¡Ay, Dios mío! Esto del espectro radioeléctrico se está poniendo feísimo. Resulta que la Sutel acaba de recibir apenas 25 ofertas para la subasta de frecuencias de radio y televisión, y la cosa pinta a que los grandes peces se comen toda la pesca. ¡Qué carga!
Para ponerle un poco de contexto a esta vaina, recordemos que esto viene de raíz. El gobierno quería modernizar el uso del espectro radioeléctrico, que es como el espacio en el aire que usan las radios y teles para transmitir. Era la promesa de innovación, de más opciones para nosotros, los televidentes y radioescuchas. Pero parece que la realidad es otra, ¿verdad?
Lo que pasó es que los precios base que puso la Sutel eran demasiado salados, especialmente para los medios más pequeños, aquellos que le dan voz a las provincias y que hacen periodismo comunitario. Muchos de ellos, medios religiosos, culturales, incluso pequeñas empresas (pymes), simplemente no pudieron competir. ¡Una torta! Les quedó inviable entrar al juego.
Ahora, miren quiénes sí se animaron. Repretel, con sus múltiples canales y emisoras, claro que sí. Teletica, otro gigante, también metió mano. El Grupo Extra, con su estrategia de mantenerse en el negocio, tampoco se quedó atrás. Y luego aparecen consorcios y asociaciones buscando asegurar sus frecuencias. ¡Qué nivel de competencia, eh!
Pero aquí viene lo malo, mi pana. Si solo los grandes tienen acceso a las frecuencias, ¿qué pasa con la diversidad de voces? ¿Qué pasa con el periodismo local, con las estaciones que le hablan a las comunidades más alejadas? Hay quienes dicen que esto va a terminar concentrando el poder mediático en pocas manos, y eso, sin exagerar, es preocupante. Imagínate tener solo las mismas noticias y las mismas perspectivas en todas partes... ¡Un brete!
Y no nos olvidemos de la preocupación por la posible entrada de plata turbia. Con esos precios que se manejan, abre la puerta a que inversionistas con malas intenciones entren a comprar frecuencias, influyendo en la programación y en la información que recibimos. ¡Que sal! Que nadie se haga ilusiones, la corrupción siempre encuentra la forma de meterse en estos asuntos.
La Cámara Nacional de Radio y Televisión (Canartel) y otras organizaciones del sector ya han ido a la Corte, esperando que frenen el proceso. Dicen que la subasta favorece a los más ricos y perjudica a los más débiles. Saray Amador, de Canartel, lo dejó muy claro: “Los únicos que podrán quedarse con las frecuencias serán los más fuertes económicamente hablando.” ¡Qué desazón!
En fin, esto es un panorama complejo y lleno de interrogantes. Parece que la apuesta del gobierno por modernizar el espectro radioeléctrico ha terminado dejando fuera a muchos actores importantes. ¿Será que realmente estamos perdiendo la diversidad de voces en los medios de comunicación? ¿O habrá alguna solución para garantizar que todos tengan la oportunidad de tener su espacio en el aire? ¡Diyad! Cuéntenme qué piensan ustedes en el foro, ¿creen que el futuro de la radio y la tele en Costa Rica está condenado a ser dominado por unos pocos?
Para ponerle un poco de contexto a esta vaina, recordemos que esto viene de raíz. El gobierno quería modernizar el uso del espectro radioeléctrico, que es como el espacio en el aire que usan las radios y teles para transmitir. Era la promesa de innovación, de más opciones para nosotros, los televidentes y radioescuchas. Pero parece que la realidad es otra, ¿verdad?
Lo que pasó es que los precios base que puso la Sutel eran demasiado salados, especialmente para los medios más pequeños, aquellos que le dan voz a las provincias y que hacen periodismo comunitario. Muchos de ellos, medios religiosos, culturales, incluso pequeñas empresas (pymes), simplemente no pudieron competir. ¡Una torta! Les quedó inviable entrar al juego.
Ahora, miren quiénes sí se animaron. Repretel, con sus múltiples canales y emisoras, claro que sí. Teletica, otro gigante, también metió mano. El Grupo Extra, con su estrategia de mantenerse en el negocio, tampoco se quedó atrás. Y luego aparecen consorcios y asociaciones buscando asegurar sus frecuencias. ¡Qué nivel de competencia, eh!
Pero aquí viene lo malo, mi pana. Si solo los grandes tienen acceso a las frecuencias, ¿qué pasa con la diversidad de voces? ¿Qué pasa con el periodismo local, con las estaciones que le hablan a las comunidades más alejadas? Hay quienes dicen que esto va a terminar concentrando el poder mediático en pocas manos, y eso, sin exagerar, es preocupante. Imagínate tener solo las mismas noticias y las mismas perspectivas en todas partes... ¡Un brete!
Y no nos olvidemos de la preocupación por la posible entrada de plata turbia. Con esos precios que se manejan, abre la puerta a que inversionistas con malas intenciones entren a comprar frecuencias, influyendo en la programación y en la información que recibimos. ¡Que sal! Que nadie se haga ilusiones, la corrupción siempre encuentra la forma de meterse en estos asuntos.
La Cámara Nacional de Radio y Televisión (Canartel) y otras organizaciones del sector ya han ido a la Corte, esperando que frenen el proceso. Dicen que la subasta favorece a los más ricos y perjudica a los más débiles. Saray Amador, de Canartel, lo dejó muy claro: “Los únicos que podrán quedarse con las frecuencias serán los más fuertes económicamente hablando.” ¡Qué desazón!
En fin, esto es un panorama complejo y lleno de interrogantes. Parece que la apuesta del gobierno por modernizar el espectro radioeléctrico ha terminado dejando fuera a muchos actores importantes. ¿Será que realmente estamos perdiendo la diversidad de voces en los medios de comunicación? ¿O habrá alguna solución para garantizar que todos tengan la oportunidad de tener su espacio en el aire? ¡Diyad! Cuéntenme qué piensan ustedes en el foro, ¿creen que el futuro de la radio y la tele en Costa Rica está condenado a ser dominado por unos pocos?