¡Ay, Dios mío! Este finde pasó un sustito tremendo en Playa Palo Seco, en Parrita. Un turista italiano, don Defrancesco, de 67 años, casi se va al traste arrastrado por una corriente bien pesada. La marea estaba jugando feo, mándale, y el pobre hombre se encontró en medio de un brete bastante complicado.
Según nos cuentan los del Guardacostas, la alerta llegó rapidísimo al 9-1-1. Ya saben cómo funciona esto, que si no hubieran reaccionado a tiempo, la cosa hubiera sido diferente. Imagínense la torta que habría sido si el mae se hubiera ido más adentro y nadie lo hubiera visto. ¡Menuda vara!
Los oficiales, esos sí que le metieron pila, pusieron rumbo a toda velocidad en una de sus embarcaciones. El mar estaba revuelto, con olas pegando como locas, pero ellos, con experiencia, lograron localizarlo rápido. Dijo uno de los guardacostas que “el mae estaba agarrado a una boya, tratando de calmarse. Estaba espantadísimo”.
Cuando finalmente lo sacaron del agua, ya estaban los socorristas de la Cruz Roja esperando. Lo revisaron a fondo y, afortunadamente, aparte del susto, ¡todo bien! Parece que el hombre, aunque empapao y con el corazón latiéndole a mil, estaba relativamente ileso. Dijo que nunca había visto corrientes marinas tan fuertes.
Esto me hace pensar, ¿cuántos turistas llegan a nuestras playas sin saber realmente qué riesgos hay? A veces, uno se confía demasiado con el sol y el calor, y olvida que el mar es impredecible, diay. Hay que estar siempre pendiente, especialmente si uno no está acostumbrado a estas aguas.
El caso de Don Defrancesco sirve como recordatorio para todos: respetar las indicaciones de seguridad, informarse sobre las condiciones del mar antes de meterse y, si ven que la corriente está muy fuerte, ¡mejor quedarse en la toalla! No vale la pena arriesgarse a irse al traste por querer refrescarse un poquito.
Y hablando de seguridad, ¿no deberíamos tener más señalización en las playas sobre las zonas peligrosas? A veces uno llega y no sabe dónde está el pique, dónde está la zona donde puede haber problemas. Sería bueno que las autoridades pusieran más empeño en eso, porque estos accidentes pueden evitarse con un poco de previsión. Además, educar a los turistas sobre los peligros del mar es fundamental. Que sepan que no todas las playas son iguales, y que algunas requieren más precaución.
Bueno, pues señores, este es el panorama. Otro susto evitado gracias a la rápida respuesta del Guardacostas. Pero dime tú, ¿crees que las playas de Costa Rica están debidamente preparadas para recibir a turistas de diferentes niveles de experiencia en el mar? ¿Será que necesitamos reforzar las medidas de seguridad y educación en nuestros balnearios?
Según nos cuentan los del Guardacostas, la alerta llegó rapidísimo al 9-1-1. Ya saben cómo funciona esto, que si no hubieran reaccionado a tiempo, la cosa hubiera sido diferente. Imagínense la torta que habría sido si el mae se hubiera ido más adentro y nadie lo hubiera visto. ¡Menuda vara!
Los oficiales, esos sí que le metieron pila, pusieron rumbo a toda velocidad en una de sus embarcaciones. El mar estaba revuelto, con olas pegando como locas, pero ellos, con experiencia, lograron localizarlo rápido. Dijo uno de los guardacostas que “el mae estaba agarrado a una boya, tratando de calmarse. Estaba espantadísimo”.
Cuando finalmente lo sacaron del agua, ya estaban los socorristas de la Cruz Roja esperando. Lo revisaron a fondo y, afortunadamente, aparte del susto, ¡todo bien! Parece que el hombre, aunque empapao y con el corazón latiéndole a mil, estaba relativamente ileso. Dijo que nunca había visto corrientes marinas tan fuertes.
Esto me hace pensar, ¿cuántos turistas llegan a nuestras playas sin saber realmente qué riesgos hay? A veces, uno se confía demasiado con el sol y el calor, y olvida que el mar es impredecible, diay. Hay que estar siempre pendiente, especialmente si uno no está acostumbrado a estas aguas.
El caso de Don Defrancesco sirve como recordatorio para todos: respetar las indicaciones de seguridad, informarse sobre las condiciones del mar antes de meterse y, si ven que la corriente está muy fuerte, ¡mejor quedarse en la toalla! No vale la pena arriesgarse a irse al traste por querer refrescarse un poquito.
Y hablando de seguridad, ¿no deberíamos tener más señalización en las playas sobre las zonas peligrosas? A veces uno llega y no sabe dónde está el pique, dónde está la zona donde puede haber problemas. Sería bueno que las autoridades pusieran más empeño en eso, porque estos accidentes pueden evitarse con un poco de previsión. Además, educar a los turistas sobre los peligros del mar es fundamental. Que sepan que no todas las playas son iguales, y que algunas requieren más precaución.
Bueno, pues señores, este es el panorama. Otro susto evitado gracias a la rápida respuesta del Guardacostas. Pero dime tú, ¿crees que las playas de Costa Rica están debidamente preparadas para recibir a turistas de diferentes niveles de experiencia en el mar? ¿Será que necesitamos reforzar las medidas de seguridad y educación en nuestros balnearios?