Ay, pata negra... La carretera nunca deja de darnos sustos, y esta vez nos golpeó duro con la partida de René Marquetti, un obrero cubano que encontró en Costa Rica un refugio, pero terminó víctima de un terrible accidente en plena construcción de la ruta 32. La cosa es así: un contenedor se le fue encima mientras trabajaba cerca de Limón 2000, dejándolo sin oportunidad.
Según nos cuentan los allegados, René llegó al país hace unos dos meses, escapando de la represión que impera allá en Cuba. Imagínate, buscando paz y tranquilidad, buscando un brete donde poder darle maice a su esposa, y termina perdiendo la vida en una obra pública. Su sobrino, Yordanys Tamayo, nos relató cómo era su tío: un mae trabajador, sin vicios, dedicado a ganarse el pan honestamente. 'Mi tío era todo, una persona ejemplar', nos dijo entre lágrimas por teléfono desde Cuba.
Yordanys, quien apenas pudo dormir la noche anterior por el esfuerzo laboral, recibió la triste noticia minutos después de hablar con su tío, quien le pedía que estuviera atento a su esposa, pues ésta estaba aquejada por fiebre. Esa llamada, diay, qué pesar... Se quedó helado al enterarse de lo sucedido. El pobre hombre no daba crédito a lo que escuchaba. De pronto, toda la esperanza y el futuro que visualizaban juntos se fueron al traste.
Las autoridades policiales informaron que el accidente ocurrió aproximadamente a las seis de la mañana de este jueves. Al parecer, el conductor del tráiler involucrado perdío el control debido a exceso de velocidad, provocando que el contenedor cayera sobre los trabajadores que estaban realizando labores de mantenimiento en la carretera. Ahora, la Fiscalía investiga lo sucedido, tratando de esclarecer responsabilidades y determinar si hubo alguna falla humana o mecánica que contribuyó a esta tragedia.
Pero más allá de las investigaciones, lo que realmente duele es pensar en la esposa de René, quien ahora queda totalmente sola y devastada. Dice la vaina que ambos vivían en el centro de Limón, y ella dependía económicamente de su esposo. Además de la pérdida irreparable de su compañero de vida, ahora enfrenta una incertidumbre económica enorme. El apoyo de la comunidad es fundamental en estos momentos tan difíciles.
La solidaridad tica siempre sale a flote en estas situaciones. Yordanys, desde Cuba, ha organizado una campaña en redes sociales para recaudar fondos destinados a cubrir los gastos funerarios y el traslado del cuerpo de René a su tierra natal. Han habilitado un número de Sinpe Móvil – 7158-8113 – para quienes deseen aportar y brindar un pequeño gesto de cariño a esta familia que hoy está sufriendo un dolor inmenso. Es una pena que tengan que andar pidiendo ayuda, pero así es la vida, a veces te da cachetazos inesperados.
Este lamentable incidente nos recuerda, una vez más, la importancia de garantizar condiciones laborales seguras para todos los trabajadores, especialmente aquellos que vienen de otros países buscando una oportunidad en Costa Rica. Y nos habla también de la fragilidad de la vida y de la necesidad de valorar cada momento. Que sirva esto de ejemplo para mejorar las medidas de seguridad y evitar que tragedias similares vuelvan a ocurrir. No podemos permitir que la ambición y la prisa pongan en riesgo la integridad física de los obreros que construyen nuestro país.
Sin embargo, en medio de tanta tristeza, me pregunto: ¿Cómo podemos, como sociedad, fortalecer aún más el sistema de protección para los migrantes y refugiados que llegan a Costa Rica en busca de una vida digna? ¿Será suficiente con los programas existentes o necesitamos implementar medidas más integrales para asegurar su bienestar y seguridad?
Según nos cuentan los allegados, René llegó al país hace unos dos meses, escapando de la represión que impera allá en Cuba. Imagínate, buscando paz y tranquilidad, buscando un brete donde poder darle maice a su esposa, y termina perdiendo la vida en una obra pública. Su sobrino, Yordanys Tamayo, nos relató cómo era su tío: un mae trabajador, sin vicios, dedicado a ganarse el pan honestamente. 'Mi tío era todo, una persona ejemplar', nos dijo entre lágrimas por teléfono desde Cuba.
Yordanys, quien apenas pudo dormir la noche anterior por el esfuerzo laboral, recibió la triste noticia minutos después de hablar con su tío, quien le pedía que estuviera atento a su esposa, pues ésta estaba aquejada por fiebre. Esa llamada, diay, qué pesar... Se quedó helado al enterarse de lo sucedido. El pobre hombre no daba crédito a lo que escuchaba. De pronto, toda la esperanza y el futuro que visualizaban juntos se fueron al traste.
Las autoridades policiales informaron que el accidente ocurrió aproximadamente a las seis de la mañana de este jueves. Al parecer, el conductor del tráiler involucrado perdío el control debido a exceso de velocidad, provocando que el contenedor cayera sobre los trabajadores que estaban realizando labores de mantenimiento en la carretera. Ahora, la Fiscalía investiga lo sucedido, tratando de esclarecer responsabilidades y determinar si hubo alguna falla humana o mecánica que contribuyó a esta tragedia.
Pero más allá de las investigaciones, lo que realmente duele es pensar en la esposa de René, quien ahora queda totalmente sola y devastada. Dice la vaina que ambos vivían en el centro de Limón, y ella dependía económicamente de su esposo. Además de la pérdida irreparable de su compañero de vida, ahora enfrenta una incertidumbre económica enorme. El apoyo de la comunidad es fundamental en estos momentos tan difíciles.
La solidaridad tica siempre sale a flote en estas situaciones. Yordanys, desde Cuba, ha organizado una campaña en redes sociales para recaudar fondos destinados a cubrir los gastos funerarios y el traslado del cuerpo de René a su tierra natal. Han habilitado un número de Sinpe Móvil – 7158-8113 – para quienes deseen aportar y brindar un pequeño gesto de cariño a esta familia que hoy está sufriendo un dolor inmenso. Es una pena que tengan que andar pidiendo ayuda, pero así es la vida, a veces te da cachetazos inesperados.
Este lamentable incidente nos recuerda, una vez más, la importancia de garantizar condiciones laborales seguras para todos los trabajadores, especialmente aquellos que vienen de otros países buscando una oportunidad en Costa Rica. Y nos habla también de la fragilidad de la vida y de la necesidad de valorar cada momento. Que sirva esto de ejemplo para mejorar las medidas de seguridad y evitar que tragedias similares vuelvan a ocurrir. No podemos permitir que la ambición y la prisa pongan en riesgo la integridad física de los obreros que construyen nuestro país.
Sin embargo, en medio de tanta tristeza, me pregunto: ¿Cómo podemos, como sociedad, fortalecer aún más el sistema de protección para los migrantes y refugiados que llegan a Costa Rica en busca de una vida digna? ¿Será suficiente con los programas existentes o necesitamos implementar medidas más integrales para asegurar su bienestar y seguridad?