¡Ay, Dios mío! Esto sí que es empezar el año con el pie izquierdo. La Ruta 32, esa arteria vital que conecta San José con el Caribe, está cerrada. Sí, leyeron bien, cerrada. Y eso, en medio de los preparativos para recibir Año Nuevo en Limón, es como echarle gasolina al fuego de la frustración popular. Imaginen la bronca de los que tenían planeado pasar Navidad con sus familias en la costa.
Según nos informa el MOPT, la causante de todo este lío ha sido una caída de material, específicamente un árbol descomunal, que bloqueó ambos carriles. Dicen que pasó “desde el amanecer”. ¿Desde el amanecer? Pues claro, porque nadie vigila estos árboles ni hace mantenimiento adecuado. ¡Qué torta! Que tengan que cerrar la carretera cuando ya la gente está encima, buscando llegar a sus destinos.
Ahora, los técnicos del MOPT andan ahí con sus máquinas, tratando de quitar el árbol y habilitar el paso. Pero, vamos, que esto no va a ser rápido. Con la cantidad de ramas y el tamaño del tronco, parece que van a estar ahí hasta mañana. Y mientras tanto, los carros siguen amontonados, la gente desesperada y los planes de fin de año, echándose a perder lentamente.
Para los que sí tienen que aventurarse hacia el Caribe, el MOPT, con toda su calma, les sugiere usar rutas alternativas. Nos mandan a tomar la de Vara Blanca para irnos a Sarapiquí, y luego la 10 entre Turrialba y Siquirres. ¡Ah, qué lindo! Un rodeo de casi dos horas para llegar donde uno quiere. Y eso, sin contar el tráfico que seguramente habrá en esas carreteras alternativas, ahora que todo el mundo decide usarlas por necesidad. ¡Una carga!
Realmente, este tipo de situaciones ponen de manifiesto la precariedad de nuestra infraestructura vial. La Ruta 32, como muchas otras, clama por mantenimiento urgente. No es sostenible que cada vez que llueve, o cae un árbol, tengamos que lidiar con cierres inesperados que afectan a miles de personas. Se necesita una inversión seria y constante, no parches improvisados después de que ocurre el problema.
Muchos empiezan a preguntarse si realmente estamos preparados para afrontar los retos climáticos que trae consigo el cambio global. Estas lluvias torrenciales e inundaciones no son novedad, y sin embargo, seguimos igual, con carreteras vulnerables y sistemas de drenaje deficientes. Es hora de dejar de maquillar la realidad y asumir la responsabilidad de mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos.
Lo peor de todo es el impacto económico que esto genera. Piensen en los restaurantes, hoteles y negocios turísticos en la zona del Caribe que dependen de los visitantes. Este cierre repentino significa pérdidas millonarias para ellos. ¡Qué sal! que siempre terminemos pagando las consecuencias de la mala planificación y la falta de previsión.
En fin, compañeros, la situación está complicada. Mientras esperamos que el MOPT habilite la Ruta 32, sigamos informándonos y buscando alternativas. Pero me pregunto, ¿cree usted que el gobierno debería priorizar una inversión masiva y continua en el mantenimiento y mejora de nuestras carreteras nacionales, incluso si eso implica aumentar impuestos?
Según nos informa el MOPT, la causante de todo este lío ha sido una caída de material, específicamente un árbol descomunal, que bloqueó ambos carriles. Dicen que pasó “desde el amanecer”. ¿Desde el amanecer? Pues claro, porque nadie vigila estos árboles ni hace mantenimiento adecuado. ¡Qué torta! Que tengan que cerrar la carretera cuando ya la gente está encima, buscando llegar a sus destinos.
Ahora, los técnicos del MOPT andan ahí con sus máquinas, tratando de quitar el árbol y habilitar el paso. Pero, vamos, que esto no va a ser rápido. Con la cantidad de ramas y el tamaño del tronco, parece que van a estar ahí hasta mañana. Y mientras tanto, los carros siguen amontonados, la gente desesperada y los planes de fin de año, echándose a perder lentamente.
Para los que sí tienen que aventurarse hacia el Caribe, el MOPT, con toda su calma, les sugiere usar rutas alternativas. Nos mandan a tomar la de Vara Blanca para irnos a Sarapiquí, y luego la 10 entre Turrialba y Siquirres. ¡Ah, qué lindo! Un rodeo de casi dos horas para llegar donde uno quiere. Y eso, sin contar el tráfico que seguramente habrá en esas carreteras alternativas, ahora que todo el mundo decide usarlas por necesidad. ¡Una carga!
Realmente, este tipo de situaciones ponen de manifiesto la precariedad de nuestra infraestructura vial. La Ruta 32, como muchas otras, clama por mantenimiento urgente. No es sostenible que cada vez que llueve, o cae un árbol, tengamos que lidiar con cierres inesperados que afectan a miles de personas. Se necesita una inversión seria y constante, no parches improvisados después de que ocurre el problema.
Muchos empiezan a preguntarse si realmente estamos preparados para afrontar los retos climáticos que trae consigo el cambio global. Estas lluvias torrenciales e inundaciones no son novedad, y sin embargo, seguimos igual, con carreteras vulnerables y sistemas de drenaje deficientes. Es hora de dejar de maquillar la realidad y asumir la responsabilidad de mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos.
Lo peor de todo es el impacto económico que esto genera. Piensen en los restaurantes, hoteles y negocios turísticos en la zona del Caribe que dependen de los visitantes. Este cierre repentino significa pérdidas millonarias para ellos. ¡Qué sal! que siempre terminemos pagando las consecuencias de la mala planificación y la falta de previsión.
En fin, compañeros, la situación está complicada. Mientras esperamos que el MOPT habilite la Ruta 32, sigamos informándonos y buscando alternativas. Pero me pregunto, ¿cree usted que el gobierno debería priorizar una inversión masiva y continua en el mantenimiento y mejora de nuestras carreteras nacionales, incluso si eso implica aumentar impuestos?
