¡Ay, Dios mío! Parece que tenemos otro brete encima. La Reforma Fiscal, esa que nos costó tanto sudor y lágrimas aprobar en 2018, anda medio pachucha. Según el Programa Estado de la Nación (PEN), si no le ponemos remedio pronto, nos vamos a ir al traste, chavales.
Para refrescarles la memoria, la Reforma Fiscal buscaba ponerle orden a las cuentas del país, recortando exoneraciones y aumentando los impuestos. En teoría, era la solución mágica para salir del rojo y financiar cosas importantes como salud, educación e infraestructura. Pero resulta que la cosa no anduvo como esperaban, y ahora los expertos están sonando las alarmas.
El PEN señala que la caída en los ingresos del Ministerio de Hacienda, comparada con la producción nacional, es una clara señal de que el crecimiento económico no se está traduciendo en más plata para el gobierno. Es decir, aunque estemos vendiendo café y banano a lo loco, no estamos juntando más que antes. ¡Qué sal!
Y ni hablar del tema de la deuda. Los pagos por intereses están comiéndose gran parte del presupuesto, dejando poco espacio para otras prioridades. Luis Vargas, el investigador del PEN, lo puso así: “Tenemos una disminución, ya en tres años consecutivos, del balance primario… es ahí donde hemos visto los principales resultados.” No suena nada prometedor, diay.
Lo que preocupa aún más es que, para mantener la estabilidad fiscal, se ha recutado en inversión social y de capital. Esto significa menos hospitales nuevos, menos escuelas bien equipadas y menos carreteras en buen estado. ¡Una torta!, señores. Estamos poniendo parches a un problema estructural.
Vargas agrega que si seguimos reduciendo el balance primario, nuestra capacidad de pagar la deuda disminuirá y tendremos menos recursos para invertir en el futuro. No precisamente una perspectiva alentadora, ¿verdad? El mae dice que necesitamos impulsar la economía, pero lamentablemente, parece que no hemos tenido una política productiva efectiva.
Ahora, algunos quieren tocar las exoneraciones fiscales para aumentar los ingresos del Estado. El debate está encendido, porque hay quienes argumentan que algunas exoneraciones son necesarias para incentivar la economía local. Es un arma de doble filo, como dirían por acá. ¿Cortar las exoneraciones va a ayudarnos a salir del atolladero, o simplemente va a frenar el crecimiento?
La verdad, este asunto está más cargado que cartera de político en campaña. Tenemos que encontrar un equilibrio entre aumentar los ingresos, controlar el gasto y fomentar el crecimiento económico. Pero con la polarización política que vivimos, ¿lograremos ponernos de acuerdo y evitar que la Reforma Fiscal se vaya al traste? Dime tú, ¿qué crees que deberíamos hacer para salvar la situación y evitar otra crisis económica en Costa Rica?
Para refrescarles la memoria, la Reforma Fiscal buscaba ponerle orden a las cuentas del país, recortando exoneraciones y aumentando los impuestos. En teoría, era la solución mágica para salir del rojo y financiar cosas importantes como salud, educación e infraestructura. Pero resulta que la cosa no anduvo como esperaban, y ahora los expertos están sonando las alarmas.
El PEN señala que la caída en los ingresos del Ministerio de Hacienda, comparada con la producción nacional, es una clara señal de que el crecimiento económico no se está traduciendo en más plata para el gobierno. Es decir, aunque estemos vendiendo café y banano a lo loco, no estamos juntando más que antes. ¡Qué sal!
Y ni hablar del tema de la deuda. Los pagos por intereses están comiéndose gran parte del presupuesto, dejando poco espacio para otras prioridades. Luis Vargas, el investigador del PEN, lo puso así: “Tenemos una disminución, ya en tres años consecutivos, del balance primario… es ahí donde hemos visto los principales resultados.” No suena nada prometedor, diay.
Lo que preocupa aún más es que, para mantener la estabilidad fiscal, se ha recutado en inversión social y de capital. Esto significa menos hospitales nuevos, menos escuelas bien equipadas y menos carreteras en buen estado. ¡Una torta!, señores. Estamos poniendo parches a un problema estructural.
Vargas agrega que si seguimos reduciendo el balance primario, nuestra capacidad de pagar la deuda disminuirá y tendremos menos recursos para invertir en el futuro. No precisamente una perspectiva alentadora, ¿verdad? El mae dice que necesitamos impulsar la economía, pero lamentablemente, parece que no hemos tenido una política productiva efectiva.
Ahora, algunos quieren tocar las exoneraciones fiscales para aumentar los ingresos del Estado. El debate está encendido, porque hay quienes argumentan que algunas exoneraciones son necesarias para incentivar la economía local. Es un arma de doble filo, como dirían por acá. ¿Cortar las exoneraciones va a ayudarnos a salir del atolladero, o simplemente va a frenar el crecimiento?
La verdad, este asunto está más cargado que cartera de político en campaña. Tenemos que encontrar un equilibrio entre aumentar los ingresos, controlar el gasto y fomentar el crecimiento económico. Pero con la polarización política que vivimos, ¿lograremos ponernos de acuerdo y evitar que la Reforma Fiscal se vaya al traste? Dime tú, ¿qué crees que deberíamos hacer para salvar la situación y evitar otra crisis económica en Costa Rica?
