¡Ay, Dios mío! El caso del Parque del Pacífico sigue dando qué hablar. Resulta que la Fiscalía Adjunta de Probidad anda metida de lleno investigando unos movimientos rarísimos con tres contratos de alquiler. Todo esto, amigos, tiene que ver con cómo el Banco de Costa Rica (BCR) y su filial SAFI se hicieron con el control de este parque empresarial en Pavas, ¡y parece que hay gato encerrado!
Para entender la bronca, hay que saber que este Parque del Pacífico, vale, era una promesa de desarrollo económico. Pero la jugada era compleja: para que SAFI pudiera comprarlo por unos $70 millones –una lana considerable, diay– necesitaban unas garantías sólidas. Ahí entra Aguram Ltda., una sociedad que, ojo, tenía una deuda gigante, ¡de más de once millones de colones!, con el BCR-SAFI.
Aguram, de alguna manera, se hizo cargo de los contratos de alquiler que tenían Albosa S.A., Almacén Fiscal PC S.A. y Rhino Waste Managment Corp. Esto funcionó como una especie de colchón para SAFI, asegurándole que el parque generaría ingresos. Pero aquí viene lo turbio: ¡esa misma Aguram estaba bien salada con el banco, ya saben, con la deuda enorme! Y aun así, SAFI le siguió avalando cosas, como si nada fuera.
Lo que ahora investiga la Fiscalía es si todo este tinglado se armó para inflar el precio del parque y, de paso, meterle una patada a las arcas públicas. Digamos, pagar más de lo debido por un inmueble, eso es puro despiche, ¿verdad, maes?
El papeleo es un verdadero brete. Parece que hubo un fideicomiso involucrado, con varias empresas moviéndose como peces en la olla. Entre ellas, 3-102-812938 S.R.L., representada por Ronald Enrique Rodríguez González, y Fidelex Fides Ltda. Intentaron sustituir las letras de cambio por una propiedad... ¡pero la propiedad tampoco parecía estar en regla!
Y ni hablar del cambio de garantías. Según la Fiscalía, SAFI le dio el visto bueno a Aguram para que figurara como el arrendador principal, ¡a pesar de la deuda monstruosa! Luego, publicaron comunicados diciendo que el avalúo del parque había bajado… pero parece que también tuvieron que invertir una buena suma en arreglos y mejoras, porque el lugar andaba hecho un desastre, sin cumplir con las normas básicas de seguridad. ¡Imagínate ir al Cuerpo de Bomberos y que te digan que no tienes las condiciones mínimas!
Pero lo peor de todo, y esto lo descubrieron los propios funcionarios del BCR-SAFI, Laureano Verzola y Federico Herrera Oviedo, es que habían obras sin permiso y, ¡agárrense!, algunos predios parecían no existir siquiera. Detectaron irregularidades y fueron quienes llevaron el caso a la Fiscalía, presentando pruebas documentales que confirman todo este quilombo. Vaya, vaya, esto huele a chamusquina, ¿eh?
Con todo esto, la pregunta que nos queda es: ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Fue negligencia, complicidad, o simplemente pura codicia? ¡Es hora de que la gente piense y dé su opinión! ¿Cree usted que los responsables de este caso deberían enfrentar las consecuencias legales y financieras a cabalidad, o es simplemente un error administrativo que merece una disculpa pública?
Para entender la bronca, hay que saber que este Parque del Pacífico, vale, era una promesa de desarrollo económico. Pero la jugada era compleja: para que SAFI pudiera comprarlo por unos $70 millones –una lana considerable, diay– necesitaban unas garantías sólidas. Ahí entra Aguram Ltda., una sociedad que, ojo, tenía una deuda gigante, ¡de más de once millones de colones!, con el BCR-SAFI.
Aguram, de alguna manera, se hizo cargo de los contratos de alquiler que tenían Albosa S.A., Almacén Fiscal PC S.A. y Rhino Waste Managment Corp. Esto funcionó como una especie de colchón para SAFI, asegurándole que el parque generaría ingresos. Pero aquí viene lo turbio: ¡esa misma Aguram estaba bien salada con el banco, ya saben, con la deuda enorme! Y aun así, SAFI le siguió avalando cosas, como si nada fuera.
Lo que ahora investiga la Fiscalía es si todo este tinglado se armó para inflar el precio del parque y, de paso, meterle una patada a las arcas públicas. Digamos, pagar más de lo debido por un inmueble, eso es puro despiche, ¿verdad, maes?
El papeleo es un verdadero brete. Parece que hubo un fideicomiso involucrado, con varias empresas moviéndose como peces en la olla. Entre ellas, 3-102-812938 S.R.L., representada por Ronald Enrique Rodríguez González, y Fidelex Fides Ltda. Intentaron sustituir las letras de cambio por una propiedad... ¡pero la propiedad tampoco parecía estar en regla!
Y ni hablar del cambio de garantías. Según la Fiscalía, SAFI le dio el visto bueno a Aguram para que figurara como el arrendador principal, ¡a pesar de la deuda monstruosa! Luego, publicaron comunicados diciendo que el avalúo del parque había bajado… pero parece que también tuvieron que invertir una buena suma en arreglos y mejoras, porque el lugar andaba hecho un desastre, sin cumplir con las normas básicas de seguridad. ¡Imagínate ir al Cuerpo de Bomberos y que te digan que no tienes las condiciones mínimas!
Pero lo peor de todo, y esto lo descubrieron los propios funcionarios del BCR-SAFI, Laureano Verzola y Federico Herrera Oviedo, es que habían obras sin permiso y, ¡agárrense!, algunos predios parecían no existir siquiera. Detectaron irregularidades y fueron quienes llevaron el caso a la Fiscalía, presentando pruebas documentales que confirman todo este quilombo. Vaya, vaya, esto huele a chamusquina, ¿eh?
Con todo esto, la pregunta que nos queda es: ¿Cómo pudo pasar esto? ¿Fue negligencia, complicidad, o simplemente pura codicia? ¡Es hora de que la gente piense y dé su opinión! ¿Cree usted que los responsables de este caso deberían enfrentar las consecuencias legales y financieras a cabalidad, o es simplemente un error administrativo que merece una disculpa pública?
