¡Ay, mae! Esta vainera te pone la piel de gallina. Una joven de Aserrí, Josette Garro, murió trágicamente este lunes a los 25 años, justo después de haber expuesto en redes sociales el deterioro de su salud debido a una infección bacteriana. Pero la cosa no termina ahí, porque parece que buscó alivio en lugares equivocados, y eso, ay, eso le costó caro.
Josette, madre de una niña pequeña, comenzó a compartir su dramática experiencia en redes sociales, mostrando la rápida evolución de la enfermedad que atacó su hígado y riñones, llevándola a perder cerca de 20 kilos en un mes. Un panorama bien salado, sin duda alguna. Su historia conmovió a muchos, que rápidamente se movilizaron para ofrecerle apoyo económico y víveres, conscientes de la difícil situación que atravesaba, tratando de mantenerse a flote entre tanto brete.
Pero resulta que, sumada a esa lucha física, Josette también enfrentaba una guerra interna, una depresión y ansiedad que fueron avanzando sigilosamente. Según el doctor Roberto Salvatierra, quien la atendió, la pérdida de su esposo la golpeó durísimo, catapultándola a un pozo de soledad y desesperación. “Era como si estuviera cayéndose a pedazos, poco a poco”, comentó el galeno en su perfil de Facebook.
Lo más preocupante es que, en lugar de buscar ayuda profesional, Josette recurrió a la ketamina, una sustancia ilegal que usó como si fuera un calmante, un ansiolítico casero. ¡Qué torta! Así lo expresó el doctor Salvatierra, enfatizando que este fue un error fatal que agudizó su condición y terminó comprometiendo seriamente sus órganos vitales. Parece que el maelstrom de emociones la cegó, empujándola hacia decisiones que lamentablemente resultaron devastadoras.
La familia, aunque siempre atenta, desconocía el alcance del problema y la forma en que Josette conseguía estas sustancias. Se imaginan el despiche que debieron sentir al darse cuenta de la gravedad de la situación. Intentaron ayudarla como pudieron, pero a veces, incluso con toda la intención del mundo, no alcanza, ¿verdad, mae?
A pesar de ser remitida al Hospital Nacional Psiquiátrico y posteriormente al Hospital San Juan de Dios, Josette decidió firmar su alta voluntariamente, pese a su delicado estado de salud. Eso sí es irse al traste, diay. Aunque recibía atención médica, parecía que no estaba dispuesta a aceptar la ayuda necesaria. Terminó falleciendo la madrugada del lunes, dejando un vacío inmenso en su comunidad y en el corazón de su hija.
Ahora, el doctor Salvatierra, con el alma llena de pesar, lanza una advertencia a todos nosotros: “No busquen soluciones en las drogas ni en el alcohol. Hay médicos, psicólogos y profesionales de la salud listos para brindar apoyo. Busquen la ayuda adecuada, porque la depresión y la ansiedad son enfermedades reales, no una debilidad”. ¡Qué carga, compañeros! No podemos dejar que historias como la de Josette queden impunes. Tenemos que tomar conciencia de la importancia de cuidar nuestra salud mental.
Este caso nos invita a reflexionar sobre la necesidad de hablar abiertamente sobre la salud mental y romper estigmas. Con tanta vaina pasando en el mundo, es fácil sentirse abrumado y caer en espirales de tristeza. Pero recuerden, no están solos. ¿Ustedes creen que el sistema de salud costarricense debería hacer más para detectar y tratar problemas de salud mental, especialmente en jóvenes vulnerables?
Josette, madre de una niña pequeña, comenzó a compartir su dramática experiencia en redes sociales, mostrando la rápida evolución de la enfermedad que atacó su hígado y riñones, llevándola a perder cerca de 20 kilos en un mes. Un panorama bien salado, sin duda alguna. Su historia conmovió a muchos, que rápidamente se movilizaron para ofrecerle apoyo económico y víveres, conscientes de la difícil situación que atravesaba, tratando de mantenerse a flote entre tanto brete.
Pero resulta que, sumada a esa lucha física, Josette también enfrentaba una guerra interna, una depresión y ansiedad que fueron avanzando sigilosamente. Según el doctor Roberto Salvatierra, quien la atendió, la pérdida de su esposo la golpeó durísimo, catapultándola a un pozo de soledad y desesperación. “Era como si estuviera cayéndose a pedazos, poco a poco”, comentó el galeno en su perfil de Facebook.
Lo más preocupante es que, en lugar de buscar ayuda profesional, Josette recurrió a la ketamina, una sustancia ilegal que usó como si fuera un calmante, un ansiolítico casero. ¡Qué torta! Así lo expresó el doctor Salvatierra, enfatizando que este fue un error fatal que agudizó su condición y terminó comprometiendo seriamente sus órganos vitales. Parece que el maelstrom de emociones la cegó, empujándola hacia decisiones que lamentablemente resultaron devastadoras.
La familia, aunque siempre atenta, desconocía el alcance del problema y la forma en que Josette conseguía estas sustancias. Se imaginan el despiche que debieron sentir al darse cuenta de la gravedad de la situación. Intentaron ayudarla como pudieron, pero a veces, incluso con toda la intención del mundo, no alcanza, ¿verdad, mae?
A pesar de ser remitida al Hospital Nacional Psiquiátrico y posteriormente al Hospital San Juan de Dios, Josette decidió firmar su alta voluntariamente, pese a su delicado estado de salud. Eso sí es irse al traste, diay. Aunque recibía atención médica, parecía que no estaba dispuesta a aceptar la ayuda necesaria. Terminó falleciendo la madrugada del lunes, dejando un vacío inmenso en su comunidad y en el corazón de su hija.
Ahora, el doctor Salvatierra, con el alma llena de pesar, lanza una advertencia a todos nosotros: “No busquen soluciones en las drogas ni en el alcohol. Hay médicos, psicólogos y profesionales de la salud listos para brindar apoyo. Busquen la ayuda adecuada, porque la depresión y la ansiedad son enfermedades reales, no una debilidad”. ¡Qué carga, compañeros! No podemos dejar que historias como la de Josette queden impunes. Tenemos que tomar conciencia de la importancia de cuidar nuestra salud mental.
Este caso nos invita a reflexionar sobre la necesidad de hablar abiertamente sobre la salud mental y romper estigmas. Con tanta vaina pasando en el mundo, es fácil sentirse abrumado y caer en espirales de tristeza. Pero recuerden, no están solos. ¿Ustedes creen que el sistema de salud costarricense debería hacer más para detectar y tratar problemas de salud mental, especialmente en jóvenes vulnerables?
