¡Ay, Dios mío, qué torta! Resulta que los estudiantes de nuestros colegios no andan jugando con el vapeo, sino que le están agarrando la onda como si fueran jefes de una banda. Según el Colegio de Profesionales en Orientación, la cosa está más que seria: hay verdaderos negocios organizados dentro de los centros educativos para vender y consumir esos cigarrillos electrónicos. Diay, esto sí que da que pensar.
Parece que ya no es solo un grupo de amigos compartiendo un vape, sino toda una operación coordinada. José Miguel Chavarría, representante del colegio profesional, nos soltó la bomba explicando que ya tienen identificados roles bien definidos: desde los que contactan a los proveedores externos hasta los 'campanas' que avisan cuando viene la poli. ¡Imagínate!, unos mae vigilando por los otros para evitar que los agarren. Esto ya parece novela.
Y no se diga que se ponen creativos para esconder esos vapeadores. Lo que te cuento: los orientadores cuentan que los encuentran en cielos rasos, tanque de baño... ¡hasta en partes del cuerpo difíciles de alcanzar! En algunos colegios ya encontraron hasta ocho cacharritos escondidos en el techo. Qué nivel de dedicación para meterse en líos, eh… Ya me pregunto qué harán con su tiempo libre.
Este brete está recargando a los docentes y orientadores, que ya andan agobiados tratando de controlar la situación. No es fácil lidiar con adolescentes que parecen tener su propia agenda, especialmente cuando se trata de vicios. A ver cómo le hacemos para echarles una mano, porque la cosa no pinta muy pretty.
La normativa existe, claro, la Ley 10.066 habla de regular los sistemas electrónicos con nicotina, pero falta mucho por hacer. Dicen que necesitamos capacitaciones constantes, protocolos claros y, sobre todo, una alianza real con las familias. Qué pena, porque muchas veces los padres ni saben con quién andan sus hijos, qué hacen, ni qué se meten. Esto requiere de un cambio radical en la forma en que nos comunicamos y educamos a los jóvenes.
Y hablando de eso, los orientadores me comentan que cuando hablan con los estudiantes involucrados, muchos dicen que lo hacen para sentirse aceptados, por baja autoestima o simplemente como una forma de escapar de los problemas familiares, económicos o emocionales. Ahí sí que da tristeza, porque vemos que detrás de cada vapeador hay una historia que merece atención y apoyo. Hay que entender que esto no es solo un tema de disciplina, sino de salud mental y bienestar emocional.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) está tomando algunas medidas, como revisar bolsos y mochilas al entrar a los colegios y ahora quieren clasificar el vapeo como falta grave en el reglamento de evaluación. Eso significa una rebaja de 20 puntos en la nota de conducta. ¡Un buen pellizco! Pero, chunches, ¿será suficiente para frenar esta tendencia? Según el IAFA, el 12% de los jóvenes entre 15 y 19 años ya usó vapeadores en el último mes. La ministra de Salud, Mary Munive, dice que el consumo se ha triplicado en pocos años, ¡de locura!
El tema es complejo y no hay soluciones fáciles, pero una cosa está clara: necesitamos trabajar juntos – padres, escuelas, gobierno y comunidad – para proteger a nuestros jóvenes de los riesgos del vapeo. Pero dime, tú, ¿crees que las medidas del MEP serán efectivas para disminuir el consumo de vapeadores entre los estudiantes, o deberíamos buscar alternativas más innovadoras?
Parece que ya no es solo un grupo de amigos compartiendo un vape, sino toda una operación coordinada. José Miguel Chavarría, representante del colegio profesional, nos soltó la bomba explicando que ya tienen identificados roles bien definidos: desde los que contactan a los proveedores externos hasta los 'campanas' que avisan cuando viene la poli. ¡Imagínate!, unos mae vigilando por los otros para evitar que los agarren. Esto ya parece novela.
Y no se diga que se ponen creativos para esconder esos vapeadores. Lo que te cuento: los orientadores cuentan que los encuentran en cielos rasos, tanque de baño... ¡hasta en partes del cuerpo difíciles de alcanzar! En algunos colegios ya encontraron hasta ocho cacharritos escondidos en el techo. Qué nivel de dedicación para meterse en líos, eh… Ya me pregunto qué harán con su tiempo libre.
Este brete está recargando a los docentes y orientadores, que ya andan agobiados tratando de controlar la situación. No es fácil lidiar con adolescentes que parecen tener su propia agenda, especialmente cuando se trata de vicios. A ver cómo le hacemos para echarles una mano, porque la cosa no pinta muy pretty.
La normativa existe, claro, la Ley 10.066 habla de regular los sistemas electrónicos con nicotina, pero falta mucho por hacer. Dicen que necesitamos capacitaciones constantes, protocolos claros y, sobre todo, una alianza real con las familias. Qué pena, porque muchas veces los padres ni saben con quién andan sus hijos, qué hacen, ni qué se meten. Esto requiere de un cambio radical en la forma en que nos comunicamos y educamos a los jóvenes.
Y hablando de eso, los orientadores me comentan que cuando hablan con los estudiantes involucrados, muchos dicen que lo hacen para sentirse aceptados, por baja autoestima o simplemente como una forma de escapar de los problemas familiares, económicos o emocionales. Ahí sí que da tristeza, porque vemos que detrás de cada vapeador hay una historia que merece atención y apoyo. Hay que entender que esto no es solo un tema de disciplina, sino de salud mental y bienestar emocional.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) está tomando algunas medidas, como revisar bolsos y mochilas al entrar a los colegios y ahora quieren clasificar el vapeo como falta grave en el reglamento de evaluación. Eso significa una rebaja de 20 puntos en la nota de conducta. ¡Un buen pellizco! Pero, chunches, ¿será suficiente para frenar esta tendencia? Según el IAFA, el 12% de los jóvenes entre 15 y 19 años ya usó vapeadores en el último mes. La ministra de Salud, Mary Munive, dice que el consumo se ha triplicado en pocos años, ¡de locura!
El tema es complejo y no hay soluciones fáciles, pero una cosa está clara: necesitamos trabajar juntos – padres, escuelas, gobierno y comunidad – para proteger a nuestros jóvenes de los riesgos del vapeo. Pero dime, tú, ¿crees que las medidas del MEP serán efectivas para disminuir el consumo de vapeadores entre los estudiantes, o deberíamos buscar alternativas más innovadoras?
