¡Ay, Dios mío! Anoche nos sacudió la tierra como si fuera un chinache de coco. Un temblor de 6.1 sacudió a Costa Rica de punta a punta, dejando a todos los ticos con el corazón en la garganta y preguntándose si esto era el fin del mundo… o por lo menos, del almuerzo. Ovsicori ya salió con sus explicaciones técnicas, pero vamos a ponerle arroz a la gandura y contárselo como si estuviéramos tomando café en la puerta.
Resulta que, según el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica – UNA, el temblor fue producto de la subducción de la Placa del Coco bajo la Placa de Panamá. ¿Subducción qué? En cristiano, significa que una placa se mete debajo de la otra, acumulando energía hasta que ¡boom!, se libera en forma de sismo. Esteban Chaves, el jefe del Ovsicori, nos recordó que estos “eventitos” son normales en nuestra linda costa pacífica, donde las placas están siempre peleándose como marido y mujer. Pero esta vez, la pelea dio duro, diay.
El temblor se sintió con fuerza a las 9:57 PM, con el epicentro ubicado a 19 kilómetros al suroeste de Manuel Antonio, en Puntarenas. Imagínate, ahí nomás de los hoteles más turísticos del país. Aunque afortunadamente, los daños fueron mínimos: algunos estantes cayeron en un supermercado de Quepos, ¡qué sal! Pobre gente, seguro estaban haciendo fila para comprar panadería y todo se vino abajo. Por suerte, nadie resultó herido, eso sí es importante.
Desde San José hasta Limón, la gente corrió a las calles, buscando refugio y tratando de entender qué demonios estaba pasando. Los mensajes en WhatsApp se multiplicaban como cucarachas en verano: videos borrosos de lámparas balanceándose, paredes agrietándose, gente gritando. Incluso mi abuela me llamó, ¡y ella que no le pega ni a la radio!, preguntándome si iba a haber maremoto. Uno tiene que tranquilizar a la viejita, ¿verdad?
El SINAMOT, el sistema que cuida que no nos venga un maremoto encima, aseguró que no hay peligro de tsunami. Eso calmó un poco las aguas, pero la incertidumbre seguía flotando en el aire. Según Ovsicori, se han contabilizado más de 50 réplicas, la mayoría pequeñas, pero suficientes para mantenernos alerta. Parece que la tierra todavía está digiriendo lo que pasó anoche. Y vaya que se sintió; yo pensé que se me caía el techo, ¡diay!
Ahora surge la pregunta: ¿podría repetirse? Pues, según algunos sismólogos, existe la posibilidad de una “dupleta sísmica”, es decir, dos terremotos de magnitud similar ocurriendo en un corto período de tiempo. Suena feo, pero aparentemente es algo común en zonas sísmicamente activas como la nuestra. Hay que estar atentos y seguir las recomendaciones de las autoridades, aunque a veces uno piensa que esas cosas solo les pasan a los demás.
Esta experiencia nos recuerda, una vez más, la vulnerabilidad de nuestro país frente a los fenómenos naturales. Vivimos en una zona de alta actividad volcánica y sísmica, así que los temblores son parte de nuestra realidad. Lo bueno es que tenemos instituciones como Ovsicori y SINAMOT, que trabajan para monitorizar la actividad y alertarnos sobre posibles peligros. Esperemos que sigan haciéndolo bien y que no tengamos que vivir otro susto como el de anoche. Porque, seamos honestos, ¡uno ya tiene bastante estrés con el brete diario!
En fin, entre tanto, ¿ustedes qué piensan? ¿Se prepararán para un futuro sismo o simplemente van a seguir rezándole a San Isidro Labrador para que la tierra se quede quieta? Cuéntenme cómo vivieron el temblor, y si creen que deberíamos tener planes de emergencia más efectivos en nuestros hogares y comunidades. ¡Compartan sus experiencias y opiniones en el foro!
Resulta que, según el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica – UNA, el temblor fue producto de la subducción de la Placa del Coco bajo la Placa de Panamá. ¿Subducción qué? En cristiano, significa que una placa se mete debajo de la otra, acumulando energía hasta que ¡boom!, se libera en forma de sismo. Esteban Chaves, el jefe del Ovsicori, nos recordó que estos “eventitos” son normales en nuestra linda costa pacífica, donde las placas están siempre peleándose como marido y mujer. Pero esta vez, la pelea dio duro, diay.
El temblor se sintió con fuerza a las 9:57 PM, con el epicentro ubicado a 19 kilómetros al suroeste de Manuel Antonio, en Puntarenas. Imagínate, ahí nomás de los hoteles más turísticos del país. Aunque afortunadamente, los daños fueron mínimos: algunos estantes cayeron en un supermercado de Quepos, ¡qué sal! Pobre gente, seguro estaban haciendo fila para comprar panadería y todo se vino abajo. Por suerte, nadie resultó herido, eso sí es importante.
Desde San José hasta Limón, la gente corrió a las calles, buscando refugio y tratando de entender qué demonios estaba pasando. Los mensajes en WhatsApp se multiplicaban como cucarachas en verano: videos borrosos de lámparas balanceándose, paredes agrietándose, gente gritando. Incluso mi abuela me llamó, ¡y ella que no le pega ni a la radio!, preguntándome si iba a haber maremoto. Uno tiene que tranquilizar a la viejita, ¿verdad?
El SINAMOT, el sistema que cuida que no nos venga un maremoto encima, aseguró que no hay peligro de tsunami. Eso calmó un poco las aguas, pero la incertidumbre seguía flotando en el aire. Según Ovsicori, se han contabilizado más de 50 réplicas, la mayoría pequeñas, pero suficientes para mantenernos alerta. Parece que la tierra todavía está digiriendo lo que pasó anoche. Y vaya que se sintió; yo pensé que se me caía el techo, ¡diay!
Ahora surge la pregunta: ¿podría repetirse? Pues, según algunos sismólogos, existe la posibilidad de una “dupleta sísmica”, es decir, dos terremotos de magnitud similar ocurriendo en un corto período de tiempo. Suena feo, pero aparentemente es algo común en zonas sísmicamente activas como la nuestra. Hay que estar atentos y seguir las recomendaciones de las autoridades, aunque a veces uno piensa que esas cosas solo les pasan a los demás.
Esta experiencia nos recuerda, una vez más, la vulnerabilidad de nuestro país frente a los fenómenos naturales. Vivimos en una zona de alta actividad volcánica y sísmica, así que los temblores son parte de nuestra realidad. Lo bueno es que tenemos instituciones como Ovsicori y SINAMOT, que trabajan para monitorizar la actividad y alertarnos sobre posibles peligros. Esperemos que sigan haciéndolo bien y que no tengamos que vivir otro susto como el de anoche. Porque, seamos honestos, ¡uno ya tiene bastante estrés con el brete diario!
En fin, entre tanto, ¿ustedes qué piensan? ¿Se prepararán para un futuro sismo o simplemente van a seguir rezándole a San Isidro Labrador para que la tierra se quede quieta? Cuéntenme cómo vivieron el temblor, y si creen que deberíamos tener planes de emergencia más efectivos en nuestros hogares y comunidades. ¡Compartan sus experiencias y opiniones en el foro!
