¡Ay, Dios mío, qué movida! Resulta que la licenciada Laura Fernández, que anda buscando llegarle a Presidente a Don Chaves, estaba tratando de restregarle a todos cómo se ganó la amistad de Don Óscar Arias, nuestro exmandatario, con un cafecito allá por esos tiempos universitarios. Pero, ¡sorpresa!, apareció el profe Constantino Urcuyo, politólogo de toda la vida y exlegislador, para decir que ni idea de qué café le anda contando.
Todo arrancó cuando Laura, en una conferencia de prensa pa' echarle la bronca a unos supuestos espías en su oficina – ¡micrófono escondido, dicen! – sacó a relucir la foto con Don Óscar. Contaba que después de quedar primera de la clase en sus estudios de gobierno, el profe Urcuyo le prometió un cafecito con el expresidente como premio. 'Me gané el café con don Óscar', soltó así, como si fuera lo más normal del mundo, mientras seguía hablando del supuesto espionaje. ¡Tremendo churro!
Pero ahí fue cuando la cosa se puso sabrosa. Le preguntaron al profesor Urcuyo sobre el asunto y el señor se quedó mirando al techo. 'No me acuerdo, mijo,' le respondió al reportero de El Observador. 'Sí sé que fue mi alumna, pero de ir a la casa de Don Óscar, no tengo ningún recuerdo.' Imagínate el papelón... Una explicación tan confusa como la política actual, ¿eh?
Urcuyo, que tiene más años en las aulas que yo tengo de vivir, se dio tiempo a repasar toda su carrera en la Universidad de Costa Rica – ¡más de 44 años dando cátedra!– y admitió que, con tantos alumnos que ha visto pasar, algunos recuerdos se escapan. Pero, ¿un café con un Premio Nobel de la Paz? Eso, según él, no se olvida tan fácil, brete. 'De Don Óscar, no recuerdo haber ido a su casa,’ insistió el profe, como si estuviera negando la existencia del yeti.
En cambio, Urcuyo sí recordó que ha tomado café con otras exalumnas suyas, como Eugenia Aguirre y Jesús Guzmán, pero ninguno de ellos anduvo tintineando con Don Óscar. ¡Imagínate la escena! Un cafecito con el expresidente, en vez de un simple aguacate con huevo en la pulpería. ¡Qué pretensiones!
Y claro, la gente en las redes sociales no perdona. Ya le pusieron nombre al caso: ‘Lauragate’. Primero el micrófono, ahora el café fantasma y ahora un profesor que jura no recordar nada. Dicen que la campaña va tomando formas... ¡y no precisamente las mejores! Algunos se burlan diciendo que Laura está inventando historias pa’ llamar la atención, otros creen que se trata de una confusión honesta. Lo cierto es que el tema está candela y se habla en cada esquina.
Este Lauragate demuestra lo complicado que es navegar en el mundo político. A veces, hasta las cosas más simples, como un café con un expresidente, terminan convirtiéndose en bombas mediáticas. Y eso que, en teoría, solo deberían estar conversando sobre temas de Estado o sobre el clima. ¡Duro, duro!
Con todo este embrollo, queda la gran pregunta: ¿Fue Laura víctima de un lapsus memoriae, o hay algo más detrás de esta historia? ¿Es solo una estrategia desesperada de campaña, o estamos ante un escándalo mayor? ¿Creen ustedes que Laura está siendo sincera, o deberíamos tomar con pinzas todo lo que dice? ¡Compártanme sus opiniones en el foro, a ver qué piensa la gente!
Todo arrancó cuando Laura, en una conferencia de prensa pa' echarle la bronca a unos supuestos espías en su oficina – ¡micrófono escondido, dicen! – sacó a relucir la foto con Don Óscar. Contaba que después de quedar primera de la clase en sus estudios de gobierno, el profe Urcuyo le prometió un cafecito con el expresidente como premio. 'Me gané el café con don Óscar', soltó así, como si fuera lo más normal del mundo, mientras seguía hablando del supuesto espionaje. ¡Tremendo churro!
Pero ahí fue cuando la cosa se puso sabrosa. Le preguntaron al profesor Urcuyo sobre el asunto y el señor se quedó mirando al techo. 'No me acuerdo, mijo,' le respondió al reportero de El Observador. 'Sí sé que fue mi alumna, pero de ir a la casa de Don Óscar, no tengo ningún recuerdo.' Imagínate el papelón... Una explicación tan confusa como la política actual, ¿eh?
Urcuyo, que tiene más años en las aulas que yo tengo de vivir, se dio tiempo a repasar toda su carrera en la Universidad de Costa Rica – ¡más de 44 años dando cátedra!– y admitió que, con tantos alumnos que ha visto pasar, algunos recuerdos se escapan. Pero, ¿un café con un Premio Nobel de la Paz? Eso, según él, no se olvida tan fácil, brete. 'De Don Óscar, no recuerdo haber ido a su casa,’ insistió el profe, como si estuviera negando la existencia del yeti.
En cambio, Urcuyo sí recordó que ha tomado café con otras exalumnas suyas, como Eugenia Aguirre y Jesús Guzmán, pero ninguno de ellos anduvo tintineando con Don Óscar. ¡Imagínate la escena! Un cafecito con el expresidente, en vez de un simple aguacate con huevo en la pulpería. ¡Qué pretensiones!
Y claro, la gente en las redes sociales no perdona. Ya le pusieron nombre al caso: ‘Lauragate’. Primero el micrófono, ahora el café fantasma y ahora un profesor que jura no recordar nada. Dicen que la campaña va tomando formas... ¡y no precisamente las mejores! Algunos se burlan diciendo que Laura está inventando historias pa’ llamar la atención, otros creen que se trata de una confusión honesta. Lo cierto es que el tema está candela y se habla en cada esquina.
Este Lauragate demuestra lo complicado que es navegar en el mundo político. A veces, hasta las cosas más simples, como un café con un expresidente, terminan convirtiéndose en bombas mediáticas. Y eso que, en teoría, solo deberían estar conversando sobre temas de Estado o sobre el clima. ¡Duro, duro!
Con todo este embrollo, queda la gran pregunta: ¿Fue Laura víctima de un lapsus memoriae, o hay algo más detrás de esta historia? ¿Es solo una estrategia desesperada de campaña, o estamos ante un escándalo mayor? ¿Creen ustedes que Laura está siendo sincera, o deberíamos tomar con pinzas todo lo que dice? ¡Compártanme sus opiniones en el foro, a ver qué piensa la gente!
