¡Ay, Dios mío! Se puso feísimo el ambiente en la campaña. Fernando Zamora, del Nuevo Gen, soltó la bomba ayer: si el PLN o el oficialismo llegan a Casa Amarilla, “será el fin” del campo costarricense. Lo dijo así, sin tapujos, durante un mitin en San Carlos, donde se esperaba mucha gente del sector agrícola. Ya saben, ahí la cosa es muy seria, y los campesinos no se andan con rodeos.
Zamora viene renegando desde hace tiempo con este tema de los tratados comerciales. Él dice que la Alianza del Pacífico y el CPTPP son como firmar un contrato con el diablo para los pequeños productores. Según él, esos acuerdos abren la puerta a los gigantes agrícolas de otros países – Chile, México, Perú, etc. – que tienen precios más bajos gracias a subsidios y logísticas súper eficientes. Pa' ellos, quitarle el huesito a los productores nacionales sería pan comido.
“Miren, nos quieren meter en un juego donde no podemos competir”, explicó Zamora con su estilo directo. “Aquí tenemos agricultores luchando con créditos altos, fertilizantes carísimos y hasta problemas pa’ conseguir permisos sanitarios. Mientras tanto, allá afuera tienen productos subsidiados llegando a nuestra costa a precios ridículos. ¡Es injusto, pura torta!”. De hecho, la situación es preocupante; muchos agricultores ya están sintiéndose la presión de la competencia internacional.
El candidato del Nuevo Gen propone otra cosa: fortalecer el campo interno. Su idea es crear parques tecnológicos agropecuarios, garantizar créditos competitivos para los productores, bajar los impuestos y, sobre todo, apostar por una “potencia agroindustrial verde”. En otras palabras, quiere hacer de Costa Rica un referente en agricultura sostenible y tecnológicamente avanzada, pero protegiendo a los que trabajan la tierra.
Y ojo, esto no es solamente cuestión de dinero o tecnología. Zamora también habla de seguridad jurídica, de proteger la soberanía alimentaria del país. Dice que estamos dependiendo demasiado de las importaciones y eso es peligroso, especialmente en tiempos de crisis global. “Imagínense si pasa algo y no podemos producir nuestro propio arroz, frijoles o plátanos… ¡nos iríamos al traste!”, exclamó con énfasis.
La verdad, este debate sobre el futuro del agro es crucial. No es solo hablar de unos cuantos campesinos; estamos hablando de alimentar a toda la población. Si dependemos de barcos extranjeros pa’ tener comida en la mesa, perdemos control de nuestro destino. Ya sabemos cómo son los mercados internacionales; los precios cambian, las cadenas de suministro se interrumpen... Mejor tener nuestro propio brete seguro, ¿no creen?
Por supuesto, no todos están de acuerdo con Zamora. Sus detractores dicen que sus propuestas son populistas y que obstaculizan el crecimiento económico. Afirman que los tratados comerciales traen beneficios a largo plazo y que no se puede proteger a los productores a cualquier costo. Pero los campesinos, como siempre, siguen siendo los que pagan la factura. Ahí les queda la reflexión, mamerto. Esta elección va a definir qué rumbo tomamos como país, y el campo es parte fundamental de ese camino.
Ahora sí, cuéntenme: ¿Ustedes creen que realmente es posible proteger al productor nacional sin afectar el comercio internacional? ¿O es inevitable abrirnos al mundo, aunque eso signifique sacrificar algunas cosas? ¡Dígame qué piensa!
Zamora viene renegando desde hace tiempo con este tema de los tratados comerciales. Él dice que la Alianza del Pacífico y el CPTPP son como firmar un contrato con el diablo para los pequeños productores. Según él, esos acuerdos abren la puerta a los gigantes agrícolas de otros países – Chile, México, Perú, etc. – que tienen precios más bajos gracias a subsidios y logísticas súper eficientes. Pa' ellos, quitarle el huesito a los productores nacionales sería pan comido.
“Miren, nos quieren meter en un juego donde no podemos competir”, explicó Zamora con su estilo directo. “Aquí tenemos agricultores luchando con créditos altos, fertilizantes carísimos y hasta problemas pa’ conseguir permisos sanitarios. Mientras tanto, allá afuera tienen productos subsidiados llegando a nuestra costa a precios ridículos. ¡Es injusto, pura torta!”. De hecho, la situación es preocupante; muchos agricultores ya están sintiéndose la presión de la competencia internacional.
El candidato del Nuevo Gen propone otra cosa: fortalecer el campo interno. Su idea es crear parques tecnológicos agropecuarios, garantizar créditos competitivos para los productores, bajar los impuestos y, sobre todo, apostar por una “potencia agroindustrial verde”. En otras palabras, quiere hacer de Costa Rica un referente en agricultura sostenible y tecnológicamente avanzada, pero protegiendo a los que trabajan la tierra.
Y ojo, esto no es solamente cuestión de dinero o tecnología. Zamora también habla de seguridad jurídica, de proteger la soberanía alimentaria del país. Dice que estamos dependiendo demasiado de las importaciones y eso es peligroso, especialmente en tiempos de crisis global. “Imagínense si pasa algo y no podemos producir nuestro propio arroz, frijoles o plátanos… ¡nos iríamos al traste!”, exclamó con énfasis.
La verdad, este debate sobre el futuro del agro es crucial. No es solo hablar de unos cuantos campesinos; estamos hablando de alimentar a toda la población. Si dependemos de barcos extranjeros pa’ tener comida en la mesa, perdemos control de nuestro destino. Ya sabemos cómo son los mercados internacionales; los precios cambian, las cadenas de suministro se interrumpen... Mejor tener nuestro propio brete seguro, ¿no creen?
Por supuesto, no todos están de acuerdo con Zamora. Sus detractores dicen que sus propuestas son populistas y que obstaculizan el crecimiento económico. Afirman que los tratados comerciales traen beneficios a largo plazo y que no se puede proteger a los productores a cualquier costo. Pero los campesinos, como siempre, siguen siendo los que pagan la factura. Ahí les queda la reflexión, mamerto. Esta elección va a definir qué rumbo tomamos como país, y el campo es parte fundamental de ese camino.
Ahora sí, cuéntenme: ¿Ustedes creen que realmente es posible proteger al productor nacional sin afectar el comercio internacional? ¿O es inevitable abrirnos al mundo, aunque eso signifique sacrificar algunas cosas? ¡Dígame qué piensa!