¡Ay, Dios mío! Se armó un chinazo tremendo aquí arriba en Upala. Anoche, justo cerca del sector de San José, le pegaron plomazos a un señor de 63 años, don Ruíz, y resulta que era taxista informal. ¡Imagínate la bronca! La noticia cayó como un baldón en la comunidad, porque don Ruíz era de esos señores siempre dispuesto a echarle una mano, un pana de verdad.
Según nos cuentan los judiciales, el señor iba manejando tranquilamente por la carretera cuando unos maleantes en una moto lo interceptaron. No sé qué habrá pasado ahí, pero le abrieron fuego, directo a la cabecita. ¡Qué barbaridad! El OIJ llegó rápido al sitio, encontraron varios casquillos tirados, pa' hacer la investigación correspondiente, pero la verdad es que la cosa pinta fea, muy fea.
Ahora, aquí viene lo que preocupa a todos. Ya van varias semanas que la violencia se ha venido intensificando en la zona. Antes eran riñas de borrachos, roletes pequeños, pero esto... Esto es otra cosa. Gente inocente pagando el precio de una guerra que no tienen nada que ver. Algunos dicen que es por el negocio del palo flaco, otros hablan de venganzas viejas. Lo cierto es que nadie sabe con seguridad cuál es la vara.
Las autoridades han prometido investigar a fondo este caso, claro. Dicen que van a poner más patrullaje en la zona, que van a buscar a estos delincuentes hasta debajo de las piedras. Pero aquí, entre la gente, hay un hartazgo enorme. Uno ya no se siente seguro ni dentro de su propia casa, diay. ¿Hasta cuándo vamos a vivir así, con miedo?
Y hablando de eso, los vecinos de don Ruíz están destrozados. Él era un hombre trabajador, un padre dedicado, un abuelo ejemplar. Dejaba huérfanos a sus nietos, a su hija… Una pena inmensa. Muchos recuerdan cómo ayudaba a la gente en el barrio, cómo ofrecía sus servicios de taxi a precios accesibles para aquellos que no tenían mucho. Un verdadero pana, como decimos nosotros acá en el país.
Algunos analistas políticos, y yo les pongo atención, argumentan que este tipo de crímenes reflejan la creciente desigualdad social y la falta de oportunidades para muchos jóvenes en zonas rurales como Upala. Claro, uno entiende el argumento, pero también hay que decir que no justifica nada. Nada justifica quitarle la vida a otro ser humano, por más difícil que esté la situación.
Además, ¿qué pasa con la regulación del transporte público informal? Don Ruíz, aunque hacía un buen servicio, operaba fuera de la ley. Obviamente, eso lo hacía vulnerable a extorsiones y amenazas por parte de grupos criminales. ¿No será hora de que el gobierno piense en una solución digna para estos compañeros, que les ofrezca alternativas legales y seguras para trabajar?
Esta tragedia nos deja muchas preguntas abiertas, ¿verdad, mae? ¿Cómo podemos construir una sociedad más segura y justa para todos los costarricenses? ¿Deberíamos endurecer las penas para los delitos violentos o apostar por programas sociales que prevengan la delincuencia desde la raíz? Déjenme saber qué piensan ustedes en los comentarios. ¡Aquí estamos pa’ conversar!
Según nos cuentan los judiciales, el señor iba manejando tranquilamente por la carretera cuando unos maleantes en una moto lo interceptaron. No sé qué habrá pasado ahí, pero le abrieron fuego, directo a la cabecita. ¡Qué barbaridad! El OIJ llegó rápido al sitio, encontraron varios casquillos tirados, pa' hacer la investigación correspondiente, pero la verdad es que la cosa pinta fea, muy fea.
Ahora, aquí viene lo que preocupa a todos. Ya van varias semanas que la violencia se ha venido intensificando en la zona. Antes eran riñas de borrachos, roletes pequeños, pero esto... Esto es otra cosa. Gente inocente pagando el precio de una guerra que no tienen nada que ver. Algunos dicen que es por el negocio del palo flaco, otros hablan de venganzas viejas. Lo cierto es que nadie sabe con seguridad cuál es la vara.
Las autoridades han prometido investigar a fondo este caso, claro. Dicen que van a poner más patrullaje en la zona, que van a buscar a estos delincuentes hasta debajo de las piedras. Pero aquí, entre la gente, hay un hartazgo enorme. Uno ya no se siente seguro ni dentro de su propia casa, diay. ¿Hasta cuándo vamos a vivir así, con miedo?
Y hablando de eso, los vecinos de don Ruíz están destrozados. Él era un hombre trabajador, un padre dedicado, un abuelo ejemplar. Dejaba huérfanos a sus nietos, a su hija… Una pena inmensa. Muchos recuerdan cómo ayudaba a la gente en el barrio, cómo ofrecía sus servicios de taxi a precios accesibles para aquellos que no tenían mucho. Un verdadero pana, como decimos nosotros acá en el país.
Algunos analistas políticos, y yo les pongo atención, argumentan que este tipo de crímenes reflejan la creciente desigualdad social y la falta de oportunidades para muchos jóvenes en zonas rurales como Upala. Claro, uno entiende el argumento, pero también hay que decir que no justifica nada. Nada justifica quitarle la vida a otro ser humano, por más difícil que esté la situación.
Además, ¿qué pasa con la regulación del transporte público informal? Don Ruíz, aunque hacía un buen servicio, operaba fuera de la ley. Obviamente, eso lo hacía vulnerable a extorsiones y amenazas por parte de grupos criminales. ¿No será hora de que el gobierno piense en una solución digna para estos compañeros, que les ofrezca alternativas legales y seguras para trabajar?
Esta tragedia nos deja muchas preguntas abiertas, ¿verdad, mae? ¿Cómo podemos construir una sociedad más segura y justa para todos los costarricenses? ¿Deberíamos endurecer las penas para los delitos violentos o apostar por programas sociales que prevengan la delincuencia desde la raíz? Déjenme saber qué piensan ustedes en los comentarios. ¡Aquí estamos pa’ conversar!
