Ay, pata, esto sí nos puso a todos a temblar anoche. Un terremoto de 6.1 sacudió Quepos y toda la Central, dejando a más de uno con el corazón en la garganta. Lo bueno es que, a pesar del susto, parece que los daños fueron mínimos, aunque ya saben cómo es esto, luego siempre hay algún vecino quejándose del crujido de las paredes.
El temblor, que ocurrió a eso de las nueve y media de la noche, pegó duro, especialmente en la Zona de los Santos y alrededores. Según la Red Sismológica Nacional, el foco estuvo a unos 20 kilómetros al sur de Quepos, a una profundidad de 24 kilómetros. Imagínate, ahí nomás, casi te da para ir caminando... si fuera seguro, claro. El USGS, esos gringos, lo midieron un poquito más bajo, en 5.9, pero aquí no le hacemos mucho caso a esas medidas. ¡Que nosotros lo sentimos así, varón!
Después del primer golpe, vino una ráfaga de réplicas, unas más fuertes que otras, hasta que el pueblo entero estaba pensando: ‘¿esto cuándo se acaba?’ Entre 2.6 y 4.1 de magnitud, diay, suficiente para mantenernos alerta. Por suerte, el Sinamot, esa gente que vigila las mareas, mandó un comunicado rapidito diciendo que no había riesgo de tsunami, así que nos quitamos un peso de encima. Menos mal, porque ya estábamos imaginándonos olas gigantes tragándose Jacó y Parrita.
Lo que sí quedó clarito es que el temblor se hizo sentir en todo el país, desde Liberia hasta Puerto Viejo. Algunos vecinos dijeron que vieron caer objetos de los anaqueles, sobre todo en los negocios y casas de la zona de Quepos y la Zona de los Santos. “Hubo unos cuantos destrozos, nada grave, pero sí causó preocupación,” comentaba Don Lolo, dueño de la pulpería esquina del parque. Además, hubo problemas de luz en algunos cantones, sobre todo en Jacó, Parrita y Quepos. ¡Qué lata tener que andar a tientas con la linterna en medio de la noche!
Las autoridades de la Comisión Nacional de Emergencias ya están evaluando la situación y dando seguimiento a los reportes. Han dicho que están atendiendo las necesidades básicas de las personas afectadas y coordinando la reparación de los servicios públicos. Eso dicen, a ver si cumplen. Uno nunca sabe con estos políticos... siempre buscando justificar su salario, aunque todo esté en orden. Pero bueno, esperemos que hagan bien su brete, porque la seguridad de la población es lo primero.
Ahora, pensando en las cosas, este temblor nos recordó que vivimos en un país sísmico, que estamos sentados encima de una falla geológica gigante. Ya sabemos que Costa Rica está llena de volcanes, y eso trae sus consecuencias. ¿Por qué seguimos construyendo casas sin cumplir con las normas sísimicas? ¡Parece mentira que aún no aprendamos la lección! Deberían ponerle más ojo a estas cosas, porque un día nos despertaremos con una verdadera torta y no habrá quien nos salve.
Comparado con otros países, como Ecuador o incluso Nueva Zelanda, que están acostumbrados a este tipo de eventos, nosotros nos asustamos más fácil. Ellos allá tienen sistemas de alerta temprana y protocolos bien definidos. Nosotros, pues… bueno, esperamos a que empiece a temblar para empezar a gritar. Quizá deberíamos aprender de ellos y prepararnos mejor para enfrentar estos eventos naturales. Invirtir en educación sísmica, fortalecer las estructuras, crear planes de evacuación… cualquier cosa estaría bien, porque este país es lindo, pero también nos puede dar sustos de muerte.
En fin, anoche nos tocó pasar un buen susto, pero afortunadamente todo salió bien. Ahora, la vida sigue, y esperamos que no tengamos que volver a vivir algo así pronto. Aunque, siendo honestos, sabiendo cómo anda la Madre Tierra, ya nos vamos preparando mentalmente. ¿Ustedes creen que deberían obligar a reforzar todas las casas antiguas para resistir un temblor fuerte, o piensan que eso sería demasiado costoso e inútil?
