¡Aguanten! Resulta que unos inventores, con un mae encima –ese es Luke Maximo Bell– y su papá, Mike Bell, le dieron vuelta al mundo con un dron hecho acá mismo, en el sentido de que construyeron la mayoría de las partes ellos mismos. No piensen que estamos hablando de Silicon Valley, ¡esto salió de un garaje!
La movida es que este cuadricóptero, al que llamaron 'Peregreen 3', llegó al desierto de Al Qudra, en Dubái, y voló a una velocidad de ¡587.5 kilómetros por hora! Eso, mis panas, es un récord mundial certificado por Guinness. Para ponerlo en perspectiva, supera por bastante el récord anterior, que era de 347 km/h. ¡Una diferencia abismal, diay!
¿Cómo lo hicieron? Pues usando impresoras 3D, piezas que podían cambiar rapidito, y mucho ingenio. Lo más bacán es que pudieron ir modificando el diseño a medida que iban probando, solucionando problemas sobre la marcha. Algo bien tico, ¿eh? Aquí no nos andamos con rodeos, si algo no funciona lo arreglamos al toque.
Y no crean que fue fácil. Imagínense trabajar con hélices que giran tan rápido que apenas se ven, con baterías que tienen que dar energía constante sin explotar… Un brete, ¿verdad? Además, tuvieron que lidiar con el calorazo de Dubái, que puso a prueba los motores y la electrónica del dron. Se debilitaban los imanes, aparecían desequilibrios... ¡una torta!
Pero ahí sí que demostraron calidad tica. Cambiaron motores, imprimieron aletas para enfriar, pusieron software para protegerlos de picos de potencia. Hasta los patines de aterrizaje los reforzaron, porque caían más seguido de lo normal. Cada fracaso era aprendizaje, pura perseverancia pa’ romperla.
Mike, el papá de Luke, se encargó de monitorear todas las variables durante los vuelos –temperatura, voltaje, consumo energético– como si fuera un pit stop de Fórmula 1. Él es el encargado de que todo funcione a la perfección. Y Luke, bueno, él manejaba el dron, tomando decisiones a milésimas de segundo mientras su papá lo apoyaba desde la laptop. Una dupla imparable, ¡qué tuanis!
Ahora, esto va más allá de un simple récord. Nos demuestra que no hace falta tener millones de dólares ni laboratorios sofisticadísimos para innovar. Con creatividad, trabajo duro, y aprovechar la tecnología accesible, podemos hacer cosas increíbles. Esto, mis panas, es una motivación para todos esos maes que quieren construir sus propios proyectos.
El Peregreen 3 abrió debate sobre el futuro de los drones. Pensemos en el transporte de emergencia, operaciones militares, entrega rápida de paquetes... Las posibilidades son infinitas. Así que, díganme, ¿creen que veremos drones volando por nuestras calles en un futuro cercano? ¿Y qué tipo de regulaciones creen que se deberían implementar para garantizar la seguridad?
La movida es que este cuadricóptero, al que llamaron 'Peregreen 3', llegó al desierto de Al Qudra, en Dubái, y voló a una velocidad de ¡587.5 kilómetros por hora! Eso, mis panas, es un récord mundial certificado por Guinness. Para ponerlo en perspectiva, supera por bastante el récord anterior, que era de 347 km/h. ¡Una diferencia abismal, diay!
¿Cómo lo hicieron? Pues usando impresoras 3D, piezas que podían cambiar rapidito, y mucho ingenio. Lo más bacán es que pudieron ir modificando el diseño a medida que iban probando, solucionando problemas sobre la marcha. Algo bien tico, ¿eh? Aquí no nos andamos con rodeos, si algo no funciona lo arreglamos al toque.
Y no crean que fue fácil. Imagínense trabajar con hélices que giran tan rápido que apenas se ven, con baterías que tienen que dar energía constante sin explotar… Un brete, ¿verdad? Además, tuvieron que lidiar con el calorazo de Dubái, que puso a prueba los motores y la electrónica del dron. Se debilitaban los imanes, aparecían desequilibrios... ¡una torta!
Pero ahí sí que demostraron calidad tica. Cambiaron motores, imprimieron aletas para enfriar, pusieron software para protegerlos de picos de potencia. Hasta los patines de aterrizaje los reforzaron, porque caían más seguido de lo normal. Cada fracaso era aprendizaje, pura perseverancia pa’ romperla.
Mike, el papá de Luke, se encargó de monitorear todas las variables durante los vuelos –temperatura, voltaje, consumo energético– como si fuera un pit stop de Fórmula 1. Él es el encargado de que todo funcione a la perfección. Y Luke, bueno, él manejaba el dron, tomando decisiones a milésimas de segundo mientras su papá lo apoyaba desde la laptop. Una dupla imparable, ¡qué tuanis!
Ahora, esto va más allá de un simple récord. Nos demuestra que no hace falta tener millones de dólares ni laboratorios sofisticadísimos para innovar. Con creatividad, trabajo duro, y aprovechar la tecnología accesible, podemos hacer cosas increíbles. Esto, mis panas, es una motivación para todos esos maes que quieren construir sus propios proyectos.
El Peregreen 3 abrió debate sobre el futuro de los drones. Pensemos en el transporte de emergencia, operaciones militares, entrega rápida de paquetes... Las posibilidades son infinitas. Así que, díganme, ¿creen que veremos drones volando por nuestras calles en un futuro cercano? ¿Y qué tipo de regulaciones creen que se deberían implementar para garantizar la seguridad?
