¡Ay, Dios mío! La cosa está que arde en la CCSS, chango. Resulta que el proyecto de ley que prometía echar una mano a las familias que necesitan cuidar a sus hijos o a sus familiares en fase terminal parece haberse quedado varado en medio del camino. La bronca es que la Caja se quedó sin lana para pagar esos subsidios, dejando a cientos de familias, incluyendo madres solteras, en una situación bien difícil.
Todo empezó con la promesa de ayuda, impulsada por el diputado Jonathan Acuña, proponiendo una modificación a la Ley 7756 para asegurar que la CCSS tuviera acceso a más recursos. La idea era sencilla: si el 0,5% del presupuesto de Desaf no alcanzaba, agarrarle unos billetes al Presupuesto de la República. Suena bien en papel, diay, pero la realidad es otra…
Este año, la CCSS recibió tres mil nuevecientos cincuenta y dos millones de colones para estos subsidios, pero eso no alcanzó ni para pipear. Mónica Taylor, la presidenta ejecutiva de la Caja, confirmó lo que todos temíamos: seguirán dando las licencias, sí, pero sin el alivio económico que significan esos subsidios. Imagínate tener que ausentarte del trabajo para cuidar a tu pajarito y además tener que batallar para ponerle comida en la mesa... qué torta!
Y ahí es donde entra Ivon Brenes, una madre de apenas tres años que está pasando por el peor brete de su vida. Ella, que depende de esa licencia para cuidar a su hijita gravemente enferma, lleva más de un mes sin recibir el pago. “La Caja dice que no hay dinero, que no hay fondos”, se lamenta Ivon. “¿Cómo hago para pagar la casa, la luz, el agua? Ya nos cortaron la luz, chunche.” Sus palabras te tocan el alma, de verdad.
Pero Ivon no es la única. Sara Chaves, madre de una bebé de ocho meses con anquilosis, también está desesperada. Cuenta que el dinero nunca llegó y que la ineficiencia de la Caja es abrumadora. “No tienen un número de teléfono, un correo electrónico... nada”, dice, con la voz quebrada. “Quedamos en cero, con un desorden financiero completo. Mi pareja trabaja de seis de la mañana a once de la noche, y aún así no alcanza.”
El ministro de Trabajo, Andrés Romero, explica que la raíz del problema está en una reforma de 2017 que agregó tipos de licencias sin aumentar la fuente de financiamiento. Según él, están evaluando el diseño del programa, pero mientras tanto, las familias siguen sufriendo las consecuencias. ¿Será que alguien escuchará el clamor de estas mamás trabajadoras?
La situación es compleja, claro está. Por un lado, la Constitución Política impide que la CCSS use sus propios recursos para estos pagos. Por otro lado, la demanda ha ido creciendo, y los recursos simplemente no alcanzan. Parece que estamos frente a un choque entre la necesidad humana y las limitaciones burocráticas. Uno no sabe qué pensar, diay. El sistema, como siempre, pone trabas a quienes más lo necesitan.
Así que, mis queridos lectores, aquí les dejo la reflexión: Con toda esta problemática, ¿creen que el gobierno debería declarar una emergencia nacional para destinar fondos extras a la CCSS y solucionar esta crisis humanitaria, o deberían enfocarse en reformar el programa desde la raíz para evitar que esto vuelva a pasar? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios! Vamos a armar un buen debate sobre este tema que afecta a tantas familias costarricenses.
Todo empezó con la promesa de ayuda, impulsada por el diputado Jonathan Acuña, proponiendo una modificación a la Ley 7756 para asegurar que la CCSS tuviera acceso a más recursos. La idea era sencilla: si el 0,5% del presupuesto de Desaf no alcanzaba, agarrarle unos billetes al Presupuesto de la República. Suena bien en papel, diay, pero la realidad es otra…
Este año, la CCSS recibió tres mil nuevecientos cincuenta y dos millones de colones para estos subsidios, pero eso no alcanzó ni para pipear. Mónica Taylor, la presidenta ejecutiva de la Caja, confirmó lo que todos temíamos: seguirán dando las licencias, sí, pero sin el alivio económico que significan esos subsidios. Imagínate tener que ausentarte del trabajo para cuidar a tu pajarito y además tener que batallar para ponerle comida en la mesa... qué torta!
Y ahí es donde entra Ivon Brenes, una madre de apenas tres años que está pasando por el peor brete de su vida. Ella, que depende de esa licencia para cuidar a su hijita gravemente enferma, lleva más de un mes sin recibir el pago. “La Caja dice que no hay dinero, que no hay fondos”, se lamenta Ivon. “¿Cómo hago para pagar la casa, la luz, el agua? Ya nos cortaron la luz, chunche.” Sus palabras te tocan el alma, de verdad.
Pero Ivon no es la única. Sara Chaves, madre de una bebé de ocho meses con anquilosis, también está desesperada. Cuenta que el dinero nunca llegó y que la ineficiencia de la Caja es abrumadora. “No tienen un número de teléfono, un correo electrónico... nada”, dice, con la voz quebrada. “Quedamos en cero, con un desorden financiero completo. Mi pareja trabaja de seis de la mañana a once de la noche, y aún así no alcanza.”
El ministro de Trabajo, Andrés Romero, explica que la raíz del problema está en una reforma de 2017 que agregó tipos de licencias sin aumentar la fuente de financiamiento. Según él, están evaluando el diseño del programa, pero mientras tanto, las familias siguen sufriendo las consecuencias. ¿Será que alguien escuchará el clamor de estas mamás trabajadoras?
La situación es compleja, claro está. Por un lado, la Constitución Política impide que la CCSS use sus propios recursos para estos pagos. Por otro lado, la demanda ha ido creciendo, y los recursos simplemente no alcanzan. Parece que estamos frente a un choque entre la necesidad humana y las limitaciones burocráticas. Uno no sabe qué pensar, diay. El sistema, como siempre, pone trabas a quienes más lo necesitan.
Así que, mis queridos lectores, aquí les dejo la reflexión: Con toda esta problemática, ¿creen que el gobierno debería declarar una emergencia nacional para destinar fondos extras a la CCSS y solucionar esta crisis humanitaria, o deberían enfocarse en reformar el programa desde la raíz para evitar que esto vuelva a pasar? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios! Vamos a armar un buen debate sobre este tema que afecta a tantas familias costarricenses.
