¡Ay, Dios mío, qué torta! Resulta que la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) nos cayó el bombazo: ya no habrá vuelos nocturnos en los aeródromos del país. Imagínate la bronca, mándale reverencia… Esto significa que los vuelos de ambulancia, esos que rescatan a gente de zonas bien remotas y los llevan pa' la ciudad, también quedaron en veremos. ¡Un verdadero despiche!
Ricardo Hernández, un paramédico que conoce la vaina como nadie y director de Operaciones de SAAT, no se anda con rodeos: está furioso. Él explica que estas ambulancias aéreas son cruciales para llevar a pacientes graves desde lugares como Palmar Sur – que conecta con cuatro hospitales de esa zona – hasta la Gran Área Metropolitana (GAM). “Todo lo que se traslada por aire es urgente, eso lo sabe cualquier maquina”, recalcó.
Según datos duros, unos 700 personas al año necesitan estos traslados de emergencia por aire. Piensa en eso, ¡casi mil vidas dependiendo de que puedan volar rápido! Y ahora, ¿qué pasa? Pues que la gente se tiene que arrastrar por carreteras que a veces parecen pistas de cross, con ambulancias terrestres que tardan horas en llegar. Da qué pensar, ¿verdad?
Y ahí viene el pincho: mientras que en Liberia, Guanacaste, todo sigue normal, en otras partes del país como Limón o Golfito, si alguien sufre un ataque al corazón o necesita un cateterismo urgente, ¡ya está condenado! Según Hernández, esto es una verdadera discriminación. “¿Por qué a Liberia sí pueden sacar gente, pero a Limón no? Qué carga!”, exclamó visiblemente molesto. Una injusticia, díganlo ustedes.
Además, no olvidemos que tenemos aeródromos vitales como los de Cóbano y Nicoya, que dan soporte tanto a costarricenses como a turistas. En tiempos de pandemia, recuerda Hernández, hasta 300 personas volaron de noche como pacientes. Un servicio esencial que ahora se ve amenazado. ¡Imagínate si le pasa a algún gringo que está disfrutando de sus vacaciones por acá! Seguro que armará un relajo internacional.
Justo cuando empieza la temporada alta, cuando el país se llena de pura gente buscando disfrutar de la naturaleza y las playas, nos sale con esta. El sector de aviación dice que esto va a afectar el turismo, claro que sí. Y lo peor es que parece que la DGAC anda dando vueltas, prometiendo una nueva normativa para el año que viene. Pero ¿cuánto tiempo más vamos a tener que aguantar esta torta?
Hernández cuenta que ya han tenido acercamientos con la DGAC, pero las cosas van lentas. Mientras tanto, el personal médico se está desgastando llevando pacientes por tierra, poniendo en riesgo sus vidas y comprometiendo equipos médicos delicados. Porque, mijo, que te quede claro: un vuelo desde la zona sur toma 45-50 minutos, ¡pero por carretera son horas! Una eternidad para alguien que necesita atención médica inmediata. ¡Qué sal!
Ahora dime, ¿cree usted que la DGAC debería reconsiderar esta prohibición, pensando en la seguridad y bienestar de todos los costarricenses, especialmente aquellos que viven en zonas rurales y dependen de los vuelos de ambulancia para salvar sus vidas? ¿O deberían esperar a que alguien se muera por culpa de esta medida antes de actuar?
Ricardo Hernández, un paramédico que conoce la vaina como nadie y director de Operaciones de SAAT, no se anda con rodeos: está furioso. Él explica que estas ambulancias aéreas son cruciales para llevar a pacientes graves desde lugares como Palmar Sur – que conecta con cuatro hospitales de esa zona – hasta la Gran Área Metropolitana (GAM). “Todo lo que se traslada por aire es urgente, eso lo sabe cualquier maquina”, recalcó.
Según datos duros, unos 700 personas al año necesitan estos traslados de emergencia por aire. Piensa en eso, ¡casi mil vidas dependiendo de que puedan volar rápido! Y ahora, ¿qué pasa? Pues que la gente se tiene que arrastrar por carreteras que a veces parecen pistas de cross, con ambulancias terrestres que tardan horas en llegar. Da qué pensar, ¿verdad?
Y ahí viene el pincho: mientras que en Liberia, Guanacaste, todo sigue normal, en otras partes del país como Limón o Golfito, si alguien sufre un ataque al corazón o necesita un cateterismo urgente, ¡ya está condenado! Según Hernández, esto es una verdadera discriminación. “¿Por qué a Liberia sí pueden sacar gente, pero a Limón no? Qué carga!”, exclamó visiblemente molesto. Una injusticia, díganlo ustedes.
Además, no olvidemos que tenemos aeródromos vitales como los de Cóbano y Nicoya, que dan soporte tanto a costarricenses como a turistas. En tiempos de pandemia, recuerda Hernández, hasta 300 personas volaron de noche como pacientes. Un servicio esencial que ahora se ve amenazado. ¡Imagínate si le pasa a algún gringo que está disfrutando de sus vacaciones por acá! Seguro que armará un relajo internacional.
Justo cuando empieza la temporada alta, cuando el país se llena de pura gente buscando disfrutar de la naturaleza y las playas, nos sale con esta. El sector de aviación dice que esto va a afectar el turismo, claro que sí. Y lo peor es que parece que la DGAC anda dando vueltas, prometiendo una nueva normativa para el año que viene. Pero ¿cuánto tiempo más vamos a tener que aguantar esta torta?
Hernández cuenta que ya han tenido acercamientos con la DGAC, pero las cosas van lentas. Mientras tanto, el personal médico se está desgastando llevando pacientes por tierra, poniendo en riesgo sus vidas y comprometiendo equipos médicos delicados. Porque, mijo, que te quede claro: un vuelo desde la zona sur toma 45-50 minutos, ¡pero por carretera son horas! Una eternidad para alguien que necesita atención médica inmediata. ¡Qué sal!
Ahora dime, ¿cree usted que la DGAC debería reconsiderar esta prohibición, pensando en la seguridad y bienestar de todos los costarricenses, especialmente aquellos que viven en zonas rurales y dependen de los vuelos de ambulancia para salvar sus vidas? ¿O deberían esperar a que alguien se muera por culpa de esta medida antes de actuar?
