¡Ay, Dios mío! Otro golpe certero a la confianza en el sistema bancario. Resulta que una señora se llevó una super torta de casi diez millones de colones por culpa de unos estafadores listos como zorro, y ahora el Tribunal Contencioso Administrativo y Civil de Hacienda le dijo que no le devolverían ni un buenito. ¡Imagínate la bronca!
La jugada pasó el año pasado, allá por enero, cuando la clienta demandó al Banco Nacional pidiendo que le regresaran los ¢9,5 millones que le birlaron por medio de una ingeniería social bien elaborada. Además, quería otros ¢19 millones por los disgustos y ¢29 millones extra por daño moral. ¡Un brete de plata estaba buscando!, pero lamentablemente para ella, el tribunal no le dio la razón.
Al parecer, la señora cayó en la trampa de unos farsantes que se hacían pasar por empleados del Hospital Clínica Católica, ofreciéndole un trabajo de ensueño. Primero la llamaron por teléfono, le hicieron una entrevista exprés y hasta le mandaron un contrato. Luego, la pusieron a llenar unos códigos y claves que, sin saberlo, le estaban abriendo la puerta a los ladrones para que vaciaran su cuenta. ¡Qué maquina! ¡Se fiaron a ciegas!
Lo que ratificó el tribunal es que los sistemas de seguridad del banco no tuvieron ninguna falla. Según la resolución, la responsable del daño fue la propia clienta, que no cuidó bien sus datos personales y le entregó la llave de su cuenta a los delincuentes. Un poco como dejarnos las llaves del carro echadas en la calle, ¿verdad?
Y aquí viene lo interesante. Según el abogado Andrés Bogarín Bustamante, especialista en Derecho de Consumo, este fallo muestra que los tribunales están afinando la manera en que se define la responsabilidad en estos casos de fraude informático. Parece ser que ahora exigen más educación digital a los ciudadanos y buscan equilibrar la protección del usuario con los límites legales y tecnológicos de los sistemas bancarios.
Aunque muchos señalan que los bancos privados suelen ser más flexibles para negociar acuerdos con las víctimas y evitar llegar a juicio, los bancos estatales, como el Banco Nacional, tienden a ser más rígidos. Así que, si te cae mal la situación, no esperes que te regalen el pastel. En Costa Rica, las cosas hay que ganárselas a pulso.
Sin embargo, no todo está perdido. Bogarín comenta que los tribunales también han obligado a los bancos a reforzar sus medidas de seguridad y mejorar sus sistemas para proteger a los usuarios. Aunque hasta ahora, no se ha probado que los sistemas sean vulnerables a ataques directos de hackers, sí se ha comprobado que la ingeniería social sigue siendo la herramienta preferida de los estafadores para engañar a los clientes.
Y hablando de educación financiera, parece que aún tenemos mucho camino por recorrer en nuestro país. El Estado debería ponerle empeño a esto, pues es fundamental que la gente esté consciente de los riesgos y sepa cómo protegerse de estos timadores. Entonces, les pregunto a ustedes: ¿creen que los bancos deberían asumir una mayor responsabilidad en estos casos de estafa, o la culpa recae únicamente en la falta de precaución del cliente?
La jugada pasó el año pasado, allá por enero, cuando la clienta demandó al Banco Nacional pidiendo que le regresaran los ¢9,5 millones que le birlaron por medio de una ingeniería social bien elaborada. Además, quería otros ¢19 millones por los disgustos y ¢29 millones extra por daño moral. ¡Un brete de plata estaba buscando!, pero lamentablemente para ella, el tribunal no le dio la razón.
Al parecer, la señora cayó en la trampa de unos farsantes que se hacían pasar por empleados del Hospital Clínica Católica, ofreciéndole un trabajo de ensueño. Primero la llamaron por teléfono, le hicieron una entrevista exprés y hasta le mandaron un contrato. Luego, la pusieron a llenar unos códigos y claves que, sin saberlo, le estaban abriendo la puerta a los ladrones para que vaciaran su cuenta. ¡Qué maquina! ¡Se fiaron a ciegas!
Lo que ratificó el tribunal es que los sistemas de seguridad del banco no tuvieron ninguna falla. Según la resolución, la responsable del daño fue la propia clienta, que no cuidó bien sus datos personales y le entregó la llave de su cuenta a los delincuentes. Un poco como dejarnos las llaves del carro echadas en la calle, ¿verdad?
Y aquí viene lo interesante. Según el abogado Andrés Bogarín Bustamante, especialista en Derecho de Consumo, este fallo muestra que los tribunales están afinando la manera en que se define la responsabilidad en estos casos de fraude informático. Parece ser que ahora exigen más educación digital a los ciudadanos y buscan equilibrar la protección del usuario con los límites legales y tecnológicos de los sistemas bancarios.
Aunque muchos señalan que los bancos privados suelen ser más flexibles para negociar acuerdos con las víctimas y evitar llegar a juicio, los bancos estatales, como el Banco Nacional, tienden a ser más rígidos. Así que, si te cae mal la situación, no esperes que te regalen el pastel. En Costa Rica, las cosas hay que ganárselas a pulso.
Sin embargo, no todo está perdido. Bogarín comenta que los tribunales también han obligado a los bancos a reforzar sus medidas de seguridad y mejorar sus sistemas para proteger a los usuarios. Aunque hasta ahora, no se ha probado que los sistemas sean vulnerables a ataques directos de hackers, sí se ha comprobado que la ingeniería social sigue siendo la herramienta preferida de los estafadores para engañar a los clientes.
Y hablando de educación financiera, parece que aún tenemos mucho camino por recorrer en nuestro país. El Estado debería ponerle empeño a esto, pues es fundamental que la gente esté consciente de los riesgos y sepa cómo protegerse de estos timadores. Entonces, les pregunto a ustedes: ¿creen que los bancos deberían asumir una mayor responsabilidad en estos casos de estafa, o la culpa recae únicamente en la falta de precaución del cliente?
