¡Ay, Dios mío! Esto pinta feísimo, muchachos. La semana pasada, el Tecnológico de Costa Rica (TEC) recibió unas amenazas de bomba que sacudieron a toda la comunidad universitaria. Y ahora resulta que la Universidad de Costa Rica (UCR) también ha sido blanco de estas macanas, apenas un mes después. Parece que alguien anda buscando problemas y las universidades son el escenario elegido. ¡Qué sal!
La cosa comenzó con unos correos electrónicos anónimos que llegaban al TEC, amenazando con un tiroteo. Imagínate el susto que se llevaron, teniendo que cerrar todas las sedes por precaución. Desde el viernes 14 hasta el miércoles 19 de noviembre, cero clases presenciales, todo virtual. Un brete para estudiantes y profesores, que tuvieron que adaptarse sobre la marcha. La universidad no tardó en activar todos los protocolos de emergencia y colaborar con las autoridades para investigar quién está detrás de esto.
Juan Bautista Hernández, coordinador de seguridad del TEC, salió al frente para pedirle a la gente que eche una mano. “Si saben algo, diay, aunque sea una cosita pequeña, avisen al Organismo de Investigación Judicial (OIJ). No importa si piensan que no es importante, puede ser la pieza clave para resolver este asunto”. Él mismo hizo énfasis en que pueden contactarlos de forma anónima al 800-8000-645 o al WhatsApp 8800-0645. ¡Eso sí, que nadie esté calladito!
Pero la sorpresa llegó con la UCR. Justamente un mes después de las primeras amenazas al TEC, la UCR también recibió un mensaje similar. ¡Tremendo susto! De nuevo, nos vemos ante una ola preocupante de inseguridad que golpea al sistema educativo superior. Es claro que necesitamos tomar cartas en el asunto y fortalecer las medidas de seguridad en nuestras universidades, porque esto ya va superando lo aceptable.
Las autoridades educativas han declarado que están trabajando mancomunadamente para garantizar la seguridad de estudiantes, docentes y personal administrativo. Se están revisando los protocolos de seguridad, reforzando la vigilancia y colaborando estrechamente con el OIJ para identificar a los responsables de estas amenazas. Pero sinceramente, ¡qué carga! La incertidumbre pesa mucho, y la sensación de vulnerabilidad se siente en el ambiente.
Muchos se preguntan qué motiva a estas acciones. ¿Es simplemente una broma pesada, o hay algo más oscuro detrás? Algunos especulan con venganzas personales, mientras que otros ven una posible escalada de violencia social. Lo cierto es que la situación exige una respuesta contundente y coordinada, que vaya más allá de simples medidas de seguridad. Necesitamos abordar las causas profundas de la inseguridad en nuestro país, que van desde la desigualdad social hasta la falta de oportunidades para nuestros jóvenes.
Recordemos que estas amenazas ocurren en un contexto nacional marcado por la creciente preocupación por la delincuencia y la violencia. Las redes sociales se han convertido en caldo de cultivo para discursos violentos y amenazas anónimas, y es fundamental combatirlos con educación y conciencia ciudadana. Además, la situación política actual, con elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, podría estar exacerbando tensiones y creando un clima propicio para la radicalización.
En fin, la situación es delicada y requiere atención urgente. Ahora bien, ¿ustedes qué opinan? ¿Creen que las universidades deberían implementar medidas de seguridad aún más estrictas, como detectores de metales y guardias armados? ¿O creen que la solución pasa por fortalecer la convivencia pacífica y fomentar valores de respeto y tolerancia entre los estudiantes?
La cosa comenzó con unos correos electrónicos anónimos que llegaban al TEC, amenazando con un tiroteo. Imagínate el susto que se llevaron, teniendo que cerrar todas las sedes por precaución. Desde el viernes 14 hasta el miércoles 19 de noviembre, cero clases presenciales, todo virtual. Un brete para estudiantes y profesores, que tuvieron que adaptarse sobre la marcha. La universidad no tardó en activar todos los protocolos de emergencia y colaborar con las autoridades para investigar quién está detrás de esto.
Juan Bautista Hernández, coordinador de seguridad del TEC, salió al frente para pedirle a la gente que eche una mano. “Si saben algo, diay, aunque sea una cosita pequeña, avisen al Organismo de Investigación Judicial (OIJ). No importa si piensan que no es importante, puede ser la pieza clave para resolver este asunto”. Él mismo hizo énfasis en que pueden contactarlos de forma anónima al 800-8000-645 o al WhatsApp 8800-0645. ¡Eso sí, que nadie esté calladito!
Pero la sorpresa llegó con la UCR. Justamente un mes después de las primeras amenazas al TEC, la UCR también recibió un mensaje similar. ¡Tremendo susto! De nuevo, nos vemos ante una ola preocupante de inseguridad que golpea al sistema educativo superior. Es claro que necesitamos tomar cartas en el asunto y fortalecer las medidas de seguridad en nuestras universidades, porque esto ya va superando lo aceptable.
Las autoridades educativas han declarado que están trabajando mancomunadamente para garantizar la seguridad de estudiantes, docentes y personal administrativo. Se están revisando los protocolos de seguridad, reforzando la vigilancia y colaborando estrechamente con el OIJ para identificar a los responsables de estas amenazas. Pero sinceramente, ¡qué carga! La incertidumbre pesa mucho, y la sensación de vulnerabilidad se siente en el ambiente.
Muchos se preguntan qué motiva a estas acciones. ¿Es simplemente una broma pesada, o hay algo más oscuro detrás? Algunos especulan con venganzas personales, mientras que otros ven una posible escalada de violencia social. Lo cierto es que la situación exige una respuesta contundente y coordinada, que vaya más allá de simples medidas de seguridad. Necesitamos abordar las causas profundas de la inseguridad en nuestro país, que van desde la desigualdad social hasta la falta de oportunidades para nuestros jóvenes.
Recordemos que estas amenazas ocurren en un contexto nacional marcado por la creciente preocupación por la delincuencia y la violencia. Las redes sociales se han convertido en caldo de cultivo para discursos violentos y amenazas anónimas, y es fundamental combatirlos con educación y conciencia ciudadana. Además, la situación política actual, con elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, podría estar exacerbando tensiones y creando un clima propicio para la radicalización.
En fin, la situación es delicada y requiere atención urgente. Ahora bien, ¿ustedes qué opinan? ¿Creen que las universidades deberían implementar medidas de seguridad aún más estrictas, como detectores de metales y guardias armados? ¿O creen que la solución pasa por fortalecer la convivencia pacífica y fomentar valores de respeto y tolerancia entre los estudiantes?
