¡Ay, diay! La música folclórica costarricense está de luto. Este lunes nos dejó don Cabis Calderón, el patriarca del Mariachi Calderón, banda que alegró nuestras fiestas y reuniones familiares por más de tres décadas. A sus 81 años, un hombre que le puso sabor a nuestra tierra nos dice adiós, dejándonos un vacío enorme en el corazón y una herencia musical invaluable.
La noticia llegó como un balde de agua fría para muchos. Fuentes cercanas a la familia confirmaron su fallecimiento, tras complicaciones médicas que lo tuvieron internado en un centro hospitalario. En las últimas horas, varios artistas y medios comenzaron a reportar sobre su delicado estado de salud, generando una ola de preocupación entre sus seguidores y admiradores. Parece que la vida, a veces, te da unos salados inesperados.
Para entender la magnitud de esta pérdida, hay que remontarse a más de medio siglo atrás, cuando Cabis comenzó su camino en la música. Su primer gran paso fue formando parte del Trío Hermanos Calderón, donde ya mostraba su talento vocal y su pasión por la música ranchera. Pero fue en 1989, junto a sus hermanos y un sobrino, cuando nació el Mariachi Hermanos Calderón, que posteriormente evolucionaría hasta convertirse en el Mariachi de Calderón, nombre bajo el cual se hizo aún más famoso y querido en todo el país.
Y vaya que lo lograron. Con 36 años de trayectoria, el Mariachi de Calderón se convirtió en sinónimo de calidad y tradición. Sus presentaciones eran un espectáculo vibrante, lleno de alegría y emoción, donde la nostalgia del rancho se mezclaba con la energía del presente. Recuerdo haberlos visto en la feria de San José, ¡qué carga de gente! Todos cantando a todo pulmón las canciones clásicas.
Don Cabis era más que un simple músico; era un embajador de la cultura costarricense. Su música trascendió generaciones, llegando a hogares de todas las clases sociales. El mariachi, con él a la cabeza, siempre estuvo presente en bodas, quinceañeras, bautizos y cualquier celebración familiar que se respete. Era casi obligatorio tenerlos contratados, ¡una verdadera vara para levantar el ánimo!
Además de su talento innato, Cabis destacaba por su humildad y sencillez. Siempre dispuesto a compartir su conocimiento y experiencia con jóvenes músicos, fomentando así la continuidad de la tradición ranchera en Costa Rica. Se puede decir que sembró semillas de talento que florecerán por mucho tiempo. De hecho, cada concierto del Mariachi de Calderón era una clase magistral de folklore y sentimiento tico.
La partida de don Cabis deja una huella imborrable en la escena musical nacional. Su legado perdurará a través de sus canciones, recordándonos siempre la riqueza y diversidad de nuestra cultura. Que ahora encuentre paz eterna en compañía de aquellos que también amaron la música y dejaron su propia impronta en nuestro país. ¡Qué tuanis el recuerdo de su música! Una voz que resonará siempre en nuestros corazones, un verdadero ícono de la música ranchera costarricense.
Este es un momento para honrar su memoria y celebrar su vida. Pero me pregunto: ¿Cómo creen que podemos, como sociedad, asegurar que tradiciones como la música ranchera, tan arraigada en nuestra identidad, continúen prosperando y transmitiéndose a las nuevas generaciones?
La noticia llegó como un balde de agua fría para muchos. Fuentes cercanas a la familia confirmaron su fallecimiento, tras complicaciones médicas que lo tuvieron internado en un centro hospitalario. En las últimas horas, varios artistas y medios comenzaron a reportar sobre su delicado estado de salud, generando una ola de preocupación entre sus seguidores y admiradores. Parece que la vida, a veces, te da unos salados inesperados.
Para entender la magnitud de esta pérdida, hay que remontarse a más de medio siglo atrás, cuando Cabis comenzó su camino en la música. Su primer gran paso fue formando parte del Trío Hermanos Calderón, donde ya mostraba su talento vocal y su pasión por la música ranchera. Pero fue en 1989, junto a sus hermanos y un sobrino, cuando nació el Mariachi Hermanos Calderón, que posteriormente evolucionaría hasta convertirse en el Mariachi de Calderón, nombre bajo el cual se hizo aún más famoso y querido en todo el país.
Y vaya que lo lograron. Con 36 años de trayectoria, el Mariachi de Calderón se convirtió en sinónimo de calidad y tradición. Sus presentaciones eran un espectáculo vibrante, lleno de alegría y emoción, donde la nostalgia del rancho se mezclaba con la energía del presente. Recuerdo haberlos visto en la feria de San José, ¡qué carga de gente! Todos cantando a todo pulmón las canciones clásicas.
Don Cabis era más que un simple músico; era un embajador de la cultura costarricense. Su música trascendió generaciones, llegando a hogares de todas las clases sociales. El mariachi, con él a la cabeza, siempre estuvo presente en bodas, quinceañeras, bautizos y cualquier celebración familiar que se respete. Era casi obligatorio tenerlos contratados, ¡una verdadera vara para levantar el ánimo!
Además de su talento innato, Cabis destacaba por su humildad y sencillez. Siempre dispuesto a compartir su conocimiento y experiencia con jóvenes músicos, fomentando así la continuidad de la tradición ranchera en Costa Rica. Se puede decir que sembró semillas de talento que florecerán por mucho tiempo. De hecho, cada concierto del Mariachi de Calderón era una clase magistral de folklore y sentimiento tico.
La partida de don Cabis deja una huella imborrable en la escena musical nacional. Su legado perdurará a través de sus canciones, recordándonos siempre la riqueza y diversidad de nuestra cultura. Que ahora encuentre paz eterna en compañía de aquellos que también amaron la música y dejaron su propia impronta en nuestro país. ¡Qué tuanis el recuerdo de su música! Una voz que resonará siempre en nuestros corazones, un verdadero ícono de la música ranchera costarricense.
Este es un momento para honrar su memoria y celebrar su vida. Pero me pregunto: ¿Cómo creen que podemos, como sociedad, asegurar que tradiciones como la música ranchera, tan arraigada en nuestra identidad, continúen prosperando y transmitiéndose a las nuevas generaciones?