¡Ay, Dios mío! Esto sí que es bronca. La tranquilidad de Parrita se fue al diablo el jueves pasado con una balacera que dejó a tres personas sin vida y otras tres, incluyendo una niña, buscando ayuda médica. El OIJ anda con lupa tratando de descifrar qué onda pasó, pero parece que todo apunta a un tipo conocido en el bajo mundo como 'Miyagui'. ¡Se armó un quite rico!
Según fuentes cercanas a la investigación – bueno, lo que se filtra, porque esto está más guardado que el oro del rey – el ataque no era pa’ bromear. Se presume que alguien tenía cuentas pendientes con este tal Miyagui, y decidió resolverlas a bala. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) está rastreando todos los movimientos, revisando cámaras de seguridad y entrevistando a medio cantón para tratar de sacar algo claro de este lío.
Lo que quedó claro desde un inicio es la magnitud de la tragedia. La Cruz Roja llegó corriendo cuando sonó el 9-1-1, pero ya era demasiado tarde para tres hombres. Tenían entre 28 y 35 años, dicen los informes, y la escena estaba hecha un desastre. Otros dos quedaron heridos de gravedad, luchando por sus vidas en el Hospital Monseñor Sanabria. ¡Imagínate el susto que se llevó la nena! Fue llevada a otro centro médico en carro particular, gracias a Dios que así pudieron ayudarla rápido.
Y aquí viene lo turbio, chunches. Según la información que ha salido a flote, dos de los fallecidos eran, aparentemente, gente inocente. Uno era carnicero, trabajando tranqui en su brete cuando le tocó recibir una bala perdida. Otro, un vecino más que andaba por ahí, disfrutando de una actividad social. ¡Una verdadera pena! Que te vayas así, sin hacerle daño a nadie, ¡qué vara!
La escena del crimen, ubicada detrás de la clínica de la Caja, parecía sacada de una película de acción. Dos tipos bajaron de una moto, uno desenfundó un arma y empezó a disparar a matar. Después, se fueron correteando como alma que lleva diablitos, dejando atrás un reguero de dolor y preguntas sin respuesta. La policía está peinando la zona buscando pistas, revisando cada detalle, porque esto necesita aclaración urgente.
Ahora, los analistas – esos que siempre tienen la respuesta, aunque a veces ni ellos sepan bien – sugieren que esto podría estar relacionado con viejas rencillas, negocios turbios y el tema de las drogas. Parrita, como muchos lugares de la zona sur, no es ajeno a estas actividades ilícitas, y parece que ahora la cosa escaló a niveles preocupantes. Hay que ponerle atención a esto, pues esto no pinta bien para la seguridad de la comunidad.
El gobierno, por supuesto, salió a decir que están tomando cartas en el asunto y que van a reforzar la seguridad en la zona. Pero vamos, eso lo dice siempre... Lo importante es que agarren a estos tipejos y los metan donde deben estar, para que no vuelvan a causar tanto sufrimiento. Además, hay que ver cómo mejorar la iluminación en esas zonas oscuras, porque eso facilita mucho el trabajo de los maleantes, díganlo ustedes.
Esta situación nos obliga a preguntarnos: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para permitir que la violencia se apodere de nuestras comunidades? ¿Será que necesitamos medidas más drásticas para combatir el crimen organizado o simplemente debemos fortalecer la colaboración ciudadana y exigir mayor presencia policial en nuestros barrios? ¡Dígame usted, qué piensa?
Según fuentes cercanas a la investigación – bueno, lo que se filtra, porque esto está más guardado que el oro del rey – el ataque no era pa’ bromear. Se presume que alguien tenía cuentas pendientes con este tal Miyagui, y decidió resolverlas a bala. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) está rastreando todos los movimientos, revisando cámaras de seguridad y entrevistando a medio cantón para tratar de sacar algo claro de este lío.
Lo que quedó claro desde un inicio es la magnitud de la tragedia. La Cruz Roja llegó corriendo cuando sonó el 9-1-1, pero ya era demasiado tarde para tres hombres. Tenían entre 28 y 35 años, dicen los informes, y la escena estaba hecha un desastre. Otros dos quedaron heridos de gravedad, luchando por sus vidas en el Hospital Monseñor Sanabria. ¡Imagínate el susto que se llevó la nena! Fue llevada a otro centro médico en carro particular, gracias a Dios que así pudieron ayudarla rápido.
Y aquí viene lo turbio, chunches. Según la información que ha salido a flote, dos de los fallecidos eran, aparentemente, gente inocente. Uno era carnicero, trabajando tranqui en su brete cuando le tocó recibir una bala perdida. Otro, un vecino más que andaba por ahí, disfrutando de una actividad social. ¡Una verdadera pena! Que te vayas así, sin hacerle daño a nadie, ¡qué vara!
La escena del crimen, ubicada detrás de la clínica de la Caja, parecía sacada de una película de acción. Dos tipos bajaron de una moto, uno desenfundó un arma y empezó a disparar a matar. Después, se fueron correteando como alma que lleva diablitos, dejando atrás un reguero de dolor y preguntas sin respuesta. La policía está peinando la zona buscando pistas, revisando cada detalle, porque esto necesita aclaración urgente.
Ahora, los analistas – esos que siempre tienen la respuesta, aunque a veces ni ellos sepan bien – sugieren que esto podría estar relacionado con viejas rencillas, negocios turbios y el tema de las drogas. Parrita, como muchos lugares de la zona sur, no es ajeno a estas actividades ilícitas, y parece que ahora la cosa escaló a niveles preocupantes. Hay que ponerle atención a esto, pues esto no pinta bien para la seguridad de la comunidad.
El gobierno, por supuesto, salió a decir que están tomando cartas en el asunto y que van a reforzar la seguridad en la zona. Pero vamos, eso lo dice siempre... Lo importante es que agarren a estos tipejos y los metan donde deben estar, para que no vuelvan a causar tanto sufrimiento. Además, hay que ver cómo mejorar la iluminación en esas zonas oscuras, porque eso facilita mucho el trabajo de los maleantes, díganlo ustedes.
Esta situación nos obliga a preguntarnos: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para permitir que la violencia se apodere de nuestras comunidades? ¿Será que necesitamos medidas más drásticas para combatir el crimen organizado o simplemente debemos fortalecer la colaboración ciudadana y exigir mayor presencia policial en nuestros barrios? ¡Dígame usted, qué piensa?