¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, mi gente. Parece que nos estamos tragando la cuesta con los precarios en este país. Ya no es cosa de unos cuantos, ahora medio mundo anda buscando dónde echarse un chunche encima y terminan en esos lugares… bueno, digamos que improvisados, donde la vida es más dura que pan rallado. Don Ricardo, un nique de señor nicaragüense que le pone brete cuidando carros pa’ poder comer, es solo la punta del iceberg de una olla bien grande.
La historia de Don Ricardo, que llegó buscando una vara mejor hace una década, pintarrajea la realidad de miles. Se vino pensando que acá se podía salir adelante, como dicen por ahí. Pero la cosa está difícil, ¿eh? Según un estudio reciente de la Contraloría, esos asentamientos informales – donde viven más de 64 mil hogares – son producto de una mezcla venenosa: migraciones, falta de casa propia accesible, una gobernanza que anda perdiendo el hilo y hasta el cambio climático mandándonos a todos por las ramas.
Y ojo, porque no es solamente gente extranjera. Ticos también andamos en esa, buscando refugio donde sea. La falta de opciones, los precios disparados de la renta, el sueldo que no rinde… todo conspira para que la gente termine viviendo en esas condiciones. A veces pienso que los políticos se olvidaron de nosotros, que solo ven las cifras y no la cara de la gente que está luchando día a día pa' sobrevivir. De verdad, qué pena ver cómo algunos se esfuerzan tanto y luego caen en manos de la necesidad.
Pero lo más preocupante es la falta de plan, mi pana. La Contraloría le da duro al gobierno, diciendo que no hay una estrategia clara para enfrentar esto. Que cada municipalidad va pa’ su lado y el INVU y el Mivah parecen estar durmiendo la siesta. ¡Qué desastre! Así no vamos a llegar a ningún lado. Es como querer apagar un incendio con agua de mar, pura pérdida de tiempo y esfuerzo.
Lo peor es que no nomás no hacen nada preventivo, sino que tampoco ayudan a quienes ya están metidos en el brete. Pocas municipalidades incluyen planes concretos para atender estos asentamientos en sus presupuestos, y la capacitación para funcionarios públicos es casi inexistente. ¡Una lástima! Uno piensa que con tanta plata que se maneja, podrían invertir un poquito más en programas sociales que realmente ayuden a la gente.
Y ni hablar de los terrenos baldíos, que se convierten en botines para cualquiera que se anime a ponerle un techo. La reutilización informal de propiedades estatales, especialmente en zonas riesgosas, es un problema que nadie quiere tocar con pinzas. Como dice el informe, debería haber protocolos claros para evitar que la gente construya donde no debe, pero parece que eso queda en el papel.
Ahora, claro, alguien te va a decir que estos precarios son ilegales, que la gente no puede ir invadiendo terrenos ajenos. Pero, ¿qué opción les queda, mi pana? ¿Morirse en la calle? A veces, la ley se olvida de la humanidad. Hay que entender que detrás de cada rancho, hay una familia buscando un espacio digno para vivir. Una familia llena de sueños, de esperanzas... y de miedo.
En fin, la situación es complicada y no tiene una solución fácil. Requiere de un compromiso serio por parte del gobierno, de las municipalidades, de las organizaciones sociales y de todos nosotros. Porque al final, todos somos afectados por esta problemática. Entonces, dígame usted, ¿cree que el gobierno realmente está dispuesto a hacer lo necesario para darle una salida digna a todas esas personas que viven en precarios o seguirá siendo solo palabrería política?
La historia de Don Ricardo, que llegó buscando una vara mejor hace una década, pintarrajea la realidad de miles. Se vino pensando que acá se podía salir adelante, como dicen por ahí. Pero la cosa está difícil, ¿eh? Según un estudio reciente de la Contraloría, esos asentamientos informales – donde viven más de 64 mil hogares – son producto de una mezcla venenosa: migraciones, falta de casa propia accesible, una gobernanza que anda perdiendo el hilo y hasta el cambio climático mandándonos a todos por las ramas.
Y ojo, porque no es solamente gente extranjera. Ticos también andamos en esa, buscando refugio donde sea. La falta de opciones, los precios disparados de la renta, el sueldo que no rinde… todo conspira para que la gente termine viviendo en esas condiciones. A veces pienso que los políticos se olvidaron de nosotros, que solo ven las cifras y no la cara de la gente que está luchando día a día pa' sobrevivir. De verdad, qué pena ver cómo algunos se esfuerzan tanto y luego caen en manos de la necesidad.
Pero lo más preocupante es la falta de plan, mi pana. La Contraloría le da duro al gobierno, diciendo que no hay una estrategia clara para enfrentar esto. Que cada municipalidad va pa’ su lado y el INVU y el Mivah parecen estar durmiendo la siesta. ¡Qué desastre! Así no vamos a llegar a ningún lado. Es como querer apagar un incendio con agua de mar, pura pérdida de tiempo y esfuerzo.
Lo peor es que no nomás no hacen nada preventivo, sino que tampoco ayudan a quienes ya están metidos en el brete. Pocas municipalidades incluyen planes concretos para atender estos asentamientos en sus presupuestos, y la capacitación para funcionarios públicos es casi inexistente. ¡Una lástima! Uno piensa que con tanta plata que se maneja, podrían invertir un poquito más en programas sociales que realmente ayuden a la gente.
Y ni hablar de los terrenos baldíos, que se convierten en botines para cualquiera que se anime a ponerle un techo. La reutilización informal de propiedades estatales, especialmente en zonas riesgosas, es un problema que nadie quiere tocar con pinzas. Como dice el informe, debería haber protocolos claros para evitar que la gente construya donde no debe, pero parece que eso queda en el papel.
Ahora, claro, alguien te va a decir que estos precarios son ilegales, que la gente no puede ir invadiendo terrenos ajenos. Pero, ¿qué opción les queda, mi pana? ¿Morirse en la calle? A veces, la ley se olvida de la humanidad. Hay que entender que detrás de cada rancho, hay una familia buscando un espacio digno para vivir. Una familia llena de sueños, de esperanzas... y de miedo.
En fin, la situación es complicada y no tiene una solución fácil. Requiere de un compromiso serio por parte del gobierno, de las municipalidades, de las organizaciones sociales y de todos nosotros. Porque al final, todos somos afectados por esta problemática. Entonces, dígame usted, ¿cree que el gobierno realmente está dispuesto a hacer lo necesario para darle una salida digna a todas esas personas que viven en precarios o seguirá siendo solo palabrería política?