¡Ay, qué pena, pura vida! La noticia cayó como balde de agua fría ayer por la tarde: falleció don Carlos Alvarado Valverde, una pieza clave en la seguridad de nuestro país. Este señor, que le metió hasta donde los buitres no alcanzan al Servicio Nacional de Guardacostas, al Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD) y al Ministerio de Seguridad Pública, dejó este mundo dejando un vacío enorme en el sector.
Don Carlos, como lo conocían muchos, llevaba décadas dedicado a proteger nuestras costas y combatir el narcotráfico. No era un mero funcionario, ¡era un pana! Un hombre de mar, curtido por el sol y el brete de cuidar que las aguas tranquilas de Costa Rica no se turbiaran con actividades ilícitas. Su trayectoria está llena de ascensos y responsabilidades, desde puestos operativos hasta dirigir unidades importantes dentro del Guardacostas. Era de esos señores que se fajaban el cinturón y daban el ancho, con toda la responsabilidad del caso.
Como Director General del ICD, don Carlos lideró esfuerzos cruciales en la lucha contra las drogas, implementando estrategias innovadoras y coordinando acciones con otras instituciones nacionales e internacionales. Se dice que su visión era clara: atacar el problema desde la raíz, no solo persiguiendo a los peces pequeños. Muchos recuerdan sus discursos firmes, donde enfatizaba la importancia de la prevención y la rehabilitación, buscando soluciones integrales para este flagelo que nos afecta a todos. Que buena vara tenía para ponerle pa’ encima a los problemas.
Durante su tiempo en el Guardacostas, contribuyó significativamente al fortalecimiento de la vigilancia marítima y al control de las fronteras. Implementó nuevos equipos tecnológicos, capacitó personal y mejoró los protocolos de actuación ante emergencias. Gracias a su gestión, las operaciones de interdicción de droga y rescate de personas en peligro se volvieron más eficientes y seguras. En fin, un verdadero líder y ejemplo a seguir para las nuevas generaciones de guardacostas, esos jóvenes que ahora vienen con ganas de hacer las cosas bien.
En el comunicado oficial, Seguridad Pública expresó su profundo pesar y reconoció el invaluable servicio, la disciplina y el compromiso demostrado por don Carlos a lo largo de su carrera. “Su recuerdo permanecerá en nuestros corazones”, aseguraron. También enviaron un mensaje de solidaridad a sus familiares y amigos, quienes seguramente están pasando por momentos muy difíciles. ¡Pura vida para ellos!
Más allá de los títulos y cargos que ostentó, don Carlos era conocido por su sencillez, humildad y trato amable. Sus colegas lo describen como un hombre íntegro, honesto y siempre dispuesto a ayudar. Siempre lo recordaremos por su dedicación incansable al servicio público y por su pasión por proteger nuestra nación. Este tipo se ganaba a cualquiera con su sola presencia, pues transmitía confianza y respeto.
La pérdida de don Carlos es un duro golpe para la comunidad de seguridad pública, especialmente para aquellos que tuvieron la oportunidad de trabajar codo a codo con él. Su legado perdurará en las instituciones que dirigió y en las políticas que impulsó, sirviendo de inspiración para futuros líderes. Era un mae que ponía todo su empeño en el brete, así se le hacía saber. Un ejemplo de cómo servir a la patria con honor y patriotismo, eso sí, ¡con mucho sudor y sacrificio!
Ahora, pensando en todo esto, me pregunto: ¿Cómo podemos honrar verdaderamente el legado de don Carlos Alvarado Valverde y asegurar que su trabajo continúe dando frutos en la lucha por una Costa Rica más segura y justa?
Don Carlos, como lo conocían muchos, llevaba décadas dedicado a proteger nuestras costas y combatir el narcotráfico. No era un mero funcionario, ¡era un pana! Un hombre de mar, curtido por el sol y el brete de cuidar que las aguas tranquilas de Costa Rica no se turbiaran con actividades ilícitas. Su trayectoria está llena de ascensos y responsabilidades, desde puestos operativos hasta dirigir unidades importantes dentro del Guardacostas. Era de esos señores que se fajaban el cinturón y daban el ancho, con toda la responsabilidad del caso.
Como Director General del ICD, don Carlos lideró esfuerzos cruciales en la lucha contra las drogas, implementando estrategias innovadoras y coordinando acciones con otras instituciones nacionales e internacionales. Se dice que su visión era clara: atacar el problema desde la raíz, no solo persiguiendo a los peces pequeños. Muchos recuerdan sus discursos firmes, donde enfatizaba la importancia de la prevención y la rehabilitación, buscando soluciones integrales para este flagelo que nos afecta a todos. Que buena vara tenía para ponerle pa’ encima a los problemas.
Durante su tiempo en el Guardacostas, contribuyó significativamente al fortalecimiento de la vigilancia marítima y al control de las fronteras. Implementó nuevos equipos tecnológicos, capacitó personal y mejoró los protocolos de actuación ante emergencias. Gracias a su gestión, las operaciones de interdicción de droga y rescate de personas en peligro se volvieron más eficientes y seguras. En fin, un verdadero líder y ejemplo a seguir para las nuevas generaciones de guardacostas, esos jóvenes que ahora vienen con ganas de hacer las cosas bien.
En el comunicado oficial, Seguridad Pública expresó su profundo pesar y reconoció el invaluable servicio, la disciplina y el compromiso demostrado por don Carlos a lo largo de su carrera. “Su recuerdo permanecerá en nuestros corazones”, aseguraron. También enviaron un mensaje de solidaridad a sus familiares y amigos, quienes seguramente están pasando por momentos muy difíciles. ¡Pura vida para ellos!
Más allá de los títulos y cargos que ostentó, don Carlos era conocido por su sencillez, humildad y trato amable. Sus colegas lo describen como un hombre íntegro, honesto y siempre dispuesto a ayudar. Siempre lo recordaremos por su dedicación incansable al servicio público y por su pasión por proteger nuestra nación. Este tipo se ganaba a cualquiera con su sola presencia, pues transmitía confianza y respeto.
La pérdida de don Carlos es un duro golpe para la comunidad de seguridad pública, especialmente para aquellos que tuvieron la oportunidad de trabajar codo a codo con él. Su legado perdurará en las instituciones que dirigió y en las políticas que impulsó, sirviendo de inspiración para futuros líderes. Era un mae que ponía todo su empeño en el brete, así se le hacía saber. Un ejemplo de cómo servir a la patria con honor y patriotismo, eso sí, ¡con mucho sudor y sacrificio!
Ahora, pensando en todo esto, me pregunto: ¿Cómo podemos honrar verdaderamente el legado de don Carlos Alvarado Valverde y asegurar que su trabajo continúe dando frutos en la lucha por una Costa Rica más segura y justa?
