¡Ay, Dios mío! Resulta que el borrador del presupuesto para el 2026 no trae buenas nuevas, fíjate tú. La Contraloría ya le puso lupa y dice que seguimos igual, con los ingresos del gobierno estancados, casi como si estuvieran pegados al suelo. Parece que la promesa de mejorar la economía no va a llegar tan rápido como queríamos, diay.
El problema, según explican, es que estamos reduciendo la carga tributaria, lo cual a primera vista suena bien, pero a la larga deja al gobierno con poca lana para hacer funcionar las cosas. Esta dualidad económica nuestra, donde hay sectores que van a toda marcha y otros que apenas luchan por mantenerse a flote, complica aún más el panorama. Uno se queda pensando qué vamos a hacer para salir adelante con esto.
La CGR, con toda la razón del mundo, señala que la propuesta del Ministerio de Hacienda no muestra ninguna mejora significativa en la recaudación. El indicador de carga tributaria, que mide cuánto dinero se recauda en relación con el tamaño de la economía (el famoso PIB), bajó del 13,4% al 12,9%. ¡Una diferencia que no es moco de tiburón!
Y ni hablar del crecimiento de los ingresos corrientes. Para el 2026, se espera un aumento del 2,5%, comparado con el 2025. Los ingresos tributarios, que son los que realmente importan, subirían solo un 2,2%. Esto es menor que el crecimiento previsto del PIB, que ronda el 5,7%. En otras palabras, la economía sí está creciendo, pero el gobierno no logra capturar todos esos beneficios, fíjate eso.
La contralora general, Marta Acosta, lo dejó claro hace poco: “No se esperan mejoras en el comportamiento de los ingresos”. Y eso, señores, pone a cualquiera a sudar frío. Parece que la reforma fiscal del 2018, que prometía ser la solución mágica, no ha dado los frutos esperados, y ahora estamos pagando las consecuencias.
Con estos números, el gobierno solo logrará cubrir el 79,6% de sus gastos en 2026, es decir, ¡menos de lo que hizo el año pasado! Eso significa que tendremos que recurrir a pedir prestado, lo cual nunca es bueno. De hecho, la idea es tener que elaborar una estrategia seria y a largo plazo para aumentar los ingresos del Estado, porque este brete no se puede seguir arrastrando.
Analizando los números con más detalle, vemos que el IVA sigue siendo nuestro caballo de batalla, aportando casi el 40% de los impuestos. Le sigue el impuesto a la renta, pero con una diferencia considerable. Y aunque algunos impuestos, como el de los combustibles, están creciendo un poquito, no es suficiente para compensar la caída en otros rubros. No se puede brincar alegre, eh, todavía nos toca remar bastante.
En resumen, la situación pinta complicada, aunque no desesperada. Tendremos que ver cómo reacciona la Asamblea Legislativa a estas advertencias de la Contraloría y si logran encontrar soluciones creativas para evitar que la economía se vaya al traste. Ahora dime, ¿crees que el gobierno debería priorizar aumentar los impuestos o buscar otras formas de estimular la economía para generar más ingresos?
El problema, según explican, es que estamos reduciendo la carga tributaria, lo cual a primera vista suena bien, pero a la larga deja al gobierno con poca lana para hacer funcionar las cosas. Esta dualidad económica nuestra, donde hay sectores que van a toda marcha y otros que apenas luchan por mantenerse a flote, complica aún más el panorama. Uno se queda pensando qué vamos a hacer para salir adelante con esto.
La CGR, con toda la razón del mundo, señala que la propuesta del Ministerio de Hacienda no muestra ninguna mejora significativa en la recaudación. El indicador de carga tributaria, que mide cuánto dinero se recauda en relación con el tamaño de la economía (el famoso PIB), bajó del 13,4% al 12,9%. ¡Una diferencia que no es moco de tiburón!
Y ni hablar del crecimiento de los ingresos corrientes. Para el 2026, se espera un aumento del 2,5%, comparado con el 2025. Los ingresos tributarios, que son los que realmente importan, subirían solo un 2,2%. Esto es menor que el crecimiento previsto del PIB, que ronda el 5,7%. En otras palabras, la economía sí está creciendo, pero el gobierno no logra capturar todos esos beneficios, fíjate eso.
La contralora general, Marta Acosta, lo dejó claro hace poco: “No se esperan mejoras en el comportamiento de los ingresos”. Y eso, señores, pone a cualquiera a sudar frío. Parece que la reforma fiscal del 2018, que prometía ser la solución mágica, no ha dado los frutos esperados, y ahora estamos pagando las consecuencias.
Con estos números, el gobierno solo logrará cubrir el 79,6% de sus gastos en 2026, es decir, ¡menos de lo que hizo el año pasado! Eso significa que tendremos que recurrir a pedir prestado, lo cual nunca es bueno. De hecho, la idea es tener que elaborar una estrategia seria y a largo plazo para aumentar los ingresos del Estado, porque este brete no se puede seguir arrastrando.
Analizando los números con más detalle, vemos que el IVA sigue siendo nuestro caballo de batalla, aportando casi el 40% de los impuestos. Le sigue el impuesto a la renta, pero con una diferencia considerable. Y aunque algunos impuestos, como el de los combustibles, están creciendo un poquito, no es suficiente para compensar la caída en otros rubros. No se puede brincar alegre, eh, todavía nos toca remar bastante.
En resumen, la situación pinta complicada, aunque no desesperada. Tendremos que ver cómo reacciona la Asamblea Legislativa a estas advertencias de la Contraloría y si logran encontrar soluciones creativas para evitar que la economía se vaya al traste. Ahora dime, ¿crees que el gobierno debería priorizar aumentar los impuestos o buscar otras formas de estimular la economía para generar más ingresos?