Ahora mismo llueve en Heredia, el lugar donde me toca trabajar esta tarde-noche. Acaba de menguar el argavieso, pero el cielo sigue cargado de nubarrones, y se siente un aire frío que más bien parece una exhalación cansada de ser viento.
Y así me llegaron recuerdos de lecciones vespertinas, cuando ya casi no quedaba nadie en la escuela y todo era silencio y el obstinado caer de la lluvia.
Y así me llegaron recuerdos de lecciones vespertinas, cuando ya casi no quedaba nadie en la escuela y todo era silencio y el obstinado caer de la lluvia.