¡Ay, Dios mío, qué torta! La cosa pinta fea para los bolsillos de todos nosotros. El diputado Luis Fernando Mendoza soltó la espina con críticas durísimas al gobierno por haberle dado luz verde al arancel del 15% a productos importados desde Estados Unidos. Esto, según Mendoza, es un 'desatino' que nos puede llevar directo al brete económico, afectando directamente a los consumidores y a las pequeñas empresas que dependen de insumos gringos. De verdad, ¡qué sal!
Para entender bien este churche, hay que recordar que el arancel se aprobó con la intención de proteger a algunos productores nacionales, principalmente en sectores como alimentos procesados y textiles. Pero Mendoza argumenta que esto es como querer taparle el agua al mar: Estados Unidos es nuestro socio comercial más importante, y meterle mano así podría tener consecuencias nefastas para nuestra economía. Además, dice, estamos regalándole munición al bloque comunero, que ya andaba buscando excusas para criticarnos.
El diputado no se mordió la lengua en declaraciones a varios medios. “Es una medida improvisada, tomada sin estudio técnico serio”, dijo Mendoza, visiblemente molesto. Criticó la falta de transparencia en las negociaciones con Washington, afirmando que el gobierno le dio ‘una patada’ a la diplomacia y ahora enfrenta las consecuencias. Según él, el gobierno actuó sin consultar a los sectores productivos afectados y, encima, lo hizo en un momento en que la economía mundial anda bastante convulsionada, imagínate el pinchazo que le damos al país con esto.
La controversia comenzó cuando representantes de organizaciones empresariales alertaron sobre el impacto negativo que podría tener el arancel en el costo de vida. Muchos productos que usamos diario tienen componentes importados, y subirles el precio afecta a todos, desde el pan hasta la ropa. Mendoza aprovechó este hartazgo popular para intensificar sus ataques al gobierno, acusándolo de priorizar intereses políticos sobre el bienestar de la población. En otras palabras, pura chamba política y poca preocupación por el pueblo, diay.
Ahora, fíjate tú, el gobierno se defiende diciendo que el arancel es temporal y que buscan una solución bilateral con Estados Unidos. Prometen que van a sentarse a dialogar y llegar a un acuerdo que beneficie a ambas partes. Pero Mendoza no les cree ni papa. “Son promesas vacías”, aseguró. “Ya han demostrado que no saben manejar estas situaciones con delicadeza”. Pone en tela de juicio la capacidad del gobierno para negociar a favor de Costa Rica y teme que, al final, terminemos pagando caro por esta jugada arriesgada.
Expertos económicos también se han sumado a la crítica. Algunos advierten que el arancel podría provocar represalias por parte de Estados Unidos, como la imposición de aranceles a nuestras exportaciones, especialmente banano y piña, que son nuestros principales motores económicos. Imagínate el golpe si eso pasa, mae. Otros señalan que la medida podría fomentar la corrupción, ya que abre la puerta a sobornos y tráfico de influencias para evitar pagar el impuesto. Un verdadero chinchorro de problemas, vaya.
Y ojo, que este problema va más allá de la economía. El arancel también pone en riesgo nuestra imagen internacional como un país abierto al comercio y a la inversión extranjera. Las relaciones con Estados Unidos son vitales para Costa Rica, no solo por lo económico, sino también por la cooperación en temas de seguridad y educación. Dañar esa relación es un error estratégico que podríamos lamentar durante años. ¡Menos mal que tenemos café, porque con esto que se avecina, vamos a necesitar un buen trago para bajarlo!
En fin, la polémica sigue candela y la incertidumbre reina en el ambiente. ¿Será que el gobierno logrará revertir esta decisión o estaremos condenados a ver cómo nuestra economía se va al traste? ¿Consideras que el arancel es una medida necesaria para proteger a los productores nacionales o un error grave que perjudicará a toda la sociedad costarricense?
Para entender bien este churche, hay que recordar que el arancel se aprobó con la intención de proteger a algunos productores nacionales, principalmente en sectores como alimentos procesados y textiles. Pero Mendoza argumenta que esto es como querer taparle el agua al mar: Estados Unidos es nuestro socio comercial más importante, y meterle mano así podría tener consecuencias nefastas para nuestra economía. Además, dice, estamos regalándole munición al bloque comunero, que ya andaba buscando excusas para criticarnos.
El diputado no se mordió la lengua en declaraciones a varios medios. “Es una medida improvisada, tomada sin estudio técnico serio”, dijo Mendoza, visiblemente molesto. Criticó la falta de transparencia en las negociaciones con Washington, afirmando que el gobierno le dio ‘una patada’ a la diplomacia y ahora enfrenta las consecuencias. Según él, el gobierno actuó sin consultar a los sectores productivos afectados y, encima, lo hizo en un momento en que la economía mundial anda bastante convulsionada, imagínate el pinchazo que le damos al país con esto.
La controversia comenzó cuando representantes de organizaciones empresariales alertaron sobre el impacto negativo que podría tener el arancel en el costo de vida. Muchos productos que usamos diario tienen componentes importados, y subirles el precio afecta a todos, desde el pan hasta la ropa. Mendoza aprovechó este hartazgo popular para intensificar sus ataques al gobierno, acusándolo de priorizar intereses políticos sobre el bienestar de la población. En otras palabras, pura chamba política y poca preocupación por el pueblo, diay.
Ahora, fíjate tú, el gobierno se defiende diciendo que el arancel es temporal y que buscan una solución bilateral con Estados Unidos. Prometen que van a sentarse a dialogar y llegar a un acuerdo que beneficie a ambas partes. Pero Mendoza no les cree ni papa. “Son promesas vacías”, aseguró. “Ya han demostrado que no saben manejar estas situaciones con delicadeza”. Pone en tela de juicio la capacidad del gobierno para negociar a favor de Costa Rica y teme que, al final, terminemos pagando caro por esta jugada arriesgada.
Expertos económicos también se han sumado a la crítica. Algunos advierten que el arancel podría provocar represalias por parte de Estados Unidos, como la imposición de aranceles a nuestras exportaciones, especialmente banano y piña, que son nuestros principales motores económicos. Imagínate el golpe si eso pasa, mae. Otros señalan que la medida podría fomentar la corrupción, ya que abre la puerta a sobornos y tráfico de influencias para evitar pagar el impuesto. Un verdadero chinchorro de problemas, vaya.
Y ojo, que este problema va más allá de la economía. El arancel también pone en riesgo nuestra imagen internacional como un país abierto al comercio y a la inversión extranjera. Las relaciones con Estados Unidos son vitales para Costa Rica, no solo por lo económico, sino también por la cooperación en temas de seguridad y educación. Dañar esa relación es un error estratégico que podríamos lamentar durante años. ¡Menos mal que tenemos café, porque con esto que se avecina, vamos a necesitar un buen trago para bajarlo!
En fin, la polémica sigue candela y la incertidumbre reina en el ambiente. ¿Será que el gobierno logrará revertir esta decisión o estaremos condenados a ver cómo nuestra economía se va al traste? ¿Consideras que el arancel es una medida necesaria para proteger a los productores nacionales o un error grave que perjudicará a toda la sociedad costarricense?
