¡Ay, Dios mío, qué vaina! Resulta que los jóvenes de este país, esos que andan estudiando hasta en cambré, están eligiendo carreras que, pa' colmo, tienen más competencia que gallo en feria. Una prueba vocacional que hicieron en varias universidades reveló una tremenda desconexión entre lo que le sueñan a los muchachos y lo que realmente hay disponible para ellos en el mercado laboral. Parece que algunos todavía no pillan que estudiar no es solo por tener un título colgado, sino por poder ganarse el pan y queso dignamente, ¿me entienden?
UniversidadesCR, esa plataforma que ayuda a los estudiantes a encontrar su camino, aplicó la prueba a más de 150 mil chicos y chicas este año. El dato es contundente: Medicina, Administración, Derecho y Psicología siguen siendo las favoritas, pero ojo, porque ahí viene el golpe bajo... ¡Están super saturas! Ya no alcanza con tener buenas notas, parece que hay que nacer con suerte para conseguir un buen puesto en esas áreas.
La cosa es así: todos quieren ser doctores, abogados o psicólogos, pero a nadie le importa tantito investigar si realmente hay necesidad de tantos profesionales en esos campos. Yo creo que muchos se guían por lo que ven en la tele, o por lo que dicen sus papás, pero poca gente hace un análisis serio de las oportunidades reales. ¡Qué pena!
Y no me vengan con que “el esfuerzo siempre vale la pena”. Claro que sí, pero también hay que ser realista. Si te dedicas a estudiar una carrera que ya tiene como veinte profesionales esperando chamba, vas a estar pataleando para agarrarte a un puno. Esto no quiere decir que esas carreras sean malas, ni mucho menos, pero sí significa que hay que pensar dos veces antes de invertir años y billetes en algo que puede no dar frutos.
Los expertos de UniversidadesCR nos ponen encima de la mesa una verdad incómoda: la vocación es importante, pero no lo es todo. Hay que combinar la pasión por una disciplina con una evaluación objetiva de la demanda laboral. Es decir, averiguar qué necesita el país, qué habilidades faltan, y orientarse hacia ahí. Porque, créanme, los títulos bonitos no sirven de nada si luego no puedes conseguirlos para aplicar en un brete decente.
Ahora bien, ¿qué alternativas tenemos? Bueno, aquí entran las carreras técnicas, las ingenierías especializadas, y todas esas opciones que a veces pasan desapercibidas porque no tienen tanto glamour. Pero ojo, ahí está la clave: enfocarse en lo que el país necesita, en las áreas donde hay innovación y crecimiento. Por ejemplo, ¿cuántos especialistas en energías renovables necesitamos? ¿Cuántos programadores estamos buscando desesperadamente? Ahí, mis amigos, pueden surgir las mejores oportunidades.
Es triste decirlo, pero parece que la mentalidad de “ir por lo tradicional” sigue muy arraigada en nuestra sociedad. Muchos padres aún presionan a sus hijos para que estudien Derecho o Medicina, sin importarles si realmente eso es lo que les apasiona o si hay trabajo disponible. Necesitamos cambiar esa cultura, fomentar la curiosidad, la exploración de nuevas áreas, y valorar las profesiones técnicas como algo tan prestigioso como cualquier carrera universitaria.
En fin, la reflexión final es esta: ¿Deberíamos exigir que los colegios y universidades incluyan talleres obligatorios sobre planificación de carrera y orientación vocacional, que vayan más allá de simples pruebas de personalidad y abarquen un análisis concreto de la oferta y demanda laboral en Costa Rica? ¡Díganme qué piensan ustedes en el foro! Será interesante escuchar sus opiniones y experiencias sobre este tema que nos afecta a todos.
UniversidadesCR, esa plataforma que ayuda a los estudiantes a encontrar su camino, aplicó la prueba a más de 150 mil chicos y chicas este año. El dato es contundente: Medicina, Administración, Derecho y Psicología siguen siendo las favoritas, pero ojo, porque ahí viene el golpe bajo... ¡Están super saturas! Ya no alcanza con tener buenas notas, parece que hay que nacer con suerte para conseguir un buen puesto en esas áreas.
La cosa es así: todos quieren ser doctores, abogados o psicólogos, pero a nadie le importa tantito investigar si realmente hay necesidad de tantos profesionales en esos campos. Yo creo que muchos se guían por lo que ven en la tele, o por lo que dicen sus papás, pero poca gente hace un análisis serio de las oportunidades reales. ¡Qué pena!
Y no me vengan con que “el esfuerzo siempre vale la pena”. Claro que sí, pero también hay que ser realista. Si te dedicas a estudiar una carrera que ya tiene como veinte profesionales esperando chamba, vas a estar pataleando para agarrarte a un puno. Esto no quiere decir que esas carreras sean malas, ni mucho menos, pero sí significa que hay que pensar dos veces antes de invertir años y billetes en algo que puede no dar frutos.
Los expertos de UniversidadesCR nos ponen encima de la mesa una verdad incómoda: la vocación es importante, pero no lo es todo. Hay que combinar la pasión por una disciplina con una evaluación objetiva de la demanda laboral. Es decir, averiguar qué necesita el país, qué habilidades faltan, y orientarse hacia ahí. Porque, créanme, los títulos bonitos no sirven de nada si luego no puedes conseguirlos para aplicar en un brete decente.
Ahora bien, ¿qué alternativas tenemos? Bueno, aquí entran las carreras técnicas, las ingenierías especializadas, y todas esas opciones que a veces pasan desapercibidas porque no tienen tanto glamour. Pero ojo, ahí está la clave: enfocarse en lo que el país necesita, en las áreas donde hay innovación y crecimiento. Por ejemplo, ¿cuántos especialistas en energías renovables necesitamos? ¿Cuántos programadores estamos buscando desesperadamente? Ahí, mis amigos, pueden surgir las mejores oportunidades.
Es triste decirlo, pero parece que la mentalidad de “ir por lo tradicional” sigue muy arraigada en nuestra sociedad. Muchos padres aún presionan a sus hijos para que estudien Derecho o Medicina, sin importarles si realmente eso es lo que les apasiona o si hay trabajo disponible. Necesitamos cambiar esa cultura, fomentar la curiosidad, la exploración de nuevas áreas, y valorar las profesiones técnicas como algo tan prestigioso como cualquier carrera universitaria.
En fin, la reflexión final es esta: ¿Deberíamos exigir que los colegios y universidades incluyan talleres obligatorios sobre planificación de carrera y orientación vocacional, que vayan más allá de simples pruebas de personalidad y abarquen un análisis concreto de la oferta y demanda laboral en Costa Rica? ¡Díganme qué piensan ustedes en el foro! Será interesante escuchar sus opiniones y experiencias sobre este tema que nos afecta a todos.