¡Aguántense!, porque hoy le celebramos 55 años al Parque Nacional Tortuguero, un lugar que nos pone el nombre en alto mundialmente. Este pedazo de selva y playa ha sido cuna de tortugas verdes durante décadas, y ahora estamos viendo cómo se adapta a los tiempos modernos – y no siempre para bien, díganle a los gatusos del SINAC.
Desde que se declaró oficialmente en 1970, gracias a un decreto que buscaba proteger esas tortuguitas recién salidas del cascarón y sus hogares, Tortuguero se ha convertido en un imán para científicos y turistas de todas partes. En 1975, lo pusieron a prueba con la Ley 5680, diciéndole “¡No te metas!”, prohibiendo la tala, la pesca, la caza... todo lo que pudiera alterar ese ecosistema tan delicado.
Y vaya que ha crecido el brete. Ahora, con 77.032 hectáreas, ¡casi el doble es agua!, Tortuguero es mucho más que tortugas. Tenemos jaguares rondando, aves que cantan a millón, manatíes pastando tranquilamente, cocodrilos tomando el sol… una chimba de laboratorio natural. El ministro Tattenbach no se anda con rodeos: dice que esto es un ‘motor de desarrollo sostenible’, y con razón, porque el ecoturismo ha dado trabajo a muchísima gente desde los ochenta y noventa, desde los que dan hospedaje hasta los guías que te muestran el camino por la jungla.
Imagínense, miles de visitantes llegan cada año solo para ver cómo las tortugas ponen sus huevos en la playa. Eso pone a Tortuguero como uno de los lugares más populares del país. Pero atención, que no todo es color de rosa. Hay que recordar que también tenemos 66 años de datos sobre las tortugas, ¡lo que nos hace líderes mundiales en eso! Y además, monitoreamos jaguares, aves, manatíes, cocodrilos… ¡un trabajo pesado, pero necesario!
El Parque Nacional Tortuguero es un ejemplo clarísimo de cómo podemos cuidar nuestros recursos naturales y a la vez darle una oportunidad a las comunidades locales. Es un modelo que funciona, donde la conservación va de la mano con el bienestar de la gente. Como dice Tattenbach, hemos logrado muchas cosas en estos 55 años y vamos a seguir trabajándolo todos juntos. También hay que mencionar que Tortuguero es parte del Corredor Biológico Mesoamericano y fue reconocido por la Convención Ramsar, así que esto no es ningún churrito.
Pero, agárrense, que no todo es miel sobre hojuelas. La licenciada Elena Vargas, quien dirige el Área de Conservación Tortuguero, nos puso los puntos sobre las comas. Dice que estamos batallando contra el turismo masivo, la caza ilegal y los cambios climáticos que le están afectando a las tortugas y a los humedales. ¡Es que la torta está servida! El MINAE-SINAC sí está haciendo algo al respecto: regulando los caminos y los tours, apoyando el turismo comunitario, educando a la gente y coordinándose con las organizaciones locales. Esperemos que les alcance, porque la cosa está complicada.
Ahora, si nos ponemos a pensar, ¿cómo equilibrar el crecimiento turístico con la necesidad de proteger este tesoro natural? ¿Estamos haciendo suficiente para combatir la caza furtiva y mitigar los efectos del cambio climático? ¿Será posible mantener ese equilibrio entre el desarrollo económico y la conservación de la biodiversidad?
¿Ustedes qué opinan, compañeros? ¿Cómo creen que podemos asegurar que Tortuguero siga siendo un paraíso ecológico para las futuras generaciones, sin descuidar las necesidades de las comunidades locales? Dejen sus comentarios abajo; ¡queremos saber su visión!
Desde que se declaró oficialmente en 1970, gracias a un decreto que buscaba proteger esas tortuguitas recién salidas del cascarón y sus hogares, Tortuguero se ha convertido en un imán para científicos y turistas de todas partes. En 1975, lo pusieron a prueba con la Ley 5680, diciéndole “¡No te metas!”, prohibiendo la tala, la pesca, la caza... todo lo que pudiera alterar ese ecosistema tan delicado.
Y vaya que ha crecido el brete. Ahora, con 77.032 hectáreas, ¡casi el doble es agua!, Tortuguero es mucho más que tortugas. Tenemos jaguares rondando, aves que cantan a millón, manatíes pastando tranquilamente, cocodrilos tomando el sol… una chimba de laboratorio natural. El ministro Tattenbach no se anda con rodeos: dice que esto es un ‘motor de desarrollo sostenible’, y con razón, porque el ecoturismo ha dado trabajo a muchísima gente desde los ochenta y noventa, desde los que dan hospedaje hasta los guías que te muestran el camino por la jungla.
Imagínense, miles de visitantes llegan cada año solo para ver cómo las tortugas ponen sus huevos en la playa. Eso pone a Tortuguero como uno de los lugares más populares del país. Pero atención, que no todo es color de rosa. Hay que recordar que también tenemos 66 años de datos sobre las tortugas, ¡lo que nos hace líderes mundiales en eso! Y además, monitoreamos jaguares, aves, manatíes, cocodrilos… ¡un trabajo pesado, pero necesario!
El Parque Nacional Tortuguero es un ejemplo clarísimo de cómo podemos cuidar nuestros recursos naturales y a la vez darle una oportunidad a las comunidades locales. Es un modelo que funciona, donde la conservación va de la mano con el bienestar de la gente. Como dice Tattenbach, hemos logrado muchas cosas en estos 55 años y vamos a seguir trabajándolo todos juntos. También hay que mencionar que Tortuguero es parte del Corredor Biológico Mesoamericano y fue reconocido por la Convención Ramsar, así que esto no es ningún churrito.
Pero, agárrense, que no todo es miel sobre hojuelas. La licenciada Elena Vargas, quien dirige el Área de Conservación Tortuguero, nos puso los puntos sobre las comas. Dice que estamos batallando contra el turismo masivo, la caza ilegal y los cambios climáticos que le están afectando a las tortugas y a los humedales. ¡Es que la torta está servida! El MINAE-SINAC sí está haciendo algo al respecto: regulando los caminos y los tours, apoyando el turismo comunitario, educando a la gente y coordinándose con las organizaciones locales. Esperemos que les alcance, porque la cosa está complicada.
Ahora, si nos ponemos a pensar, ¿cómo equilibrar el crecimiento turístico con la necesidad de proteger este tesoro natural? ¿Estamos haciendo suficiente para combatir la caza furtiva y mitigar los efectos del cambio climático? ¿Será posible mantener ese equilibrio entre el desarrollo económico y la conservación de la biodiversidad?
¿Ustedes qué opinan, compañeros? ¿Cómo creen que podemos asegurar que Tortuguero siga siendo un paraíso ecológico para las futuras generaciones, sin descuidar las necesidades de las comunidades locales? Dejen sus comentarios abajo; ¡queremos saber su visión!