¡Ay, Dios mío! Aquí vamos de nuevo con el gobierno buscando cómo sacarle plata al pueblo. Resulta que ahora quieren meterle mano a las zonas francas, sí, esas que le dan chamba a tanta gente y atraen inversion extranjeros. Se armó un batiburrillo en la Asamblea Legislativa, parece que los diputados no se dejaron amilanar fácilmente.
El ministro interino de Hacienda, Luis Molina, salió con la idea de discutir la posibilidad de gravar con el impuesto sobre la renta estas empresas. Dicen que es para corregir algunas ‘fibras sensibles’ dentro del gasto tributario del país. Pero bueno, ¿quién no ha escuchado eso antes? Un tecnicismo para disfrazar una medida que podría salir bastante cara para todos nosotros, mae.
Se dice que el gasto tributario en Costa Rica ascendió a ¡mil billones de colones el año pasado! Una suma astronómica, y casi ochocientos mil millones provienen de esas exoneraciones a las zonas francas. Eso sí que es una vara gorda, mi pana. Pero claro, ahí viene el debate: ¿vale la pena arriesgar la inversión y el empleo para intentar recortar ese número?
Los diputados del PLN, PUSC y hasta del Frente Amplio levantaron la voz en contra. Paulina Ramírez del PLN advirtió que gravar a las zonas francas significaría menos inversión extranjera directa, menos oportunidades de trabajo y hasta la fuga de empresas. “Estamos haciendo propuestas que dejan a nuestro país cada vez con menos posibilidades de tener una economía sana”, declaró. ¡Y vaya que tiene razón!
Vanessa Castro, del PUSC, fue clara: si el modelo de zonas francas ha funcionado hasta ahora, no hay necesidad de modificarlo. “No deberíamos cambiar el régimen, sino más bien fortalecerlo”. Totalmente de acuerdo, ¡mejor enfocarnos en mejorar lo que ya tenemos que estar inventando nuevos problemas!
Jonathan Acuña, del FA, también se sumó a la crítica, diciendo que cualquier gravamen podría afectar negativamente la inversión en el país. Aunque reconoció que todas las exoneraciones deben ser revisadas constantemente, insistió en que no se puede poner en riesgo la llegada de capital extranjero, porque luego ¿cómo vamos a salir adelante?
Lo cierto es que la economía nacional necesita un respiro, no un golpe de timón inesperado. Las zonas francas han sido históricamente pilares fundamentales en la generación de empleos y la promoción de exportaciones. Ahora mismo, con la incertidumbre global y los desafíos económicos que enfrentamos, jugarle sucio a este sector sería como tirar nafta al fuego. Una decisión tan apresurada podría tener consecuencias devastadoras para miles de familias costarricenses, especialmente para aquellos que dependen de esos empleos directos e indirectos.
Ahora, dime tú, ¿crees que el gobierno debería seguir insistiendo en gravar las zonas francas, arriesgándose a perder inversión y empleos, o deberían enfocarse en buscar otras vías para aumentar los ingresos fiscales sin poner en peligro la estabilidad económica del país? ¡Déjanos tus comentarios abajo y participemos en el debate!
El ministro interino de Hacienda, Luis Molina, salió con la idea de discutir la posibilidad de gravar con el impuesto sobre la renta estas empresas. Dicen que es para corregir algunas ‘fibras sensibles’ dentro del gasto tributario del país. Pero bueno, ¿quién no ha escuchado eso antes? Un tecnicismo para disfrazar una medida que podría salir bastante cara para todos nosotros, mae.
Se dice que el gasto tributario en Costa Rica ascendió a ¡mil billones de colones el año pasado! Una suma astronómica, y casi ochocientos mil millones provienen de esas exoneraciones a las zonas francas. Eso sí que es una vara gorda, mi pana. Pero claro, ahí viene el debate: ¿vale la pena arriesgar la inversión y el empleo para intentar recortar ese número?
Los diputados del PLN, PUSC y hasta del Frente Amplio levantaron la voz en contra. Paulina Ramírez del PLN advirtió que gravar a las zonas francas significaría menos inversión extranjera directa, menos oportunidades de trabajo y hasta la fuga de empresas. “Estamos haciendo propuestas que dejan a nuestro país cada vez con menos posibilidades de tener una economía sana”, declaró. ¡Y vaya que tiene razón!
Vanessa Castro, del PUSC, fue clara: si el modelo de zonas francas ha funcionado hasta ahora, no hay necesidad de modificarlo. “No deberíamos cambiar el régimen, sino más bien fortalecerlo”. Totalmente de acuerdo, ¡mejor enfocarnos en mejorar lo que ya tenemos que estar inventando nuevos problemas!
Jonathan Acuña, del FA, también se sumó a la crítica, diciendo que cualquier gravamen podría afectar negativamente la inversión en el país. Aunque reconoció que todas las exoneraciones deben ser revisadas constantemente, insistió en que no se puede poner en riesgo la llegada de capital extranjero, porque luego ¿cómo vamos a salir adelante?
Lo cierto es que la economía nacional necesita un respiro, no un golpe de timón inesperado. Las zonas francas han sido históricamente pilares fundamentales en la generación de empleos y la promoción de exportaciones. Ahora mismo, con la incertidumbre global y los desafíos económicos que enfrentamos, jugarle sucio a este sector sería como tirar nafta al fuego. Una decisión tan apresurada podría tener consecuencias devastadoras para miles de familias costarricenses, especialmente para aquellos que dependen de esos empleos directos e indirectos.
Ahora, dime tú, ¿crees que el gobierno debería seguir insistiendo en gravar las zonas francas, arriesgándose a perder inversión y empleos, o deberían enfocarse en buscar otras vías para aumentar los ingresos fiscales sin poner en peligro la estabilidad económica del país? ¡Déjanos tus comentarios abajo y participemos en el debate!