¡Ay, Dios mío! Esto sí que es novela. Randall Zúñiga, el otrora poderoso director del OIJ, seguirá ausente de sus labores por otros tres meses. La Corte Suprema de Justicia le dio la estela, prolongando la suspensión mientras siguen investigando todo este brete que se armó. Ya era hora de que tomaran cartas en el asunto, porque esto se estaba poniendo más raro que gallina ciega.
Para los que andaban desconectados, Zúñiga cayó en desgracia hace unas semanas tras salir a luz una serie de denuncias por presuntos delitos sexuales. Capturas de pantalla de chats de WhatsApp con contenido comprometedor complicaron aún más la situación, mostrando mensajes que, digamos, no fueron precisamente ejemplos de decoro. Desde entonces, el Organismo ha estado en modo ‘apagar el fuego’, tratando de mantener la compostura frente a tanta controversia.
La Corte ya le había dado una suspensión provisional de quince días, pero parece que necesitaba más tiempo para digerir toda la información. En una sesión de Corte Plena, los magistrados decidieron extender el plazo, basándose en un informe preliminar del Tribunal de la Inspección Judicial. Según la Corte, buscan garantizar que la investigación administrativa avance sin contratiempos y no interfiera con el proceso penal que pesa sobre él. Claramente, esto no pinta nada bien para el exdirector.
Y ni hablar de las denuncias. Tenemos tres denuncias penales flotando, todas ellas relacionadas con esos presuntos delitos sexuales. Una de ellas, presentada en Corredores, acusa directamente a Zúñiga de violación. Otra, en Cartago, habla de violación y contagio venéreo. Y una tercera, en Goicoechea, apunta a conductas sexuales abusivas y ofensas a la dignidad. ¡Menuda vara! Parece que este caso va a tener tela que cortar y, francamente, da pena ver cómo alguien que ocupó un puesto tan importante termine así.
El señor Zúñiga, fiel a su estilo, niega rotundamente todas las acusaciones, argumentando que se trata de un ataque político orquestado para desprestigiarlo. Dice que ha colaborado con las autoridades, entregando su teléfono celular voluntariamente, y que no ha solicitado acceso a las carpetas de investigación. Pero, vamos, con toda la evidencia que ha salido a la luz, es difícil creerle. Además, asegura que las fotos íntimas que circulan por las redes sociales son falsificaciones. ¡Qué manera de buscar excusas!
Hablando de las fotos, eso ha sido otro show aparte. Imágenes en las que aparece desnudo han inundado las redes sociales, generando ríos de comentarios y especulaciones. Zúñiga insiste en que son montajes, pero la gente ya tiene la curiosidad picada y quiere saber qué pasó realmente. Por si fuera poco, también salió un video manipulado con su imagen, lo que alimenta aún más el misterio. ¡Esto ya parece un capítulo de telenovela!
Mientras tanto, Michael Soto Rojas, quien ocupa el cargo de subdirector interino, sigue al mando del OIJ. Él se encarga de mantener las cosas funcionando mientras se resuelve este lío legal. Esperemos que pueda hacerlo bien y evitar que la crisis afecte el trabajo de los oficiales. Después de todo, ellos son quienes están en la calle combatiendo el crimen, y merecen un liderazgo sólido y confiable. Esta situación ha puesto al OIJ en una posición muy delicada, y la credibilidad del Organismo está en juego.
Con todo esto, me pregunto: ¿Cree usted que la extensión de la suspensión de Zúñiga es justa y necesaria, o considera que se le está castigando demasiado pronto? ¿Y cuál cree que será el impacto a largo plazo de este escándalo en la confianza pública hacia el OIJ?
Para los que andaban desconectados, Zúñiga cayó en desgracia hace unas semanas tras salir a luz una serie de denuncias por presuntos delitos sexuales. Capturas de pantalla de chats de WhatsApp con contenido comprometedor complicaron aún más la situación, mostrando mensajes que, digamos, no fueron precisamente ejemplos de decoro. Desde entonces, el Organismo ha estado en modo ‘apagar el fuego’, tratando de mantener la compostura frente a tanta controversia.
La Corte ya le había dado una suspensión provisional de quince días, pero parece que necesitaba más tiempo para digerir toda la información. En una sesión de Corte Plena, los magistrados decidieron extender el plazo, basándose en un informe preliminar del Tribunal de la Inspección Judicial. Según la Corte, buscan garantizar que la investigación administrativa avance sin contratiempos y no interfiera con el proceso penal que pesa sobre él. Claramente, esto no pinta nada bien para el exdirector.
Y ni hablar de las denuncias. Tenemos tres denuncias penales flotando, todas ellas relacionadas con esos presuntos delitos sexuales. Una de ellas, presentada en Corredores, acusa directamente a Zúñiga de violación. Otra, en Cartago, habla de violación y contagio venéreo. Y una tercera, en Goicoechea, apunta a conductas sexuales abusivas y ofensas a la dignidad. ¡Menuda vara! Parece que este caso va a tener tela que cortar y, francamente, da pena ver cómo alguien que ocupó un puesto tan importante termine así.
El señor Zúñiga, fiel a su estilo, niega rotundamente todas las acusaciones, argumentando que se trata de un ataque político orquestado para desprestigiarlo. Dice que ha colaborado con las autoridades, entregando su teléfono celular voluntariamente, y que no ha solicitado acceso a las carpetas de investigación. Pero, vamos, con toda la evidencia que ha salido a la luz, es difícil creerle. Además, asegura que las fotos íntimas que circulan por las redes sociales son falsificaciones. ¡Qué manera de buscar excusas!
Hablando de las fotos, eso ha sido otro show aparte. Imágenes en las que aparece desnudo han inundado las redes sociales, generando ríos de comentarios y especulaciones. Zúñiga insiste en que son montajes, pero la gente ya tiene la curiosidad picada y quiere saber qué pasó realmente. Por si fuera poco, también salió un video manipulado con su imagen, lo que alimenta aún más el misterio. ¡Esto ya parece un capítulo de telenovela!
Mientras tanto, Michael Soto Rojas, quien ocupa el cargo de subdirector interino, sigue al mando del OIJ. Él se encarga de mantener las cosas funcionando mientras se resuelve este lío legal. Esperemos que pueda hacerlo bien y evitar que la crisis afecte el trabajo de los oficiales. Después de todo, ellos son quienes están en la calle combatiendo el crimen, y merecen un liderazgo sólido y confiable. Esta situación ha puesto al OIJ en una posición muy delicada, y la credibilidad del Organismo está en juego.
Con todo esto, me pregunto: ¿Cree usted que la extensión de la suspensión de Zúñiga es justa y necesaria, o considera que se le está castigando demasiado pronto? ¿Y cuál cree que será el impacto a largo plazo de este escándalo en la confianza pública hacia el OIJ?