¡Ay, Dios mío! Qué pesar nos da tener que escribir esto. La tarde de ayer, una tragedia sacudió a la comunidad de Tacacorí de San Isidro, Alajuela, cuando dos hermanitos, de tan solo 10 y 12 años, perdieron la vida ahogados en una piscina dentro de una finca privada. El corazón roto de cualquier padre…diay, es muy duro.
Según nos cuentan los compañeros de Cruz Roja, el reporte llegó pasadas las cinco y media de la tarde. Imagínate la carrera contra el tiempo, llegar al lugar y encontrar a estos nenes ya sin pulso. Se movieron como verdaderos campeones, intentando traerlos de vuelta, pero lastimosamente no lograron reanimarlos. Fue una pelea perdida desde el principio, pura sal.
La información preliminar apunta a que los menores ingresaron a la finca sin autorización, mientras se llevaba a cabo una fiesta privada. Dicen que la comparsa estaba terminando, recogiendo todo, cuando algunos vecinos vieron a los niños flotando en la piscina. Te imaginas el susto, el grito...un momento de pánico absoluto. Todos se metieron al agua tratando de ayudar, alertando a los servicios de emergencia, haciendo lo que pudieron en ese momento de desesperación.
Las unidades de la Cruz Roja de Sabanilla y Alajuela Centro llegaron rápido, con todo el equipo de soporte avanzado, pero ya era demasiado tarde. Intentaron reanimarlos por más de treinta minutos, buscando desesperadamente alguna señal de vida, algún indicio de que pudieran regresar, pero nada. Los encontraron sumergidos por mucho tiempo, y eso, maé, le hace una bronca terrible al cuerpo.
Los judiciales ya están investigando qué pasó exactamente, cómo entraron los niños a la finca, si hubo negligencia o alguna falla en la seguridad. Es obvio que esto no debió pasar, que había que poner más cuidado, sobre todo cuando hay niños cerca. Pero ahora, esas cosas quedan en segundo plano porque lo importante es el dolor de la familia, que hoy están sufriendo como nunca.
Esta tragedia nos recuerda lo importantes que son las medidas de seguridad, especialmente en lugares con piscinas o cuerpos de agua. Hay que estar siempre alerta, vigilar de cerca a los niños, enseñarles a nadar y a respetar los peligros que pueden existir. No cuesta nada prevenir, ¿verdad? Mejor prevenir que lamentar, como dice mi abu.
Es increíble la reacción de la comunidad. Desde temprano amanecimos con la noticia corriendo como reguero de pólvora en todas las redes sociales. Todo el mundo expresando su conmoción y tristeza por la pérdida de estos dos angelitos. Muchos recordando a sus propios hijos, pensando en lo fácil que hubiera podido pasarles algo así. El ambiente está pesado, cae un soponcio. Es una vara bien dura para todos los que conocíamos a la familia, para todo el pueblo de Alajuela.
Este caso nos deja reflexionando sobre la responsabilidad de los adultos en la protección de los niños y la importancia de crear entornos seguros para ellos. ¿Qué otras medidas podríamos implementar en nuestras comunidades para evitar tragedias como esta? ¿Creen que debería haber leyes más estrictas sobre la seguridad en fincas privadas con piscinas?
Según nos cuentan los compañeros de Cruz Roja, el reporte llegó pasadas las cinco y media de la tarde. Imagínate la carrera contra el tiempo, llegar al lugar y encontrar a estos nenes ya sin pulso. Se movieron como verdaderos campeones, intentando traerlos de vuelta, pero lastimosamente no lograron reanimarlos. Fue una pelea perdida desde el principio, pura sal.
La información preliminar apunta a que los menores ingresaron a la finca sin autorización, mientras se llevaba a cabo una fiesta privada. Dicen que la comparsa estaba terminando, recogiendo todo, cuando algunos vecinos vieron a los niños flotando en la piscina. Te imaginas el susto, el grito...un momento de pánico absoluto. Todos se metieron al agua tratando de ayudar, alertando a los servicios de emergencia, haciendo lo que pudieron en ese momento de desesperación.
Las unidades de la Cruz Roja de Sabanilla y Alajuela Centro llegaron rápido, con todo el equipo de soporte avanzado, pero ya era demasiado tarde. Intentaron reanimarlos por más de treinta minutos, buscando desesperadamente alguna señal de vida, algún indicio de que pudieran regresar, pero nada. Los encontraron sumergidos por mucho tiempo, y eso, maé, le hace una bronca terrible al cuerpo.
Los judiciales ya están investigando qué pasó exactamente, cómo entraron los niños a la finca, si hubo negligencia o alguna falla en la seguridad. Es obvio que esto no debió pasar, que había que poner más cuidado, sobre todo cuando hay niños cerca. Pero ahora, esas cosas quedan en segundo plano porque lo importante es el dolor de la familia, que hoy están sufriendo como nunca.
Esta tragedia nos recuerda lo importantes que son las medidas de seguridad, especialmente en lugares con piscinas o cuerpos de agua. Hay que estar siempre alerta, vigilar de cerca a los niños, enseñarles a nadar y a respetar los peligros que pueden existir. No cuesta nada prevenir, ¿verdad? Mejor prevenir que lamentar, como dice mi abu.
Es increíble la reacción de la comunidad. Desde temprano amanecimos con la noticia corriendo como reguero de pólvora en todas las redes sociales. Todo el mundo expresando su conmoción y tristeza por la pérdida de estos dos angelitos. Muchos recordando a sus propios hijos, pensando en lo fácil que hubiera podido pasarles algo así. El ambiente está pesado, cae un soponcio. Es una vara bien dura para todos los que conocíamos a la familia, para todo el pueblo de Alajuela.
Este caso nos deja reflexionando sobre la responsabilidad de los adultos en la protección de los niños y la importancia de crear entornos seguros para ellos. ¿Qué otras medidas podríamos implementar en nuestras comunidades para evitar tragedias como esta? ¿Creen que debería haber leyes más estrictas sobre la seguridad en fincas privadas con piscinas?