¡Ay, pata! Quién lo diría, la señora Maritza Quesada, después de batallar tanto, terminó comiéndose el polvo. El Tribunal de Apelación le dijo ‘adiós’ a la esperanzita de recibir unos colones extra por aquel resbalón en Walmart. Este caso ha sido un verdadero chinchorreo, ¿eh?
Todo empezó allá por el 2019, cuando doña Maritza se resbaló en un pasillo del Walmart de San Sebastián. Según cuenta la vaina, un derramazón de quién sabe qué la mandó directo al suelo. Después de eso, le ofrecieron un finiquito de dos millones ochocientas mil colones, y ahí fue donde empezaron los problemas.
La señora Quesada, con justa razón, argumentó que no entendió bien lo que firmaba. Dijo que nadie le explicó que al aceptar ese dinero, perdía la posibilidad de pedirle más a Walmart. Imagínate, firmar sin saber realmente a qué uno se compromete… ¡qué bronca!
Pero el Tribunal, bueno, ahí está, haciendo su trabajo. Revisaron todo el papeleo y llegaron a la conclusión de que, al final, la señora Quesada sí sabía lo que hacía. Que tenía toda la información necesaria para entender que al firmar ese finiquito, se cerraba el capítulo. Un buen chamaco del tribunal me comentaba que lo importante es que ella aceptó el monto sin poner objeción, eso fortalece el argumento de la empresa.
Ahora, vamos a analizarlo con calma: la empresa le pagó por los gastos médicos durante más de un año y además le dio esos dos millones y pico de colones. Todo esto, después de certificar que ya estaba totalmente recuperada, aunque con algunas secuelas. Entonces, ¿qué más quería la señora?
Durante el juicio, la señora Quesada insistió en que necesitaba más plata por daño moral, diciendo que el monto original no cubría todos los inconvenientes que tuvo. Pero Walmart respondió que el acuerdo era completo y definitivo, y que ella misma renunció a cualquier otro tipo de reclamo, incluyendo daño moral, físico o material. ¡Un lío tremendo, diay!
Y acá viene lo interesante: en primera instancia, el juzgado le dio la razón a la señora Quesada y condenó a Walmart a pagarle otros dos millones seiscientos diez mil colones más intereses. ¡Pero pa' allá no iban las cosas! El Tribunal de Apelación, después de escuchar a ambas partes, cambió todo el panorama y le dio la victoria a Walmart, revocando la sentencia anterior. Según ellos, la señora Quesada firmó el acuerdo consciente y voluntariamente, sin protestar y conociendo las consecuencias. Como dicen por ahí, 'pa' aguas siempre hay maquina'.
Este caso nos deja pensando: ¿hasta dónde llega la responsabilidad de las empresas cuando ocurre un accidente en sus instalaciones? ¿Es justo que un cliente firme un finiquito sin tener asesoría legal? ¿Debería haber reglas más claras para proteger a los consumidores en estos casos? ¡Compas del Foro, pónganse las pilas y cuenten qué opinan ustedes sobre este mamarracho! ¿Ustedes hubieran firmado ese finiquito sin estar seguros de lo que implicaba?
Todo empezó allá por el 2019, cuando doña Maritza se resbaló en un pasillo del Walmart de San Sebastián. Según cuenta la vaina, un derramazón de quién sabe qué la mandó directo al suelo. Después de eso, le ofrecieron un finiquito de dos millones ochocientas mil colones, y ahí fue donde empezaron los problemas.
La señora Quesada, con justa razón, argumentó que no entendió bien lo que firmaba. Dijo que nadie le explicó que al aceptar ese dinero, perdía la posibilidad de pedirle más a Walmart. Imagínate, firmar sin saber realmente a qué uno se compromete… ¡qué bronca!
Pero el Tribunal, bueno, ahí está, haciendo su trabajo. Revisaron todo el papeleo y llegaron a la conclusión de que, al final, la señora Quesada sí sabía lo que hacía. Que tenía toda la información necesaria para entender que al firmar ese finiquito, se cerraba el capítulo. Un buen chamaco del tribunal me comentaba que lo importante es que ella aceptó el monto sin poner objeción, eso fortalece el argumento de la empresa.
Ahora, vamos a analizarlo con calma: la empresa le pagó por los gastos médicos durante más de un año y además le dio esos dos millones y pico de colones. Todo esto, después de certificar que ya estaba totalmente recuperada, aunque con algunas secuelas. Entonces, ¿qué más quería la señora?
Durante el juicio, la señora Quesada insistió en que necesitaba más plata por daño moral, diciendo que el monto original no cubría todos los inconvenientes que tuvo. Pero Walmart respondió que el acuerdo era completo y definitivo, y que ella misma renunció a cualquier otro tipo de reclamo, incluyendo daño moral, físico o material. ¡Un lío tremendo, diay!
Y acá viene lo interesante: en primera instancia, el juzgado le dio la razón a la señora Quesada y condenó a Walmart a pagarle otros dos millones seiscientos diez mil colones más intereses. ¡Pero pa' allá no iban las cosas! El Tribunal de Apelación, después de escuchar a ambas partes, cambió todo el panorama y le dio la victoria a Walmart, revocando la sentencia anterior. Según ellos, la señora Quesada firmó el acuerdo consciente y voluntariamente, sin protestar y conociendo las consecuencias. Como dicen por ahí, 'pa' aguas siempre hay maquina'.
Este caso nos deja pensando: ¿hasta dónde llega la responsabilidad de las empresas cuando ocurre un accidente en sus instalaciones? ¿Es justo que un cliente firme un finiquito sin tener asesoría legal? ¿Debería haber reglas más claras para proteger a los consumidores en estos casos? ¡Compas del Foro, pónganse las pilas y cuenten qué opinan ustedes sobre este mamarracho! ¿Ustedes hubieran firmado ese finiquito sin estar seguros de lo que implicaba?