¡Quiiiiiiibo, pura vida raza! Aquí su coterránea favorita trayéndoles lo jugoso del nuevo Tratado de Libre Comercio con Israel. Y ojo, porque esto va mucho más allá de poder mandar piñas más baratas por allá. De verdad, díganme, ¿cuántas piñas creían que iban a cambiar el panorama tecnológico de nuestro país?
El experto Sandro Zolezzi, que siempre sabe de qué va la vaina, nos dice clarito que no hay que mirar este TLC con la mentalidad antigua. Ya quedó atrás la idea de que los tratados son solo para meter más fruta en otros mercados. Ahora la onda es otra: servicios modernos, tecnología punta, inversión gringa buena y unas reglas claras para jugar. Es como darle un empujón a nuestra economía para que evolucione, ¿caché?
Mira, la verdad, el intercambio de bienes entre nosotros e Israel no es precisamente que esté explotando. Ni cerca. Como dicen por ahí, ni siquiera nos estamos vendiendo suficientes productos para llenar un chunche. Pero ahí radica la clave: el verdadero tesoro no está en cuánto vamos a vender de banano, sino en qué podemos aprender y desarrollar gracias a este acuerdo. Es una jugada maestra, mae.
Israel, pa’ que se hagan una idea, no es conocido por tener campos enormes de café o plantaciones de mango. No, no. La onda de Israel es la tecnología. Son unos crack en agrotech, ciberseguridad, energías limpias, servicios digitales… ¡Lo que se les ocurra! Tienen un ecosistema súper potente, lleno de startups, universidades innovadoras y empresas que están inventando el futuro. Y ahora, ¡tenemos la puerta abierta para conectar con eso!
Y ¿qué significa eso para Costa Rica? Pues que podríamos atraer inversionistas gringos que quieren venir a instalar sus oficinas por acá, aprovechar nuestras leyes, nuestro talento, y usar el país como trampolín para entrar a toda Latinoamérica. Además, las empresas costarricenses podrían hacer alianzas con compañías israelíes, aprender de ellos y mejorar sus propios productos y servicios. ¡Sería una inyección de dinamismo y modernización para el país!
Ahora, claro, algunos dirán “¿Y quién va a pagar todo eso?”. Y es justo ahí donde entra la importancia de tener buenas políticas públicas. Necesitamos formar gente capacitada en temas tecnológicos, proteger nuestros datos personales, tener electricidad barata y estable, y crear un ambiente favorable para que las empresas quieran invertir en Costa Rica. Sino, este TLC podría quedar siendo solamente papel mojado, ¡qué pena sería!
No nos olvidemos que el TLC no es una varita mágica. No va a solucionar todos nuestros problemas de golpe. Pero sí nos da la oportunidad de impulsar sectores estratégicos como la tecnología de la información, el back office sofisticado, el análisis de datos y los servicios digitales. En pocas palabras, le damos un respiro a la vieja fórmula de exportar frutas y verduras, y apostamos por la inteligencia y la creatividad de nuestro pueblo. ¡Eso es lo que necesitamos, compa!
Entonces, aquí está la pregunta: ¿Qué medidas concretas creen que debería tomar el gobierno para aprovechar al máximo este TLC con Israel y convertirlo en una verdadera palanca para el desarrollo tecnológico de Costa Rica? ¡Déjenme sus ideas en los comentarios, quiero saber qué piensa la gente!
El experto Sandro Zolezzi, que siempre sabe de qué va la vaina, nos dice clarito que no hay que mirar este TLC con la mentalidad antigua. Ya quedó atrás la idea de que los tratados son solo para meter más fruta en otros mercados. Ahora la onda es otra: servicios modernos, tecnología punta, inversión gringa buena y unas reglas claras para jugar. Es como darle un empujón a nuestra economía para que evolucione, ¿caché?
Mira, la verdad, el intercambio de bienes entre nosotros e Israel no es precisamente que esté explotando. Ni cerca. Como dicen por ahí, ni siquiera nos estamos vendiendo suficientes productos para llenar un chunche. Pero ahí radica la clave: el verdadero tesoro no está en cuánto vamos a vender de banano, sino en qué podemos aprender y desarrollar gracias a este acuerdo. Es una jugada maestra, mae.
Israel, pa’ que se hagan una idea, no es conocido por tener campos enormes de café o plantaciones de mango. No, no. La onda de Israel es la tecnología. Son unos crack en agrotech, ciberseguridad, energías limpias, servicios digitales… ¡Lo que se les ocurra! Tienen un ecosistema súper potente, lleno de startups, universidades innovadoras y empresas que están inventando el futuro. Y ahora, ¡tenemos la puerta abierta para conectar con eso!
Y ¿qué significa eso para Costa Rica? Pues que podríamos atraer inversionistas gringos que quieren venir a instalar sus oficinas por acá, aprovechar nuestras leyes, nuestro talento, y usar el país como trampolín para entrar a toda Latinoamérica. Además, las empresas costarricenses podrían hacer alianzas con compañías israelíes, aprender de ellos y mejorar sus propios productos y servicios. ¡Sería una inyección de dinamismo y modernización para el país!
Ahora, claro, algunos dirán “¿Y quién va a pagar todo eso?”. Y es justo ahí donde entra la importancia de tener buenas políticas públicas. Necesitamos formar gente capacitada en temas tecnológicos, proteger nuestros datos personales, tener electricidad barata y estable, y crear un ambiente favorable para que las empresas quieran invertir en Costa Rica. Sino, este TLC podría quedar siendo solamente papel mojado, ¡qué pena sería!
No nos olvidemos que el TLC no es una varita mágica. No va a solucionar todos nuestros problemas de golpe. Pero sí nos da la oportunidad de impulsar sectores estratégicos como la tecnología de la información, el back office sofisticado, el análisis de datos y los servicios digitales. En pocas palabras, le damos un respiro a la vieja fórmula de exportar frutas y verduras, y apostamos por la inteligencia y la creatividad de nuestro pueblo. ¡Eso es lo que necesitamos, compa!
Entonces, aquí está la pregunta: ¿Qué medidas concretas creen que debería tomar el gobierno para aprovechar al máximo este TLC con Israel y convertirlo en una verdadera palanca para el desarrollo tecnológico de Costa Rica? ¡Déjenme sus ideas en los comentarios, quiero saber qué piensa la gente!
