¡Ay, Dios mío, qué torta! Parece que la ola de violencia no le afloja al país y ahora resulta que algunos de los señores que andan repartiendo bala andan más borrachos que tunas o bien, tripa dura y sin cabeza. Así lo confirmó Michael Soto, el director interino del OIJ, quien soltó la bomba sobre cómo algunos sicarios, en lugar de ir bien enfocados, llegan a meter la pata hasta el cuello por estar zonzoneando o bajo los efectos de las drogas. Esto, obviamente, pone en riesgo a inocentes y transforma tragedias en situaciones aún más lamentables.
La cosa pinta fea porque, según las investigaciones, no es solo falta de experiencia con las armas lo que falla estos tipos. Muchos de ellos, aparentemente, se creen Rambo después de unas copas o tras tomar alguna sustancia que les nubla el juicio. La policía ha sido testigo directo de esto mismo, atrapándolos en flagrancia y confirmando su estado alterado justo cuando están cometiendo los delitos. ¡Imagínate la escena! Un mae con una pistola intentando apuntar, pero más bien dando vueltas como pez desorientado… ¡Menudo chinchorro!
De acuerdo con los datos duros del OIJ, en los últimos tres años hemos contabilizado 199 víctimas inocentes en ataques que iban dirigidos a otras personas. Eso significa 199 familias destrozadas, 199 vidas truncadas, todo por culpa de la irresponsabilidad de unos cuantos que no saben controlar sus vicios. Y ojo, que esto no incluye a todas las víctimas directas, solo a esas que resultaron heridas o murieron accidentalmente debido a la torpeza de los gatilleros. ¡Es una verdadera pesadilla!
Michael Soto fue claro al explicar la situación: “Cuando los detenemos en flagrancia, el nivel de drogadicción es altísimo. Muchos de ellos también actúan alcoholizados o bajo efectos de sustancias ilícitas”. Agregó que en algunos casos ya han identificado que esto fue precisamente lo que llevó a los sicarios a equivocarse, causando muertes injustificadas. ¡Qué sal nos cayó encima!
Lo más preocupante es que, según Soto, aunque algunos de estos sujetos sí tienen cierta habilidad para manejar armas, la mayoría son pura torpeza. “Se meten en el efecto de visión de túnel sin percatarse de que alrededor hay niños, adultos mayores y personas que no son objetivos”, afirmó. Esto explica por qué, en ocasiones, los sicarios terminan matando al otro o incluso provocando accidentes mientras huyen. ¡Un verdadero papelón!
Y hablando de papelones, recordemos que gran parte de este aumento en la violencia coincidió con los mandatos de Rodrigo Chaves y sus ministros de Seguridad Pública. Aunque se hicieron esfuerzos, parece que las estrategias implementadas no fueron suficientes para frenar la escalada de criminalidad. Ya sea por falta de recursos, coordinación o simplemente porque las políticas no estaban bien enfocadas, el resultado es que seguimos sumando muertos y sufriendo las consecuencias. ¡Qué brete nos tocó vivir!
Las cifras oficiales son alarmantes: hasta el momento, la Policía Judicial ha contabilizado 806 asesinatos en lo que va del año. Proyectan cerrar con 880 homicidios, prácticamente igual que el 2023 y el 2024. ¡Esto demuestra que estamos estancados en una espiral de violencia de la que cuesta salir! Y lo peor es que, si no se toman medidas urgentes, la situación podría empeorar aún más. Hay que voltear a ver qué está pasando, porque así no vamos a ninguna parte.
Ante este panorama tan oscuro, me pregunto: ¿Qué medidas concretas deberían implementar las autoridades para combatir este problema de fondo? ¿Sería suficiente endurecer las penas para los sicarios, o necesitamos atacar las causas profundas de la violencia, como la pobreza y la desigualdad? ¿Creen que la legalización de algunas drogas podría reducir la delincuencia, o sería un error aún mayor? ¡Den su opinión en el foro y veamos qué soluciones podemos encontrar juntos para ponerle fin a este ciclo de sufrimiento!
La cosa pinta fea porque, según las investigaciones, no es solo falta de experiencia con las armas lo que falla estos tipos. Muchos de ellos, aparentemente, se creen Rambo después de unas copas o tras tomar alguna sustancia que les nubla el juicio. La policía ha sido testigo directo de esto mismo, atrapándolos en flagrancia y confirmando su estado alterado justo cuando están cometiendo los delitos. ¡Imagínate la escena! Un mae con una pistola intentando apuntar, pero más bien dando vueltas como pez desorientado… ¡Menudo chinchorro!
De acuerdo con los datos duros del OIJ, en los últimos tres años hemos contabilizado 199 víctimas inocentes en ataques que iban dirigidos a otras personas. Eso significa 199 familias destrozadas, 199 vidas truncadas, todo por culpa de la irresponsabilidad de unos cuantos que no saben controlar sus vicios. Y ojo, que esto no incluye a todas las víctimas directas, solo a esas que resultaron heridas o murieron accidentalmente debido a la torpeza de los gatilleros. ¡Es una verdadera pesadilla!
Michael Soto fue claro al explicar la situación: “Cuando los detenemos en flagrancia, el nivel de drogadicción es altísimo. Muchos de ellos también actúan alcoholizados o bajo efectos de sustancias ilícitas”. Agregó que en algunos casos ya han identificado que esto fue precisamente lo que llevó a los sicarios a equivocarse, causando muertes injustificadas. ¡Qué sal nos cayó encima!
Lo más preocupante es que, según Soto, aunque algunos de estos sujetos sí tienen cierta habilidad para manejar armas, la mayoría son pura torpeza. “Se meten en el efecto de visión de túnel sin percatarse de que alrededor hay niños, adultos mayores y personas que no son objetivos”, afirmó. Esto explica por qué, en ocasiones, los sicarios terminan matando al otro o incluso provocando accidentes mientras huyen. ¡Un verdadero papelón!
Y hablando de papelones, recordemos que gran parte de este aumento en la violencia coincidió con los mandatos de Rodrigo Chaves y sus ministros de Seguridad Pública. Aunque se hicieron esfuerzos, parece que las estrategias implementadas no fueron suficientes para frenar la escalada de criminalidad. Ya sea por falta de recursos, coordinación o simplemente porque las políticas no estaban bien enfocadas, el resultado es que seguimos sumando muertos y sufriendo las consecuencias. ¡Qué brete nos tocó vivir!
Las cifras oficiales son alarmantes: hasta el momento, la Policía Judicial ha contabilizado 806 asesinatos en lo que va del año. Proyectan cerrar con 880 homicidios, prácticamente igual que el 2023 y el 2024. ¡Esto demuestra que estamos estancados en una espiral de violencia de la que cuesta salir! Y lo peor es que, si no se toman medidas urgentes, la situación podría empeorar aún más. Hay que voltear a ver qué está pasando, porque así no vamos a ninguna parte.
Ante este panorama tan oscuro, me pregunto: ¿Qué medidas concretas deberían implementar las autoridades para combatir este problema de fondo? ¿Sería suficiente endurecer las penas para los sicarios, o necesitamos atacar las causas profundas de la violencia, como la pobreza y la desigualdad? ¿Creen que la legalización de algunas drogas podría reducir la delincuencia, o sería un error aún mayor? ¡Den su opinión en el foro y veamos qué soluciones podemos encontrar juntos para ponerle fin a este ciclo de sufrimiento!