¡Ay, Dios mío! Esto sí que nos cayó como balde de agua fría. Según datos recientes, el turismo nacional tuvo un bajón considerable este año, perdiendo casi 51 mil visitantes en comparación con el año anterior. Sí, leyeron bien. Mientras el resto del mundo celebra récords de turismo, nosotros andamos medio arrastrando los pies. ¡Qué despiche!
La Cámara Nacional de Turismo (Canatur) ha levantado la voz alertando que estamos perdiendo terreno a pasos agigantados. No solo eso, sino que señalan que la apreciación del colón frente al dólar, la creciente inseguridad que nos afecta a todos y los problemas de infraestructura, especialmente en carretera y puertos, están contribuyendo a este panorama no muy alentador. ¡Parece que tenemos varios frentes abiertos!
Martí Jiménez, el presidente de Canatur, no se anda con rodeos: “Estamos perdiendo un costo de oportunidad tremendo”. Dice que mientras otros destinos en Latinoamérica crecen a un ritmo del 2% y el mundo entero avanza al 5%, nosotros quedamos rezagados, unos siete puntos porcentuales detrás. No es el fin del mundo, claro, pero la verdad es que nos da una patada en la entrepierna ver cómo nos dejamos pasar oportunidades.
Además, Jiménez también apunta el dedo al auge del alojamiento no tradicional, esos Airbnb y demás plataformas informales que están operando fuera del marco legal. Eso les permite ofrecer precios más bajos, afectando directamente a los hoteles tradicionales y restándole dinamismo al sector formal. Es como si estuviéramos peleando contra fantasmas, ¡qué brete!
La Cámara Nacional de Turismo (Canatur) ha levantado la voz alertando que estamos perdiendo terreno a pasos agigantados. No solo eso, sino que señalan que la apreciación del colón frente al dólar, la creciente inseguridad que nos afecta a todos y los problemas de infraestructura, especialmente en carretera y puertos, están contribuyendo a este panorama no muy alentador. ¡Parece que tenemos varios frentes abiertos!
Martí Jiménez, el presidente de Canatur, no se anda con rodeos: “Estamos perdiendo un costo de oportunidad tremendo”. Dice que mientras otros destinos en Latinoamérica crecen a un ritmo del 2% y el mundo entero avanza al 5%, nosotros quedamos rezagados, unos siete puntos porcentuales detrás. No es el fin del mundo, claro, pero la verdad es que nos da una patada en la entrepierna ver cómo nos dejamos pasar oportunidades.
Además, Jiménez también apunta el dedo al auge del alojamiento no tradicional, esos Airbnb y demás plataformas informales que están operando fuera del marco legal. Eso les permite ofrecer precios más bajos, afectando directamente a los hoteles tradicionales y restándole dinamismo al sector formal. Es como si estuviéramos peleando contra fantasmas, ¡qué brete!