¡Ay, mi gente del Foro! Aquí les va la nota fresca: parece que hay buena vibra rondando por estos lados. Tres organizaciones sin fines de lucro se llevaron los premios del concurso ‘Yo Me Uno’, impulsado por BAC, demostrando que en Costa Rica todavía hay corazones nobles trabajando duro para mejorar nuestras comunidades. ¡Un aplauso pa’ ellas!
Como bien saben, este concurso busca reconocer a esas organizaciones que van más allá del discurso y le meten mano a los problemas reales de nuestro país. Este año, ni más ni menos que 26 organizaciones presentaron sus proyectos, pero solo cinco lograron llegar a la gran final. Imagínense la tensión, ¡qué brete!
La competencia se llevó a cabo el lunes pasado en el Auditorio Nacional del Museo de los Niños, donde las finalistas tuvieron que exponer sus iniciativas ante un jurado exigente. Representantes de BAC, expertos y hasta algunos asistentes formaban parte de ese jurado, así que no precisamente era fácil convencerlos. Pero estas tres organizaciones sí lo lograron, ¡qué carga!
Las ganadoras fueron la Fundación para el Estudio de la Biodiversidad del Pacífico Sur (BIOSUR), la Asociación Moviendo Esperanzas (AME) y la Asociación por la Sonrisa de los Niños (ASONI). Cada una recibió un buen juguito de dinero –doce mil dólares para BIOSUR y seis mil quinientos para las otras dos–, además de asesoría profesional para seguir creciendo y haciendo cosas chingonas.
BIOSUR, con su proyecto ‘biOsa: Cosmética Natural con Impacto Social y Ambiental’, está empoderando a mujeres meliponicultoras en zonas rurales como Rancho Quemado, Río Tigre y Puerto Jiménez. No solo eso, sino que también están protegiendo a las abejas sin aguijón, ¡qué tuanis! Con los cosméticos naturales que producen, dinamizan la economía local y le dan una oportunidad a muchas familias que necesitan un respiro. Un ejemplo claro de cómo cuidar el medio ambiente y ayudar a la gente al mismo tiempo.
Por otro lado, AME modernizó la gestión de ayudas biomecánicas para personas con discapacidad y adultos mayores con su proyecto ‘Esperanza Sobre Ruedas Verde y Digital’. Ahora pueden llegar a más personas en las siete provincias gracias a esta innovación, y encima, implementan prácticas sostenibles. ¡Se venán mucho esos changos listos!
Y hablando de changos listos, ASONI está reciclando botellas plásticas para convertirlas en filamento de impresoras 3D con su proyecto ‘Laboratorio de Sueños’. De ahí salen materiales didácticos y bloques tipo Lego para jóvenes de comunidades vulnerables, promoviendo la educación tecnológica, el emprendimiento social y la conciencia ambiental. ¡Una forma creativa y sostenible de darle herramientas a nuestros niños para que construyan un futuro mejor!
‘Yo Me Uno’ lleva más de una década apoyando a organizaciones como estas, beneficiando a más de 5,192 personas en condición de vulnerabilidad. Es impresionante ver cómo estos pequeños gestos pueden tener un impacto tan grande en nuestras comunidades. ¿Ustedes creen que deberíamos impulsar más iniciativas como estas, que realmente marquen la diferencia, o seguimos esperando que caiga del cielo?
Como bien saben, este concurso busca reconocer a esas organizaciones que van más allá del discurso y le meten mano a los problemas reales de nuestro país. Este año, ni más ni menos que 26 organizaciones presentaron sus proyectos, pero solo cinco lograron llegar a la gran final. Imagínense la tensión, ¡qué brete!
La competencia se llevó a cabo el lunes pasado en el Auditorio Nacional del Museo de los Niños, donde las finalistas tuvieron que exponer sus iniciativas ante un jurado exigente. Representantes de BAC, expertos y hasta algunos asistentes formaban parte de ese jurado, así que no precisamente era fácil convencerlos. Pero estas tres organizaciones sí lo lograron, ¡qué carga!
Las ganadoras fueron la Fundación para el Estudio de la Biodiversidad del Pacífico Sur (BIOSUR), la Asociación Moviendo Esperanzas (AME) y la Asociación por la Sonrisa de los Niños (ASONI). Cada una recibió un buen juguito de dinero –doce mil dólares para BIOSUR y seis mil quinientos para las otras dos–, además de asesoría profesional para seguir creciendo y haciendo cosas chingonas.
BIOSUR, con su proyecto ‘biOsa: Cosmética Natural con Impacto Social y Ambiental’, está empoderando a mujeres meliponicultoras en zonas rurales como Rancho Quemado, Río Tigre y Puerto Jiménez. No solo eso, sino que también están protegiendo a las abejas sin aguijón, ¡qué tuanis! Con los cosméticos naturales que producen, dinamizan la economía local y le dan una oportunidad a muchas familias que necesitan un respiro. Un ejemplo claro de cómo cuidar el medio ambiente y ayudar a la gente al mismo tiempo.
Por otro lado, AME modernizó la gestión de ayudas biomecánicas para personas con discapacidad y adultos mayores con su proyecto ‘Esperanza Sobre Ruedas Verde y Digital’. Ahora pueden llegar a más personas en las siete provincias gracias a esta innovación, y encima, implementan prácticas sostenibles. ¡Se venán mucho esos changos listos!
Y hablando de changos listos, ASONI está reciclando botellas plásticas para convertirlas en filamento de impresoras 3D con su proyecto ‘Laboratorio de Sueños’. De ahí salen materiales didácticos y bloques tipo Lego para jóvenes de comunidades vulnerables, promoviendo la educación tecnológica, el emprendimiento social y la conciencia ambiental. ¡Una forma creativa y sostenible de darle herramientas a nuestros niños para que construyan un futuro mejor!
‘Yo Me Uno’ lleva más de una década apoyando a organizaciones como estas, beneficiando a más de 5,192 personas en condición de vulnerabilidad. Es impresionante ver cómo estos pequeños gestos pueden tener un impacto tan grande en nuestras comunidades. ¿Ustedes creen que deberíamos impulsar más iniciativas como estas, que realmente marquen la diferencia, o seguimos esperando que caiga del cielo?
