¡Ay, Dios mío, qué cargada de orgullo nos dio esto! Resulta que somos los reyes y reinas de la piña a nivel mundial. Sí, así como lo escuchan, pura vida, somos el número uno exportando este fruto amarillito que le gusta tanto a medio mundo. Y ni hablar, la vaina está dando para fiesas.
Según los números que andan circulando, el país concentra el 50,2% del mercado global. Eso equivale a unos mil cuatrocientos millones de dólares, mi pana. Una barbaridad, ¿eh? Imaginen cuántas gaseosas de piña se pueden comprar con eso. De acuerdo con worldvisualized, que hizo el estudio, estamos superando a todos, dejando atrás a Filipinas, Países Bajos, Bélgica y hasta a Estados Unidos. ¡Pura sangre tica!
Pero, ¿cómo llegamos a esto? Bueno, parece que la combinación de clima perfecto, tierras fértiles y un poquito de maño nos ha dado la ventaja. Hemos ido perfeccionando las técnicas de cultivo, invirtiendo en tecnología y sacándoles pecho a la competencia. No es fácil mantenernos arriba, brete sí, pero aquí seguimos, demostrando que podemos con todo si nos echamos ganas. Además, seamos honestos, la piña costarricense tiene un sabor… ¡ahí no hay comparación!
Lo interesante es ver cómo algunos países, como Holanda y Bélgica, entran en juego como centros de distribución. Ellos compran la piña acá y luego la reexportan a Europa. Un poco como intermediarios, digámoslo así. Pero nosotros seguimos siendo la base, el origen de toda esa piña deliciosa que llega a los platos de otras culturas. Esto demuestra que nuestra logística y capacidad productiva son envidiables a nivel internacional, ¡y qué bueno que nos quede claro!
Y hablando de cifras globales, las exportaciones mundiales de piña han crecido bastante en los últimos años, pasando de dos mil millones de dólares en 2020 a casi tres mil setecientos millones en 2024. ¡Un pico impresionante! América Latina, con nosotros a la cabeza, representa la mayor parte de ese mercado, dominando alrededor del 55%. Eso da esperanzas para seguir creciendo y explorando nuevos mercados. Porque mijo, todavía hay mucha piña por vender.
Ahora bien, muchos podrían preguntarse si este éxito depende solo de la agricultura. Pues no necesariamente. También juega un papel importante la inversión en investigación y desarrollo, buscando variedades de piña más resistentes a plagas y enfermedades, así como formas de mejorar la calidad del producto. Se trata de innovación constante, mi pana, porque el mundo cambia rápido y no podemos dormirnos en los laureles. De lo contrario, alguien nos va a quitar el puesto de líder, y eso nadie quiere, ¿verdad?
Uno de los factores que considero crucial es el compromiso de los agricultores. Muchos son pequeños productores, familias que han trabajado la tierra durante generaciones. Son ellos quienes realmente hacen el esfuerzo diario, cuidando los cultivos, cosechando la fruta con esmero y asegurándose de que llegue a buen destino. Es importante reconocer su labor y apoyarlos para que puedan seguir prosperando. Porque, al final, su éxito es nuestro éxito como país. Y esas manos callosas son las que dan sabor a esta piña que nos hace tan orgullosos.
Según los números que andan circulando, el país concentra el 50,2% del mercado global. Eso equivale a unos mil cuatrocientos millones de dólares, mi pana. Una barbaridad, ¿eh? Imaginen cuántas gaseosas de piña se pueden comprar con eso. De acuerdo con worldvisualized, que hizo el estudio, estamos superando a todos, dejando atrás a Filipinas, Países Bajos, Bélgica y hasta a Estados Unidos. ¡Pura sangre tica!
Pero, ¿cómo llegamos a esto? Bueno, parece que la combinación de clima perfecto, tierras fértiles y un poquito de maño nos ha dado la ventaja. Hemos ido perfeccionando las técnicas de cultivo, invirtiendo en tecnología y sacándoles pecho a la competencia. No es fácil mantenernos arriba, brete sí, pero aquí seguimos, demostrando que podemos con todo si nos echamos ganas. Además, seamos honestos, la piña costarricense tiene un sabor… ¡ahí no hay comparación!
Lo interesante es ver cómo algunos países, como Holanda y Bélgica, entran en juego como centros de distribución. Ellos compran la piña acá y luego la reexportan a Europa. Un poco como intermediarios, digámoslo así. Pero nosotros seguimos siendo la base, el origen de toda esa piña deliciosa que llega a los platos de otras culturas. Esto demuestra que nuestra logística y capacidad productiva son envidiables a nivel internacional, ¡y qué bueno que nos quede claro!
Y hablando de cifras globales, las exportaciones mundiales de piña han crecido bastante en los últimos años, pasando de dos mil millones de dólares en 2020 a casi tres mil setecientos millones en 2024. ¡Un pico impresionante! América Latina, con nosotros a la cabeza, representa la mayor parte de ese mercado, dominando alrededor del 55%. Eso da esperanzas para seguir creciendo y explorando nuevos mercados. Porque mijo, todavía hay mucha piña por vender.
Ahora bien, muchos podrían preguntarse si este éxito depende solo de la agricultura. Pues no necesariamente. También juega un papel importante la inversión en investigación y desarrollo, buscando variedades de piña más resistentes a plagas y enfermedades, así como formas de mejorar la calidad del producto. Se trata de innovación constante, mi pana, porque el mundo cambia rápido y no podemos dormirnos en los laureles. De lo contrario, alguien nos va a quitar el puesto de líder, y eso nadie quiere, ¿verdad?
Uno de los factores que considero crucial es el compromiso de los agricultores. Muchos son pequeños productores, familias que han trabajado la tierra durante generaciones. Son ellos quienes realmente hacen el esfuerzo diario, cuidando los cultivos, cosechando la fruta con esmero y asegurándose de que llegue a buen destino. Es importante reconocer su labor y apoyarlos para que puedan seguir prosperando. Porque, al final, su éxito es nuestro éxito como país. Y esas manos callosas son las que dan sabor a esta piña que nos hace tan orgullosos.