¡Ay, Dios mío, qué torta! Parece que tenemos unos chapuceros de manual operando en nuestro país. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) desarticuló una banda familiar que se dedicaba a engañar a gente inocente haciéndose pasar por funcionarios de PANI, hospitales y colegios. ¡Imagínate la cara de esos señores cuando descubrieron el truco!
Según nos cuentan los compañeros del Diario Extra, estos tipos estaban llamando por teléfono a la gente, inventándose historias de trámites urgentes, transportes o pagos institucionales. Pedían transferencias bancarias bajo pretextos falsos, y así se iban llenando los bolsillos a costa del sudor ajeno. ¡Una vergüenza!
El subjefe del OIJ de Pérez Zeledón, don Javier Quesada, comentó que tienen alrededor de 40 denuncias desde noviembre del año pasado hasta ahora. Pero él mismo dice que podría haber muchísimas más, porque todavía están analizando todos los casos. ¡Esto pinta feo, mae! Un verdadero pinazo pa’l bolsillo de la gente.
El daño económico que causaron estos pilluelos asciende a unos ¢10 millones. ¡Diez millones colones! Eso es plata que le quitan a familias, a negocios pequeños, a la gente que se mata trabajando. Da ganas de agarrarlos a guindas, digo yo… pero bueno, eso lo deja en manos de la justicia.
Los polis del OIJ hicieron varios allanamientos en Coto Brus, donde agarraron a ocho personas directamente involucradas. Aunque aseguran que hay otras 27 personas metidas en esto hasta el cuello. ¡Una familia entera dedicada al timba! ¿Será que les enseñaron a hacer trampas desde chiquitos?
La investigación está corriendo a toda máquina para identificar a todos los cómplices y reunir pruebas contundentes. Vamos a ver si logran llevarlos todos ante los tribunales y que paguen por sus delitos. Ojalá que sirva de ejemplo para otros que anden pensando en meterse en estas cosas turbias.
Este tipo de estafas cada vez son más comunes, y es importante que todos estemos alerta. No debemos caer en la tentación de confiar en llamadas extrañas ni realizar transferencias sin verificar la identidad de la persona. ¡Más vale prevenir que lamentar, diay!
Ahora bien, teniendo en cuenta la sofisticación creciente de estas estafas y el impacto emocional que pueden tener en las víctimas, ¿creen ustedes que el gobierno debería invertir más recursos en campañas de concientización pública para proteger a la población de estos fraudes? ¿O deberían enfocarse en endurecer las penas para quienes cometen estos delitos? Dejen sus opiniones en el foro, ¡me interesa saber qué piensan!
Según nos cuentan los compañeros del Diario Extra, estos tipos estaban llamando por teléfono a la gente, inventándose historias de trámites urgentes, transportes o pagos institucionales. Pedían transferencias bancarias bajo pretextos falsos, y así se iban llenando los bolsillos a costa del sudor ajeno. ¡Una vergüenza!
El subjefe del OIJ de Pérez Zeledón, don Javier Quesada, comentó que tienen alrededor de 40 denuncias desde noviembre del año pasado hasta ahora. Pero él mismo dice que podría haber muchísimas más, porque todavía están analizando todos los casos. ¡Esto pinta feo, mae! Un verdadero pinazo pa’l bolsillo de la gente.
El daño económico que causaron estos pilluelos asciende a unos ¢10 millones. ¡Diez millones colones! Eso es plata que le quitan a familias, a negocios pequeños, a la gente que se mata trabajando. Da ganas de agarrarlos a guindas, digo yo… pero bueno, eso lo deja en manos de la justicia.
Los polis del OIJ hicieron varios allanamientos en Coto Brus, donde agarraron a ocho personas directamente involucradas. Aunque aseguran que hay otras 27 personas metidas en esto hasta el cuello. ¡Una familia entera dedicada al timba! ¿Será que les enseñaron a hacer trampas desde chiquitos?
La investigación está corriendo a toda máquina para identificar a todos los cómplices y reunir pruebas contundentes. Vamos a ver si logran llevarlos todos ante los tribunales y que paguen por sus delitos. Ojalá que sirva de ejemplo para otros que anden pensando en meterse en estas cosas turbias.
Este tipo de estafas cada vez son más comunes, y es importante que todos estemos alerta. No debemos caer en la tentación de confiar en llamadas extrañas ni realizar transferencias sin verificar la identidad de la persona. ¡Más vale prevenir que lamentar, diay!
Ahora bien, teniendo en cuenta la sofisticación creciente de estas estafas y el impacto emocional que pueden tener en las víctimas, ¿creen ustedes que el gobierno debería invertir más recursos en campañas de concientización pública para proteger a la población de estos fraudes? ¿O deberían enfocarse en endurecer las penas para quienes cometen estos delitos? Dejen sus opiniones en el foro, ¡me interesa saber qué piensan!
