¡Aguante!, parece que tenemos movida grande en el horizonte. Ariel Robles, el candidato del Frente Amplio, anda buscando cómo poner a nuestro país en el mapa mundial… y no precisamente por el café o el ecoturismo. La propuesta es ambiciosa: traer a Costa Rica los Gay Games 2030, un evento que junta deporte, cultura y toda la onda para la comunidad LGBTQ+.
Para quienes no estén familiarizados, los Gay Games son una especie de Olimpiadas pero con un corazón mucho más diverso. Atletas y artistas de todo el planeta se dan cita para competir y celebrar la igualdad, el respeto y la aceptación. Y Robles cree que nosotros somos el lugar perfecto para esto, metiéndolo dentro de su plan de gobierno que él llama “Justicia, solidaridad y desarrollo: Un país para su gente”. Básicamente, quieren postularnos oficialmente como anfitriones en el décimo aniversario del matrimonio igualitario acá en casa. ¡Qué boa!
Más allá de lo simbólico, el mae va con todo. Según el documento, organizar estos juegos sería una inyección de adrenalina para nuestra economía, especialmente porque ayudaría a diversificar la imagen del país. No solo atraeríamos turistas deportistas, sino que nos proyectaríamos como un destino abierto, inclusivo y, vamos arriba, ¡chivísimo! Como dicen ellos, posicionarnos a nivel internacional es clave, y este podría ser el golpe maestro.
Y no se trata solamente de los deportes. Robles además propone crear un “Día del Deporte Diverso” cada 19 de febrero. La idea es darle impulso a las agrupaciones deportivas con enfoque en la diversidad, involucrando desde el ICODER hasta las universidades privadas. Vamos, sacar a relucir todo el talento que hay ahí afuera y demostrar que el deporte puede ser un espacio de equidad y sano convivencia. ¡Eso sí que pega!
Ahora bien, ¿cómo se va a pagar todo esto? El plan contempla buscar alianzas público-privadas y pedirle ayuda al resto del mundo. Necesitan encontrar apoyo internacional para hacer realidad este proyecto que, de concretarse, pondría a Costa Rica como el primer país centroamericano en recibir a los Gay Games. Esto ya pinta como un brete, pero si logramos hacerlo, la jarocha se quedaría corta para describir lo chivo que estaría.
Claro que esto no está exento de retos. El tema de financiamiento siempre es complicado, y además hay que lidiar con algunos sectores más conservadores que podrían ponerle hielo al asunto. Pero bueno, eso es parte del juego. Lo importante es tener claro que un evento como este no solo beneficia económicamente, sino que también envía un mensaje poderoso al mundo: Costa Rica abraza la diversidad y defiende los derechos humanos. ¡Eso vale oro!
Imagínense las camisetas, los colores, la energía… ¡Sería una fiestaza! Podríamos mostrarle al mundo nuestra belleza natural, nuestras tradiciones, nuestra alegría de vivir. Además, impulsaría el turismo LGBT+, un segmento cada vez más importante y con un alto poder adquisitivo. ¡Pa’ qué irse lejos si tenemos el paraíso justo aquí! Y ni hablar del orgullo que sentiríamos los ticos al ver a atletas de todas partes del mundo reunidos acá, celebrando la vida y el deporte.
Definitivamente, la propuesta de Robles ha levantado pasiones. Ahora la gran pregunta es: ¿Estamos realmente listos para recibir al mundo LGBTQ+ en 2030? ¿Es viable económicamente? ¿Lograrán superar las posibles oposiciones y hacer realidad este sueño? Dicen que no hay nada imposible, pero... ¿Creen que Costa Rica tiene lo que se necesita para convertirse en la sede de los Gay Games 2030?
Para quienes no estén familiarizados, los Gay Games son una especie de Olimpiadas pero con un corazón mucho más diverso. Atletas y artistas de todo el planeta se dan cita para competir y celebrar la igualdad, el respeto y la aceptación. Y Robles cree que nosotros somos el lugar perfecto para esto, metiéndolo dentro de su plan de gobierno que él llama “Justicia, solidaridad y desarrollo: Un país para su gente”. Básicamente, quieren postularnos oficialmente como anfitriones en el décimo aniversario del matrimonio igualitario acá en casa. ¡Qué boa!
Más allá de lo simbólico, el mae va con todo. Según el documento, organizar estos juegos sería una inyección de adrenalina para nuestra economía, especialmente porque ayudaría a diversificar la imagen del país. No solo atraeríamos turistas deportistas, sino que nos proyectaríamos como un destino abierto, inclusivo y, vamos arriba, ¡chivísimo! Como dicen ellos, posicionarnos a nivel internacional es clave, y este podría ser el golpe maestro.
Y no se trata solamente de los deportes. Robles además propone crear un “Día del Deporte Diverso” cada 19 de febrero. La idea es darle impulso a las agrupaciones deportivas con enfoque en la diversidad, involucrando desde el ICODER hasta las universidades privadas. Vamos, sacar a relucir todo el talento que hay ahí afuera y demostrar que el deporte puede ser un espacio de equidad y sano convivencia. ¡Eso sí que pega!
Ahora bien, ¿cómo se va a pagar todo esto? El plan contempla buscar alianzas público-privadas y pedirle ayuda al resto del mundo. Necesitan encontrar apoyo internacional para hacer realidad este proyecto que, de concretarse, pondría a Costa Rica como el primer país centroamericano en recibir a los Gay Games. Esto ya pinta como un brete, pero si logramos hacerlo, la jarocha se quedaría corta para describir lo chivo que estaría.
Claro que esto no está exento de retos. El tema de financiamiento siempre es complicado, y además hay que lidiar con algunos sectores más conservadores que podrían ponerle hielo al asunto. Pero bueno, eso es parte del juego. Lo importante es tener claro que un evento como este no solo beneficia económicamente, sino que también envía un mensaje poderoso al mundo: Costa Rica abraza la diversidad y defiende los derechos humanos. ¡Eso vale oro!
Imagínense las camisetas, los colores, la energía… ¡Sería una fiestaza! Podríamos mostrarle al mundo nuestra belleza natural, nuestras tradiciones, nuestra alegría de vivir. Además, impulsaría el turismo LGBT+, un segmento cada vez más importante y con un alto poder adquisitivo. ¡Pa’ qué irse lejos si tenemos el paraíso justo aquí! Y ni hablar del orgullo que sentiríamos los ticos al ver a atletas de todas partes del mundo reunidos acá, celebrando la vida y el deporte.
Definitivamente, la propuesta de Robles ha levantado pasiones. Ahora la gran pregunta es: ¿Estamos realmente listos para recibir al mundo LGBTQ+ en 2030? ¿Es viable económicamente? ¿Lograrán superar las posibles oposiciones y hacer realidad este sueño? Dicen que no hay nada imposible, pero... ¿Creen que Costa Rica tiene lo que se necesita para convertirse en la sede de los Gay Games 2030?