el mar o jugar con los niños te ayudarán a quemar algunas calorías extra y a liberar el estrés acumulado. ¡A moverse, que no somos hidromelones!
En fin, la Navidad es una época para celebrar con familia y amigos, compartir alegría y, claro, disfrutar de una buena comida. Pero recuerda, la salud siempre viene primero. Entonces, dime, ¿cuál es tu estrategia secreta para sobrevivir a la mesa navideña sin sentirte fatal después? ¡Compártelo en el foro!
