¡Ay, Dios mío! Parece que estamos tomando cartas en el asunto, y eso me pone contenta. El INAMU y el MEP le dieron duro a la capacitación de 860 funcionarios del sector educativo para identificar si hay bronca doméstica acechando en nuestras escuelas. Esto, como dicen por ahí, es parte de la estrategia para evitar femicidios, que ya nos tiene a todos sacudidos. La verdad, es que necesitamos un empujoncito pa’ cambiar las cosas por acá.
Esta movida se realizó el martes pasado, 27 de noviembre, y fue totalmente virtual. Pero no se crean que era un churro fácil, ¡para nada! Se pusieron a trabajar en cómo detectar esos signos de alerta que muchas veces pasan piola, pero que pueden significar peligro para maestras, mamás y hasta para las estudiantes. El INAMU ha dicho que los casos más comunes giran alrededor de controles excesivos, aislamientos y problemas económicos… una combinación explosiva, bretés.
Yerlin Zúñiga, la presidenta del INAMU, soltó la bomba de que la mayoría de los llamados que llegan a sus oficinas están relacionados con esas variables. Quién sabe, quizás porque la presión económica, combinada con hombres que creen tener derecho a mandar, hace estallar las cosas. Lo que sí queda claro es que esto requiere de una atención especial, rápida y efectiva. No podemos andar jugando con la vida de nadie, diay.
José Leonardo Sánchez, el ministro de Educación, también se puso pilas y reafirmó el compromiso del MEP con la prevención. Dijo que esta alianza con el INAMU va a fortalecer a las escuelas y a las direcciones regionales para que puedan detectar los riesgos a tiempo. ¡Bien ahí! Al final, la escuela debería ser un lugar seguro y tranquilo donde los niños y niñas puedan aprender sin miedo, ¿verdad?
Y no solo estuvieron presentes las autoridades. Participaron equipos de todas las Direcciones Regionales de Educación, escuelas unidocentes, la UPRE (Unidad para la Permanencia, Reincorporación y Éxito Educativo), y la Dirección de Vida Estudiantil. Todos ellos, en primera línea, listos para activar las alarmas y brindar apoyo a quien lo necesite. Imaginen la cantidad de ojos y oídos extra que ahora tenemos en las escuelas… ¡Qué nivel!
Las estadísticas, como siempre, pintan feo. Según datos oficiales, el 52% de las víctimas de femicidio en Costa Rica tienen entre 18 y 35 años. ¡Eso duele! Y este año llevamos ya 33 casos. Claramente, necesitamos hacer mucho más que simplemente poner talleres. Necesitamos un cambio cultural profundo, una reestructuración de la mentalidad machista que sigue arraigada en nuestra sociedad. Que quede claro: educar, sensibilizar y tomar medidas legales son tres piezas claves de este rompecabezas.
La estrategia 2024-2026 se enfoca en identificar riesgos, orientar a mujeres y comunidades, y coordinar esfuerzos entre diferentes instituciones. Buscan acelerar las respuestas ante situaciones de violencia y, sobre todo, fomentar un cambio cultural que prevenga el femicidio. Eso implica no solo castigar a los agresores, sino también educar a las nuevas generaciones en valores de respeto e igualdad. Es una tarea larga y difícil, pero necesaria. Se necesita que cada quien ponga de su lado, desde el hogar hasta la oficina, pasando por las aulas escolares.
Ahora bien, con toda esta preparación y esfuerzo, ¿creen que realmente estamos logrando construir espacios educativos más seguros para nuestras mujeres y estudiantes? ¿Será suficiente con capacitar a los funcionarios, o necesitamos ir más allá y abordar las raíces profundas del problema? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios! Me interesa saber qué piensan ustedes sobre este tema tan importante.
Esta movida se realizó el martes pasado, 27 de noviembre, y fue totalmente virtual. Pero no se crean que era un churro fácil, ¡para nada! Se pusieron a trabajar en cómo detectar esos signos de alerta que muchas veces pasan piola, pero que pueden significar peligro para maestras, mamás y hasta para las estudiantes. El INAMU ha dicho que los casos más comunes giran alrededor de controles excesivos, aislamientos y problemas económicos… una combinación explosiva, bretés.
Yerlin Zúñiga, la presidenta del INAMU, soltó la bomba de que la mayoría de los llamados que llegan a sus oficinas están relacionados con esas variables. Quién sabe, quizás porque la presión económica, combinada con hombres que creen tener derecho a mandar, hace estallar las cosas. Lo que sí queda claro es que esto requiere de una atención especial, rápida y efectiva. No podemos andar jugando con la vida de nadie, diay.
José Leonardo Sánchez, el ministro de Educación, también se puso pilas y reafirmó el compromiso del MEP con la prevención. Dijo que esta alianza con el INAMU va a fortalecer a las escuelas y a las direcciones regionales para que puedan detectar los riesgos a tiempo. ¡Bien ahí! Al final, la escuela debería ser un lugar seguro y tranquilo donde los niños y niñas puedan aprender sin miedo, ¿verdad?
Y no solo estuvieron presentes las autoridades. Participaron equipos de todas las Direcciones Regionales de Educación, escuelas unidocentes, la UPRE (Unidad para la Permanencia, Reincorporación y Éxito Educativo), y la Dirección de Vida Estudiantil. Todos ellos, en primera línea, listos para activar las alarmas y brindar apoyo a quien lo necesite. Imaginen la cantidad de ojos y oídos extra que ahora tenemos en las escuelas… ¡Qué nivel!
Las estadísticas, como siempre, pintan feo. Según datos oficiales, el 52% de las víctimas de femicidio en Costa Rica tienen entre 18 y 35 años. ¡Eso duele! Y este año llevamos ya 33 casos. Claramente, necesitamos hacer mucho más que simplemente poner talleres. Necesitamos un cambio cultural profundo, una reestructuración de la mentalidad machista que sigue arraigada en nuestra sociedad. Que quede claro: educar, sensibilizar y tomar medidas legales son tres piezas claves de este rompecabezas.
La estrategia 2024-2026 se enfoca en identificar riesgos, orientar a mujeres y comunidades, y coordinar esfuerzos entre diferentes instituciones. Buscan acelerar las respuestas ante situaciones de violencia y, sobre todo, fomentar un cambio cultural que prevenga el femicidio. Eso implica no solo castigar a los agresores, sino también educar a las nuevas generaciones en valores de respeto e igualdad. Es una tarea larga y difícil, pero necesaria. Se necesita que cada quien ponga de su lado, desde el hogar hasta la oficina, pasando por las aulas escolares.
Ahora bien, con toda esta preparación y esfuerzo, ¿creen que realmente estamos logrando construir espacios educativos más seguros para nuestras mujeres y estudiantes? ¿Será suficiente con capacitar a los funcionarios, o necesitamos ir más allá y abordar las raíces profundas del problema? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios! Me interesa saber qué piensan ustedes sobre este tema tan importante.