¡Ay, Dios mío! Se armó un brete tremendo en la Universidad Nacional (UNA) este lunes. Una amenaza de ataque armado dejó a todos sacudidos y provocó la evacuación parcial del campus. La tranquilidad habitual de Ciudad Universitaria quedó hecha pedazos, y ahora toca ver cómo se maneja esto, porque ni Don Joaquín se esperaba semejante lío.
Según nos cuentan los allegados a la rectoría, la alarma saltó cuando recibieron información anónima sobre una posible balacera. No sabemos qué detonó todo esto, si fue alguna bronca interna, alguna venganza o simplemente un chiste macabro que se les fue de las manos. Pero el caso es que la universidad tuvo que activar sus protocolos de seguridad y ponerle pausa a toda actividad presencial, ¡tremenda carga!
Lo más preocupante fueron las reacciones en los grupos de WhatsApp de las residencias estudiantiles. Ahí voló el mensaje: “¡Encierrense! No dejen pasar a nadie”. Imagínense el pánico, el corazón latiéndole a mil por hora, tratando de procesar qué estaba pasando realmente. Algunos estudiantes intentaron salir, otros se quedaron atrincherados esperando a ver qué pasaba, mientras la administración se movía rápido para coordinar la situación.
Porfirio Córdoba, Ministro de Seguridad Pública, ya llegó al lugar para supervisar las investigaciones. Aseguró que están rastreando la fuente de la amenaza y que no descansarán hasta identificar a los responsables. “Vamos a llevar a estos tipos ante la justicia, pa’ que paguen por asustar así a nuestros muchachos”, declaró en conferencia de prensa, visiblemente molesto. Esperemos que sí, porque esto da mucho que pensar y deja un sabor amargo en la boca.
La suspensión de clases presenciales regirá hasta el próximo miércoles, día 26 de noviembre. Todas las actividades administrativas y académicas se trasladarán a plataformas virtuales, buscando minimizar el impacto en el calendario académico. Muchos estudiantes se quejan, claro está, pues ya tenían planes y compromisos. Pero bueno, la seguridad siempre tiene que primar, ¿no creen?
Este incidente reaviva el debate sobre la seguridad en nuestras universidades públicas. ¿Realmente estamos preparados para enfrentar situaciones de riesgo? ¿Son suficientes los recursos destinados a la protección de los estudiantes y el personal docente? Estas preguntas no deberían quedar flotando en el aire, sino exigir respuestas claras y acciones concretas por parte de las autoridades competentes. Necesitamos fortalecer la vigilancia, capacitar al personal de seguridad y fomentar una cultura de denuncia y prevención.
Más allá de lo legal y administrativo, este hecho nos toca la fibra sensible como comunidad. Nos recuerda que vivimos en un país donde la violencia acecha a cualquier esquina, incluso dentro de los muros sagrados de la educación. Tenemos que redoblar esfuerzos para construir una sociedad más justa, segura y pacífica para todos, porque ya basta de sustos y tragedias. ¡Que le den ganas a quien quiere causar daño!
Y acá termina mi reporte, queridos lectores. Ahora me pregunto... ¿Ustedes creen que este tipo de amenazas son fruto de la crisis social que estamos viviendo o hay intereses ocultos detrás de todo esto? ¿Qué medidas cree usted que debería tomar el gobierno para garantizar la seguridad en las universidades y evitar que estas situaciones se repitan? Déjeme saber su opinión en los comentarios, ¡me interesa leerla!
Según nos cuentan los allegados a la rectoría, la alarma saltó cuando recibieron información anónima sobre una posible balacera. No sabemos qué detonó todo esto, si fue alguna bronca interna, alguna venganza o simplemente un chiste macabro que se les fue de las manos. Pero el caso es que la universidad tuvo que activar sus protocolos de seguridad y ponerle pausa a toda actividad presencial, ¡tremenda carga!
Lo más preocupante fueron las reacciones en los grupos de WhatsApp de las residencias estudiantiles. Ahí voló el mensaje: “¡Encierrense! No dejen pasar a nadie”. Imagínense el pánico, el corazón latiéndole a mil por hora, tratando de procesar qué estaba pasando realmente. Algunos estudiantes intentaron salir, otros se quedaron atrincherados esperando a ver qué pasaba, mientras la administración se movía rápido para coordinar la situación.
Porfirio Córdoba, Ministro de Seguridad Pública, ya llegó al lugar para supervisar las investigaciones. Aseguró que están rastreando la fuente de la amenaza y que no descansarán hasta identificar a los responsables. “Vamos a llevar a estos tipos ante la justicia, pa’ que paguen por asustar así a nuestros muchachos”, declaró en conferencia de prensa, visiblemente molesto. Esperemos que sí, porque esto da mucho que pensar y deja un sabor amargo en la boca.
La suspensión de clases presenciales regirá hasta el próximo miércoles, día 26 de noviembre. Todas las actividades administrativas y académicas se trasladarán a plataformas virtuales, buscando minimizar el impacto en el calendario académico. Muchos estudiantes se quejan, claro está, pues ya tenían planes y compromisos. Pero bueno, la seguridad siempre tiene que primar, ¿no creen?
Este incidente reaviva el debate sobre la seguridad en nuestras universidades públicas. ¿Realmente estamos preparados para enfrentar situaciones de riesgo? ¿Son suficientes los recursos destinados a la protección de los estudiantes y el personal docente? Estas preguntas no deberían quedar flotando en el aire, sino exigir respuestas claras y acciones concretas por parte de las autoridades competentes. Necesitamos fortalecer la vigilancia, capacitar al personal de seguridad y fomentar una cultura de denuncia y prevención.
Más allá de lo legal y administrativo, este hecho nos toca la fibra sensible como comunidad. Nos recuerda que vivimos en un país donde la violencia acecha a cualquier esquina, incluso dentro de los muros sagrados de la educación. Tenemos que redoblar esfuerzos para construir una sociedad más justa, segura y pacífica para todos, porque ya basta de sustos y tragedias. ¡Que le den ganas a quien quiere causar daño!
Y acá termina mi reporte, queridos lectores. Ahora me pregunto... ¿Ustedes creen que este tipo de amenazas son fruto de la crisis social que estamos viviendo o hay intereses ocultos detrás de todo esto? ¿Qué medidas cree usted que debería tomar el gobierno para garantizar la seguridad en las universidades y evitar que estas situaciones se repitan? Déjeme saber su opinión en los comentarios, ¡me interesa leerla!