lonely cowboy
La bida bale berga...
Pequeña aclaración.
Este relato lo pongo acá y es solo parte de mi imaginación, como participante de las salidas del foro conozco varias foreras y no me gustaría que esto se de para chismes, porque no lo es.
Todo empezó con una conversación común y corriente, hablamos de cualquier cosa y al final una cosa llevo a hablar de sexo, siempre por temor prefiero no hacer propuestas directamente porque la verdad siempre he sido tímido, pero quizá porque creía que me perdía de algo bueno me animé. Simplemente le solté la pregunta y ella lo pensó un momento, por un instante creí que se iba a negar y que había metido las patas.
Para mi sorpresa su respuesta fue afirmativa, claro, antes me dijo cosas que ya esperaba escuchar y que en parte supongo que eran normales, la mayoría de las damas no desea arriesgarse al que dirán y menos con alguien que tienen poco de conocer.
Al final con mucho cuidado fui haciendo consultas a ver si todo seguía en pie, temía que se echara para atrás, por dicha no fue así. Al final llego el día del encuentro, nos vimos en una lugar ya acordado y tomamos un taxi hasta mi mini apartamento, llegamos con más nervios que otra cosa, se notaba que ella no estaba muy seguro hasta ese punto, la trate de tranquilizar con un chiste y por dicha funcionó. Entramos y para que las cosas no fueran tan tensas le tome de la mano, le sonreí y le di un beso, un beso despacito, suave, sus labios eran suaves aunque se sentía un poco la tensión en ellos, la seguí besando hasta que su cuerpo fue aflojando un poco, esa fue la señal para empezar a calentar las cosas.
Lo primero que hice fue acariciarle el rostro e ir bajando poquito a poco hasta llegar a sus pechos, eran una delicia, como me gustan pequeñitos, la tome de la cintura mientras la besaba y suavemente la acerque a mi tomándola de las nalgas en un movimiento rápido, todo esto mientras la besaba aún, seguí besando su cuello y fui bajando hasta sus pechos, con la mano derecha me deshice del cierre del brasier, ella me ayudo a quitarlo junto con una blusa de tirantes que llevaba, así tuve a disposición sus senos, eran hermosos, un pezón pequeñito y rosado que no me permitía dejarlo en paz, solo quería tenerlo en la boca, saborearlo y darle pequeños y muy suaves mordiscos que me encantan, continue con el resto del seno, los bese y los chupe todo lo que pude.
La tomé de las manos y la llevé a la cama caminando de espaldas mientras la besaba, por dicha era una corta distancia, al llegar al borde comencé a quitarle el pantalón, despacito para que no parecer ansioso. Primero solo le quite el pantalón, me encantó ver que su ropa interior estaba húmeda, eso me obligó a acostarla y bajar hasta restregar mi cara en su ropa interior húmeda. Para ese momento ella empezó a ayudar a quitarme la ropa, yo no podía dejar de besarle el cuerpo, su piel perfecta era un espectáculo digno de guardar en mi memoria para siempre, le quité el calzón solo para ver ese pequeño triangulo de paraíso, no me contuve, bajé e hice todo lo que me dio la gana, la bese, en los labios vaginales, en el clítoris, se lo chupe mientras la invadía con uno de mis dedos. Su aroma era embriagador(quería conservar ese aroma para el resto de mi vida), su sabor era una invitación a morir en ese lugar, lentamente saque los dedos de ella y me los metí a la boca, manjar de manjares.
Durante todo este tiempo solo escuchaba sus jadeos, cada uno de ellos solo hacia vibrar mis partes, la sangre llegaba a mi pene como si hubiera abandonado todo el resto del cuerpo, no podía más, subí poco a poco besando cada centímetro de su cuerpo hasta llegar a su boca, la besé, era una combinación de saliva y líquidos que solo me calentaba más, finalmente la penetre, la sensación de suavidad, de calor, de intimidad es la razón por la que se odia el condón, por dicha no fue necesario. Durante un buen tiempo solo supe de besos, sensaciones, de movimientos, de sonidos en mi oreja hasta que sentí como su cuerpo vibraba y supe que ella había llegado al climax, de mi parte todo esto era demasiado, demasiado bueno, no pude más, explote dentro de ella, esa sensación de llenarla no se compara con nada.
Los dos sudados, exhaustos nos dedicamos a besarnos de nuevo y al final nos acostamos uno al lado de otro con las piernas cruzadas entre ellas. Después de esto hubo una segunda vez donde todo pasó de nuevo.
Nos vestimos y la acompañé hasta su casa, había estado de lo mejor y lo único que nos dimos al final fue una sonrisa que se sentía a promesa de próximas veces.