El temblor, que ocurrió a eso de las nueve y media de la noche, pegó duro, especialmente en la Zona de los Santos y alrededores. Según la Red Sismológica Nacional, el foco estuvo a unos 20 kilómetros al sur de Quepos, a una profundidad de 24 kilómetros. Imagínate, ahí nomás, casi te da para ir caminando... si fuera seguro, claro. El USGS, esos gringos, lo midieron un poquito más bajo, en 5.9, pero aquí no le hacemos mucho caso a esas medidas. ¡Que nosotros lo sentimos así, varón!
Después del primer golpe, vino una ráfaga de réplicas, unas más fuertes que otras, hasta que el pueblo entero estaba pensando: ‘¿esto cuándo se acaba?’ Entre 2.6 y 4.1 de magnitud, diay, suficiente para mantenernos alerta. Por suerte, el Sinamot, esa gente que vigila las mareas, mandó un comunicado rapidito diciendo que no había riesgo de tsunami, así que nos quitamos un peso de encima. Menos mal, porque ya estábamos imaginándonos olas gigantes tragándose Jacó y Parrita.
Lo que sí quedó clarito es que el temblor se hizo sentir en todo el país, desde Liberia hasta Puerto Viejo. Algunos vecinos dijeron que vieron caer objetos de los anaqueles, sobre todo en los negocios y casas de la zona de Quepos y la Zona de los Santos. “Hubo unos cuantos destrozos, nada grave, pero sí causó preocupación,” comentaba Don Lolo, dueño de la pulpería esquina del parque. Además, hubo problemas de luz en algunos cantones, sobre todo en Jacó, Parrita y Quepos. ¡Qué lata tener que andar a tientas con la linterna en medio de la noche!
Las autoridades de la Comisión Nacional de Emergencias ya están evaluando la situación y dando seguimiento a los reportes. Han dicho que están atendiendo las necesidades básicas de las personas afectadas y coordinando la reparación de los servicios públicos. Eso dicen, a ver si cumplen. Uno nunca sabe con estos políticos... siempre buscando justificar su salario, aunque todo esté en orden. Pero bueno, esperemos que hagan bien su brete, porque la seguridad de la población es lo primero.
Ahora, pensando en las cosas, este temblor nos recordó que vivimos en un país sísmico, que estamos sentados encima de una falla geológica gigante. Ya sabemos que Costa Rica está llena de volcanes, y eso trae sus consecuencias. ¿Por qué seguimos construyendo casas sin cumplir con las normas sísimicas? ¡Parece mentira que aún no aprendamos la lección! Deberían ponerle más ojo a estas cosas, porque un día nos despertaremos con una verdadera torta y no habrá quien nos salve.
Comparado con otros países, como Ecuador o incluso Nueva Zelanda, que están acostumbrados a este tipo de eventos, nosotros nos asustamos más fácil. Ellos allá tienen sistemas de alerta temprana y protocolos bien definidos. Nosotros, pues… bueno, esperamos a que empiece a temblar para empezar a gritar. Quizá deberíamos aprender de ellos y prepararnos mejor para enfrentar estos eventos naturales. Invirtir en educación sísmica, fortalecer las estructuras, crear planes de evacuación… cualquier cosa estaría bien, porque este país es lindo, pero también nos puede dar sustos de muerte.
En fin, anoche nos tocó pasar un buen susto, pero afortunadamente todo salió bien. Ahora, la vida sigue, y esperamos que no tengamos que volver a vivir algo así pronto. Aunque, siendo honestos, sabiendo cómo anda la Madre Tierra, ya nos vamos preparando mentalmente. ¿Ustedes creen que deberían obligar a reforzar todas las casas antiguas para resistir un temblor fuerte, o piensan que eso sería demasiado costoso e inútil?