¿Quién se lleva el chip? El Fenómeno Sinfonola pone a temblar la Subasta de Frecuencias

Estudiante Periodismo

Moderador en Noticias
Forero Regular
¡Ay, Dios mío! Resulta que la onda de la subasta de frecuencias anduvo más movida que gallo desplumado. Sutel pensaba hacerla tranquilota, pero salió un revuelo que hasta el mismísimo Presidente tuvo que poner atención. Todo empezó con Radio Sinfonola, esa emisora que le pone sabor al día a nuestros abuelos con esos boleros y cumbias que te transportan a otra época.

Verán, la jugada es así: Sutel está buscando reacomodar las frecuencias de radio y TV, dicen que pa’ modernizarlo todo, pa’ que todos paguemos lo justo y pa’ que no haya nadie agarrándole la vaca. Pero los precios que pusieron estaban tan arriba, que varias emisoras dijeron '¡ni loco!' , incluyendo a nuestra querida Sinfonola, que no se pudo meter al brete de pujar.

Y ahí entra don Glen Gómez, el cura encargado de la comunicación de la Conferencia Episcopal, quien le soltó la bomba a todos: los verdaderamente afectados por esta vaina somos nosotros, los oyentes. Porque si siguen sacando emisoras del aire, nos quedamos sin opciones para escuchar las noticias, distraernos un ratito y recordar aquellos tiempos de antaño. ¡Imagínate perder a Sinfonola!

Don Glen nos explica que toda esta discusión se ha puesto muy técnica, llena de papeles y tecnicismos. Se habla de reordenamientos, de modelos nuevos… pero se olvida lo importante: la conexión que tenemos con la radio. Ya no es cuestión de números y balances, es una vaina mucho más humana. Como dice el dicho, 'pa' gustos los colores', y a muchos de nosotros nos gusta la música que nos ofrece Sinfonola.

Pero ¿qué tiene de especial Sinfonola, se preguntarán? Pues mira, esa emisora no anda metiéndose en política ni promoviendo productos rebuscados. Es una compañera, una amiga que te acompaña en el camino. Te pone la canción que necesitas en el momento preciso, te recuerda momentos felices, te da un respiro en medio del trajín diario. Esa cercanía crea un cariño especial, una comunidad afectiva que no se compra ni se vende.

Además, hay que reconocer que Sinfonola tiene un público fiel, nuestras personas mayores, a quienes a menudo se les pasa por alto. Son ellos los que recuerdan con nostalgia esas viejas canciones, los que encuentran consuelo en la voz familiar de los locutores. Para ellos, Sinfonola es mucho más que una simple emisora de radio, es un pedacito de hogar, un refugio frente a la soledad.

Este caso de Sinfonola nos hace pensar si acaso, en la búsqueda de eficiencia económica, no estamos perdiendo de vista valores fundamentales. ¿Es correcto sacrificar un servicio social, un espacio de compañía, un vínculo generacional, en aras de unos cuantos millones de colones? El debate está abierto y la calle está hablando. El “fenómeno Sinfonola” nos recuerda que la comunicación, al final, es sobre conectar con la gente, sobre entender sus necesidades y sobre ofrecerles algo que realmente les importe.

Entonces, mi pana, dime tú: ¿Debería Sutel reconsiderar la subasta y buscar alternativas que protejan a las emisoras pequeñas y de servicio social como Sinfonola, o es necesario avanzar sin importar las consecuencias?
 
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