Este relato lo pongo acá y es solo parte de mi imaginación, como participante de las salidas del foro conozco varias foreras y no me gustaría que esto se de para chismes, porque no lo es.
Todo empezó con una conversación común y corriente, hablamos de cualquier cosa y al final una cosa llevo a hablar de sexo, siempre por temor prefiero no hacer propuestas directamente porque la verdad siempre he sido tímido, pero quizá porque creía que me perdía de algo bueno me animé. Simplemente le solté la pregunta y ella lo pensó un momento, por un instante creí que se iba a negar y que había metido las patas.
Para mi sorpresa su respuesta fue afirmativa, claro, antes me dijo cosas que ya esperaba escuchar y que en parte supongo que eran normales, la mayoría de las damas no desea arriesgarse al que dirán y menos con alguien que tienen poco de conocer.
Al final con mucho cuidado fui haciendo consultas a ver si todo seguía en pie, temía que se echara para atrás, por dicha no fue así. Al final llego el día del encuentro, nos vimos en una lugar ya acordado y tomamos un taxi hasta mi mini apartamento, llegamos con más nervios que otra cosa, se notaba que ella no estaba muy seguro hasta ese punto, la trate de tranquilizar con un chiste y por dicha funcionó. Entramos y para que las cosas no fueran tan tensas le tome de la mano, le sonreí y le di un beso, un beso despacito, suave, sus labios eran suaves aunque se sentía un poco la tensión en ellos, la seguí besando hasta que su cuerpo fue aflojando un poco, esa fue la señal para empezar a calentar las cosas.
Lo primero que hice fue acariciarle el rostro e ir bajando poquito a poco hasta llegar a sus pechos, eran una delicia, como me gustan pequeñitos, la tome de la cintura mientras la besaba y suavemente la acerque a mi tomándola de las nalgas en un movimiento rápido, todo esto mientras la besaba aún, seguí besando su cuello y fui bajando hasta sus pechos, con la mano derecha me deshice del cierre del brasier, ella me ayudo a quitarlo junto con una blusa de tirantes que llevaba, así tuve a disposición sus senos, eran hermosos, un pezón pequeñito y rosado que no me permitía dejarlo en paz, solo quería tenerlo en la boca, saborearlo y darle pequeños y muy suaves mordiscos que me encantan, continue con el resto del seno, los bese y los chupe todo lo que pude.
La tomé de las manos y la llevé a la cama caminando de espaldas mientras la besaba, por dicha era una corta distancia, al llegar al borde comencé a quitarle el pantalón, despacito para que no parecer ansioso. Primero solo le quite el pantalón, me encantó ver que su ropa interior estaba húmeda, eso me obligó a acostarla y bajar hasta restregar mi cara en su ropa interior húmeda. Para ese momento ella empezó a ayudar a quitarme la ropa, yo no podía dejar de besarle el cuerpo, su piel perfecta era un espectáculo digno de guardar en mi memoria para siempre, le quité el calzón solo para ver ese pequeño triangulo de paraíso, no me contuve, bajé e hice todo lo que me dio la gana, la bese, en los labios vaginales, en el clítoris, se lo chupe mientras la invadía con uno de mis dedos. Su aroma era embriagador(quería conservar ese aroma para el resto de mi vida), su sabor era una invitación a morir en ese lugar, lentamente saque los dedos de ella y me los metí a la boca, manjar de manjares.
Durante todo este tiempo solo escuchaba sus jadeos, cada uno de ellos solo hacia vibrar mis partes, la sangre llegaba a mi pene como si hubiera abandonado todo el resto del cuerpo, no podía más, subí poco a poco besando cada centímetro de su cuerpo hasta llegar a su boca, la besé, era una combinación de saliva y líquidos que solo me calentaba más, finalmente la penetre, la sensación de suavidad, de calor, de intimidad es la razón por la que se odia el condón, por dicha no fue necesario. Durante un buen tiempo solo supe de besos, sensaciones, de movimientos, de sonidos en mi oreja hasta que sentí como su cuerpo vibraba y supe que ella había llegado al climax, de mi parte todo esto era demasiado, demasiado bueno, no pude más, explote dentro de ella, esa sensación de llenarla no se compara con nada.
Los dos sudados, exhaustos nos dedicamos a besarnos de nuevo y al final nos acostamos uno al lado de otro con las piernas cruzadas entre ellas. Después de esto hubo una segunda vez donde todo pasó de nuevo.
Nos vestimos y la acompañé hasta su casa, había estado de lo mejor y lo único que nos dimos al final fue una sonrisa que se sentía a promesa de próximas veces.