¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos con movidas raras, diay. Resulta que unos bromistas –o espantanades, para ser honestos– andan amenazando con ponerle dinamita a las universidades públicas. Imagínate el jale que eso causa, especialmente ahora que estamos casi cerrando el ciclo lectivo. Uno piensa: ¿Quiénes son estos tipos y qué quieren lograr?
Lo peor de todo es que esto no cayó del cielo, chunches. El expresidente Solís Rivera lo sacó a relucir bien claro: esto es parte de una campaña más grande, una especie de ataque coordinado contra la educación superior. ¿Se imaginan? Parece que alguien quiere hacernos retroceder, como si estuviéramos en medioevo. Y no precisamente gente que le importa el futuro de este país, sino unos cuantos que quieren agarrarse al poder a cualquier costo.
Estos señores, ustedes ya saben, esos que creen que el conocimiento es peligroso, están tratando de barrer con todo lo que nos hace progresar. Generar nuevas ideas, pensar por nosotros mismos, construir una sociedad más justa… ¡eso les molesta! Les da urticaria ver a la gente educándose y cuestionando las cosas. Porque, díganme, ¿quién va a manipular a un pueblo que sabe leer entre líneas y que no se traga cualquier cosa que le echen?
Me recuerda a esa frasecita del tal Sanjurjo, esa que decía “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”. No sé si el tipo realmente la dijo o fue inventao, pero el mensaje queda clarito: hay gente que prefiere la ignorancia porque ahí es donde se esconden, donde pueden seguir haciendo de las suyas sin que nadie los cuestione. En Estados Unidos, el desenlace de eso ya lo conocemos, ¿no?
Ahora, no quiero andar echándole piedra a los religiosos, que cada uno crea en lo que quiera. Pero es importante recordar que en una democracia, el respeto a la fe va de la mano con el respeto a la razón, con la búsqueda de la verdad. Como dice el dicho: “Lucem aspicio”, busquemos la luz, busquemos la verdad. Y eso, queridos amigos, requiere esfuerzo, requiere estudio, requiere cuestionamiento. No se puede vivir de rezos solamente.
Las autoridades universitarias están tomando cartas en el asunto, obviamente, revisando protocolos de seguridad, buscando cómo proteger a estudiantes y profesores. Pero la verdad es que, ¿cómo vas a prevenir algo así por completo? El miedo, ese es el verdadero veneno que están sembrando estos tipos, el miedo a lo desconocido, el miedo a la violencia. Un clima de tensión que afecta a todos, incluso a los que no van a la universidad.
Esta maraña, este brete, nos obliga a reflexionar sobre dónde queremos estar como país. ¿Queremos ser una sociedad culta y crítica, capaz de enfrentar los desafíos del siglo XXI? ¿O preferimos dejarnos llevar por la ignorancia, por el fanatismo, por el miedo? La respuesta, como siempre, está en nuestras manos. Con ganas podemos salir adelante, maes. ¡Aguante la educación!
Entonces, ¿qué piensan ustedes? ¿Creen que estas amenazas son solo acciones aisladas de unos locos, o forman parte de un plan más amplio para debilitar la educación pública en Costa Rica? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios! Que se abra el debate, a ver qué sale.
Lo peor de todo es que esto no cayó del cielo, chunches. El expresidente Solís Rivera lo sacó a relucir bien claro: esto es parte de una campaña más grande, una especie de ataque coordinado contra la educación superior. ¿Se imaginan? Parece que alguien quiere hacernos retroceder, como si estuviéramos en medioevo. Y no precisamente gente que le importa el futuro de este país, sino unos cuantos que quieren agarrarse al poder a cualquier costo.
Estos señores, ustedes ya saben, esos que creen que el conocimiento es peligroso, están tratando de barrer con todo lo que nos hace progresar. Generar nuevas ideas, pensar por nosotros mismos, construir una sociedad más justa… ¡eso les molesta! Les da urticaria ver a la gente educándose y cuestionando las cosas. Porque, díganme, ¿quién va a manipular a un pueblo que sabe leer entre líneas y que no se traga cualquier cosa que le echen?
Me recuerda a esa frasecita del tal Sanjurjo, esa que decía “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”. No sé si el tipo realmente la dijo o fue inventao, pero el mensaje queda clarito: hay gente que prefiere la ignorancia porque ahí es donde se esconden, donde pueden seguir haciendo de las suyas sin que nadie los cuestione. En Estados Unidos, el desenlace de eso ya lo conocemos, ¿no?
Ahora, no quiero andar echándole piedra a los religiosos, que cada uno crea en lo que quiera. Pero es importante recordar que en una democracia, el respeto a la fe va de la mano con el respeto a la razón, con la búsqueda de la verdad. Como dice el dicho: “Lucem aspicio”, busquemos la luz, busquemos la verdad. Y eso, queridos amigos, requiere esfuerzo, requiere estudio, requiere cuestionamiento. No se puede vivir de rezos solamente.
Las autoridades universitarias están tomando cartas en el asunto, obviamente, revisando protocolos de seguridad, buscando cómo proteger a estudiantes y profesores. Pero la verdad es que, ¿cómo vas a prevenir algo así por completo? El miedo, ese es el verdadero veneno que están sembrando estos tipos, el miedo a lo desconocido, el miedo a la violencia. Un clima de tensión que afecta a todos, incluso a los que no van a la universidad.
Esta maraña, este brete, nos obliga a reflexionar sobre dónde queremos estar como país. ¿Queremos ser una sociedad culta y crítica, capaz de enfrentar los desafíos del siglo XXI? ¿O preferimos dejarnos llevar por la ignorancia, por el fanatismo, por el miedo? La respuesta, como siempre, está en nuestras manos. Con ganas podemos salir adelante, maes. ¡Aguante la educación!
Entonces, ¿qué piensan ustedes? ¿Creen que estas amenazas son solo acciones aisladas de unos locos, o forman parte de un plan más amplio para debilitar la educación pública en Costa Rica? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios! Que se abra el debate, a ver qué sale.
