¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos, viendo cómo las cosas se mantienen igual. Resulta que el magistrado Fernando Castillo, hombre que lleva rato en la Sala Constitucional, se aseguró quedarse ahí por ocho años más. Sí, como lo escuchaste, ¡ocho! Con esto, suma un total de 24 años en el puesto, ¡una verdadera trayectoria!
La Asamblea Legislativa le dio luz verde con 24 votos a favor, dejando claro que para algunos diputados, la estabilidad y la experiencia pesan más que cualquier otra cosa. Aunque, bueno, también hubo resistencia, porque 20 legisladores dijeron ‘no puede ser’, argumentando que ya era hora de cambio. Parece que la opinión pública estaba dividida, y la bancada legislativa lo reflejó.
La ley es clara: para evitar que un magistrado se reelija, se necesitan 38 votos en contra. Un número considerable, díganle a esos diputados que se esforzaron, pero no alcanzaron. Lo curioso es que la reelección ocurrió en medio de algunas polémicas, principalmente por la ausencia de Castillo en la Comisión de Nombramientos durante el proceso de elección. Algunos lo vieron como una falta de respeto al procedimiento, y otros simplemente como una estrategia para asegurarse el puesto.
Y hablando de estrategias, varios diputados del oficialismo, el Frente Amplio y algunos legisladores de otros partidos se opusieron rotundamente a la reelección. Argumentaban que Castillo no había sido transparente en sus gestiones y que mantenerlo en el poder por tanto tiempo podría afectar la imparcialidad de la justicia. Además, Daniela Rojas del PUSC y los liberacionistas parecían decididos a romper con la dinámica habitual.
La Asamblea Legislativa le dio luz verde con 24 votos a favor, dejando claro que para algunos diputados, la estabilidad y la experiencia pesan más que cualquier otra cosa. Aunque, bueno, también hubo resistencia, porque 20 legisladores dijeron ‘no puede ser’, argumentando que ya era hora de cambio. Parece que la opinión pública estaba dividida, y la bancada legislativa lo reflejó.
La ley es clara: para evitar que un magistrado se reelija, se necesitan 38 votos en contra. Un número considerable, díganle a esos diputados que se esforzaron, pero no alcanzaron. Lo curioso es que la reelección ocurrió en medio de algunas polémicas, principalmente por la ausencia de Castillo en la Comisión de Nombramientos durante el proceso de elección. Algunos lo vieron como una falta de respeto al procedimiento, y otros simplemente como una estrategia para asegurarse el puesto.
Y hablando de estrategias, varios diputados del oficialismo, el Frente Amplio y algunos legisladores de otros partidos se opusieron rotundamente a la reelección. Argumentaban que Castillo no había sido transparente en sus gestiones y que mantenerlo en el poder por tanto tiempo podría afectar la imparcialidad de la justicia. Además, Daniela Rojas del PUSC y los liberacionistas parecían decididos a romper con la dinámica habitual.
