¡Ay, Dios mío, qué bronca! Resulta que la Sutel acaba de anunciar los resultados de la subasta de frecuencias de radio y televisión, y la cosa no pinta nada pretty para los mediecitos. Parece que solo los tiburones pudieron nadar en esas aguas turbias, dejando a muchos medios comunitarios, religiosos y pymes varados en la orilla. ¡Una pena, diay!
Para refrescarle la memoria a los más jóvenes, la Sutel puso a la venta 17 frecuencias para radio FM a nivel nacional, tres FM regionales, una AM nacional y cuatro canales de televisión nacionales. Esto era parte del plan del gobierno para modernizar el uso del espectro radioeléctrico, pero parece que se les fue el tiro por la culata al no considerar el impacto en los medios más pequeños.
La lista de interesados incluía nombres conocidos como Repretel, Central de Radio, Teletica y Grupo Extra, pero también una buena cantidad de estaciones y emisoras más modestas, muchas de ellas con años de trayectoria sirviendo a sus comunidades. Pero los precios base, ¡madre mía!, eran tan salados que parecían diseñados para ahogar a cualquiera que no tuviera billetera gruesa. Muchos opinaban que eran excesivamente altos, sencillamente imposibles para pequeños operadores.
Según la Sutel, recibieron 25 ofertas en total, un número decente, pero engañoso si consideramos que muchos de esos interesados eran los grandes conglomerados mediáticos. Grupos como Asociación Internacional Pasión por las Almas, Faro del Caribe, Iglesia Adventista y Radio María, intentaron jugar, pero la brecha económica era demasiado grande. También vemos al Consorcio BBN-AM, asociaciones de cartago y consorcios regionales dando la batalla, pero poco esperanzados.
Y el panorama empeora si miramos a las televisoras. Prácticamente ninguna estación regional pudo siquiera presentar una oferta competitiva. Medios como TV Sur en Pérez Zeledón, Radio Casino de Limón, TVN Canal 14 de San Carlos y Telefides, que cubren comunidades alejadas y ofrecen programación local valiosa, estaban prácticamente condenadas desde el principio. Estos espacios, diay, son vitales para mantener a la gente conectada y informada, especialmente en zonas donde no hay muchas opciones.
Lo que más preocupa es el impacto que esto tendrá en la diversidad de voces y perspectivas en nuestra radio y televisión. Cuando solo unos pocos actores dominan el escenario mediático, corremos el riesgo de caer en una homogenización de la información y la cultura. ¿Será este el comienzo de una era donde solo los multimedios con más capital tengan acceso a transmitir?
La Cámara Nacional de Radio (Canara) estima que alrededor de 60 emisoras podrían verse obligadas a cerrar sus puertas, mientras que Saray Amador, de Canartel, advierte que la ausencia de señal aérea afectará principalmente a las familias de bajos recursos. El Tribunal Contencioso aún tiene que resolver los casos presentados por las cámaras empresariales, quienes argumentan que la subasta viola principios fundamentales de libertad de expresión y competencia leal. La incertidumbre es palpable, ¿qué futuro le espera al periodismo independiente en Costa Rica?
Ante este panorama desalentador, me pregunto: ¿Estamos dispuestos a sacrificar la diversidad y el pluralismo informativo en aras de unos pocos ganadores económicos? ¿Debería el gobierno reconsiderar su estrategia y buscar alternativas para garantizar que todos los medios, grandes y pequeños, tengan la oportunidad de competir en igualdad de condiciones? ¡Déjame saber tu opinión en los comentarios!
Para refrescarle la memoria a los más jóvenes, la Sutel puso a la venta 17 frecuencias para radio FM a nivel nacional, tres FM regionales, una AM nacional y cuatro canales de televisión nacionales. Esto era parte del plan del gobierno para modernizar el uso del espectro radioeléctrico, pero parece que se les fue el tiro por la culata al no considerar el impacto en los medios más pequeños.
La lista de interesados incluía nombres conocidos como Repretel, Central de Radio, Teletica y Grupo Extra, pero también una buena cantidad de estaciones y emisoras más modestas, muchas de ellas con años de trayectoria sirviendo a sus comunidades. Pero los precios base, ¡madre mía!, eran tan salados que parecían diseñados para ahogar a cualquiera que no tuviera billetera gruesa. Muchos opinaban que eran excesivamente altos, sencillamente imposibles para pequeños operadores.
Según la Sutel, recibieron 25 ofertas en total, un número decente, pero engañoso si consideramos que muchos de esos interesados eran los grandes conglomerados mediáticos. Grupos como Asociación Internacional Pasión por las Almas, Faro del Caribe, Iglesia Adventista y Radio María, intentaron jugar, pero la brecha económica era demasiado grande. También vemos al Consorcio BBN-AM, asociaciones de cartago y consorcios regionales dando la batalla, pero poco esperanzados.
Y el panorama empeora si miramos a las televisoras. Prácticamente ninguna estación regional pudo siquiera presentar una oferta competitiva. Medios como TV Sur en Pérez Zeledón, Radio Casino de Limón, TVN Canal 14 de San Carlos y Telefides, que cubren comunidades alejadas y ofrecen programación local valiosa, estaban prácticamente condenadas desde el principio. Estos espacios, diay, son vitales para mantener a la gente conectada y informada, especialmente en zonas donde no hay muchas opciones.
Lo que más preocupa es el impacto que esto tendrá en la diversidad de voces y perspectivas en nuestra radio y televisión. Cuando solo unos pocos actores dominan el escenario mediático, corremos el riesgo de caer en una homogenización de la información y la cultura. ¿Será este el comienzo de una era donde solo los multimedios con más capital tengan acceso a transmitir?
La Cámara Nacional de Radio (Canara) estima que alrededor de 60 emisoras podrían verse obligadas a cerrar sus puertas, mientras que Saray Amador, de Canartel, advierte que la ausencia de señal aérea afectará principalmente a las familias de bajos recursos. El Tribunal Contencioso aún tiene que resolver los casos presentados por las cámaras empresariales, quienes argumentan que la subasta viola principios fundamentales de libertad de expresión y competencia leal. La incertidumbre es palpable, ¿qué futuro le espera al periodismo independiente en Costa Rica?
Ante este panorama desalentador, me pregunto: ¿Estamos dispuestos a sacrificar la diversidad y el pluralismo informativo en aras de unos pocos ganadores económicos? ¿Debería el gobierno reconsiderar su estrategia y buscar alternativas para garantizar que todos los medios, grandes y pequeños, tengan la oportunidad de competir en igualdad de condiciones? ¡Déjame saber tu opinión en los comentarios!