¡Paté! Ya estamos celebrando 77 años desde que Costa Rica le dijo adiós al ejército. Un día que la mayoría de los países ni se imaginan haber vivido, diay. Pero, ¿realmente entendemos la magnitud de lo que hicimos?
Si nos remontamos a 1948, la guerra civil recién terminada dejaba al país hecho trizas. La figura de José Figueres Ferrer era clave, liderando una visión radical: un país sin ejército era un país más seguro, un país que podía invertir sus recursos en educación, salud y bienestar social. Que atrevimiento, ¿eh?
Y así fue. En medio de festejos patrióticos y con una nación aún lamiéndose las heridas, el Congreso Nacional decretó la abolición del ejército. Una medida que en aquel entonces parecía sacada de un cuento de hadas, pero que hoy, más de siete décadas después, sigue vigente y dando que hablar.
Luis Guillermo Solís, nuestro exjefe de estado, no se quedó callado en estos días de celebración. Por sus redes sociales lanzó unas reflexiones que valen la pena analizar. Según él, la decisión de “Don Pepe” fue “lúcida” y un “ejemplo para el mundo”. No es poca cosa, chunche, considerando lo militarizados que están otros países por ahí.
¿Pero qué significa esto realmente para nosotros, los costarricenses? Significa que hemos priorizado la paz, la diplomacia y la inversión social por encima de armamento y conflictos bélicos. Significa que hemos apostado por una cultura de diálogo y respeto mutuo. Sí, tenemos nuestros problemas internos, claro que sí, pero a nivel mundial, somos un oasis de tranquilidad.
Algunos argumentan que en tiempos de incertidumbre global, deberíamos reconsiderar nuestra postura. Señalan amenazas externas y la necesidad de defendernos. Pero, ¿de quién nos estaríamos defendiendo, mae? ¿De países con ejércitos millonarios y tecnología punta? Yo creo que tenemos mejores herramientas para enfrentar esos desafíos, como la cooperación internacional y la solución pacífica de controversias.
La verdad es que Costa Rica ha demostrado que es posible construir un país próspero y seguro sin gastarle millones en armas. Hemos utilizado esos recursos para fortalecer nuestras instituciones, mejorar la calidad de vida de nuestra gente y promover la democracia en la región. Eso sí que es estar a cachete, camarada. Nos hemos ganado un lugar único en el concierto internacional.
Así que, mientras celebramos estos 77 años de desarme, me pregunto: ¿crees que Costa Rica podría mantener su política de neutralidad militar frente a los crecientes desafíos geopolíticos del siglo XXI, o sería prudente explorar opciones para reforzar nuestra seguridad nacional, manteniendo siempre la esencia de nuestra identidad pacifista? ¡Déjanos tus opiniones en los comentarios!
Si nos remontamos a 1948, la guerra civil recién terminada dejaba al país hecho trizas. La figura de José Figueres Ferrer era clave, liderando una visión radical: un país sin ejército era un país más seguro, un país que podía invertir sus recursos en educación, salud y bienestar social. Que atrevimiento, ¿eh?
Y así fue. En medio de festejos patrióticos y con una nación aún lamiéndose las heridas, el Congreso Nacional decretó la abolición del ejército. Una medida que en aquel entonces parecía sacada de un cuento de hadas, pero que hoy, más de siete décadas después, sigue vigente y dando que hablar.
Luis Guillermo Solís, nuestro exjefe de estado, no se quedó callado en estos días de celebración. Por sus redes sociales lanzó unas reflexiones que valen la pena analizar. Según él, la decisión de “Don Pepe” fue “lúcida” y un “ejemplo para el mundo”. No es poca cosa, chunche, considerando lo militarizados que están otros países por ahí.
¿Pero qué significa esto realmente para nosotros, los costarricenses? Significa que hemos priorizado la paz, la diplomacia y la inversión social por encima de armamento y conflictos bélicos. Significa que hemos apostado por una cultura de diálogo y respeto mutuo. Sí, tenemos nuestros problemas internos, claro que sí, pero a nivel mundial, somos un oasis de tranquilidad.
Algunos argumentan que en tiempos de incertidumbre global, deberíamos reconsiderar nuestra postura. Señalan amenazas externas y la necesidad de defendernos. Pero, ¿de quién nos estaríamos defendiendo, mae? ¿De países con ejércitos millonarios y tecnología punta? Yo creo que tenemos mejores herramientas para enfrentar esos desafíos, como la cooperación internacional y la solución pacífica de controversias.
La verdad es que Costa Rica ha demostrado que es posible construir un país próspero y seguro sin gastarle millones en armas. Hemos utilizado esos recursos para fortalecer nuestras instituciones, mejorar la calidad de vida de nuestra gente y promover la democracia en la región. Eso sí que es estar a cachete, camarada. Nos hemos ganado un lugar único en el concierto internacional.
Así que, mientras celebramos estos 77 años de desarme, me pregunto: ¿crees que Costa Rica podría mantener su política de neutralidad militar frente a los crecientes desafíos geopolíticos del siglo XXI, o sería prudente explorar opciones para reforzar nuestra seguridad nacional, manteniendo siempre la esencia de nuestra identidad pacifista? ¡Déjanos tus opiniones en los comentarios!