¡Ay, Dios mío! Quién lo iba a decir, que el Sol, esa bolita amarilla que nos da calorcito, nos iba a regañar así. Resulta que tuvimos una tormenta solar de esas bien chingonas, una 'tormenta caníbal' como la están llamando los gringos, que dejó a medio mundo boquiabierto mirando auroras boreales hasta en lugares donde nunca las habían visto. Por acá, bueno, seguimos igual, echándole candela, pero la cosa anduvo movida a nivel global, ¿eh?
Según dicen los científicos, que ya saben, siempre tienen una explicación pa’ todo, esto empezó con unas explosiones solares de campeonato, incluyendo una llamarada de clase X5.1 –digamos que fue como si el Sol se hubiera mandado un petardo gigante– que mandó al espacio unas nubes de plasma a velocidad supersónica. Imagínate, eso es más rápido que mi abuela corriendo al supermercado cuando hay ofertas de piña.
Pero la verdadera bronca fue cuando esas nubes chocaron entre ellas. Como cuando te encuentras con un montón de gente que te cae mal en el mismo lugar, ¡qué tremenda vaina! Al parecer, una nube más rápida alcanzó a otra más lenta y se juntaron, creando una ola de energía que llegó a darle duro a la Tierra. Dicen que esto es como una ‘tormenta caníbal’ porque se comen unas a otras, ¡qué metáfora más macabra!
Y aquí viene lo bueno, ¿quién sufrió? Pues casi todos. El Servicio Geológico Británico, esos ingleses que siempre andan alertas, elevaron la alarma al máximo nivel (G5), avisando que podían haber problemas con satélites, redes eléctricas e incluso el GPS. Algunos países ya sintieron el pinchazo: señales de GPS perdiendo la marea, comunicaciones de radio interrumpiéndose… un bajón, vamos.
Ahora, no se me asusten, que la atmósfera de la Tierra funciona como un escudo, así que no nos cayó encima ningún rayo cósmico. Pero las máquinas modernas, esas que tanto amamos y odiamos, sí son susceptibles. Un empujón eléctrico potente puede hacerles cosquillas, digamos, o directamente arruinarles la fiesta. Piensen en los aviones, las telecomunicaciones… ¡todo conectado!
Por allá en México, los de la UNAM, tranquilos, dijeron que no tenemos riesgo grave por acá, pero siguen vigilantes con sus aparatos y coordinándose con los gringos y europeos. Nosotros, aquí en Costa Rica, pues viendo las fotos de esas auroras preciosas que pintaron el cielo en otros lados, y preguntándonos qué demonios estará pasando ahí arriba.
Lo más bonito de todo, sin duda, fueron las auroras. ¡Imagínate ver el cielo de color verde, morado y rojo! Pinturriñas que ni Picasso. Gente en Hungría, Inglaterra, Canadá, ¡hasta en Estados Unidos!, se quedó pasmada mirándolo. Aquí nosotros nos perdimos la onda, pero bueno, al menos no tuvimos apagones, ¿no?
Este rollo del clima espacial está tomando fuerza, y parece que la ESA va a lanzar una misión especial en 2031, llamada Vigil, para estar pegaditos al Sol y predecir estas cosas con más precisión. Ya veremos si logran domar al astro rey, que a veces se porta muy rebelde. Ahora dime, ¿crees que deberíamos empezar a prepararnos para la próxima 'tormenta caníbal', o es solo paranoia y podemos seguir relajados con nuestros celulares y nuestro internet?
Según dicen los científicos, que ya saben, siempre tienen una explicación pa’ todo, esto empezó con unas explosiones solares de campeonato, incluyendo una llamarada de clase X5.1 –digamos que fue como si el Sol se hubiera mandado un petardo gigante– que mandó al espacio unas nubes de plasma a velocidad supersónica. Imagínate, eso es más rápido que mi abuela corriendo al supermercado cuando hay ofertas de piña.
Pero la verdadera bronca fue cuando esas nubes chocaron entre ellas. Como cuando te encuentras con un montón de gente que te cae mal en el mismo lugar, ¡qué tremenda vaina! Al parecer, una nube más rápida alcanzó a otra más lenta y se juntaron, creando una ola de energía que llegó a darle duro a la Tierra. Dicen que esto es como una ‘tormenta caníbal’ porque se comen unas a otras, ¡qué metáfora más macabra!
Y aquí viene lo bueno, ¿quién sufrió? Pues casi todos. El Servicio Geológico Británico, esos ingleses que siempre andan alertas, elevaron la alarma al máximo nivel (G5), avisando que podían haber problemas con satélites, redes eléctricas e incluso el GPS. Algunos países ya sintieron el pinchazo: señales de GPS perdiendo la marea, comunicaciones de radio interrumpiéndose… un bajón, vamos.
Ahora, no se me asusten, que la atmósfera de la Tierra funciona como un escudo, así que no nos cayó encima ningún rayo cósmico. Pero las máquinas modernas, esas que tanto amamos y odiamos, sí son susceptibles. Un empujón eléctrico potente puede hacerles cosquillas, digamos, o directamente arruinarles la fiesta. Piensen en los aviones, las telecomunicaciones… ¡todo conectado!
Por allá en México, los de la UNAM, tranquilos, dijeron que no tenemos riesgo grave por acá, pero siguen vigilantes con sus aparatos y coordinándose con los gringos y europeos. Nosotros, aquí en Costa Rica, pues viendo las fotos de esas auroras preciosas que pintaron el cielo en otros lados, y preguntándonos qué demonios estará pasando ahí arriba.
Lo más bonito de todo, sin duda, fueron las auroras. ¡Imagínate ver el cielo de color verde, morado y rojo! Pinturriñas que ni Picasso. Gente en Hungría, Inglaterra, Canadá, ¡hasta en Estados Unidos!, se quedó pasmada mirándolo. Aquí nosotros nos perdimos la onda, pero bueno, al menos no tuvimos apagones, ¿no?
Este rollo del clima espacial está tomando fuerza, y parece que la ESA va a lanzar una misión especial en 2031, llamada Vigil, para estar pegaditos al Sol y predecir estas cosas con más precisión. Ya veremos si logran domar al astro rey, que a veces se porta muy rebelde. Ahora dime, ¿crees que deberíamos empezar a prepararnos para la próxima 'tormenta caníbal', o es solo paranoia y podemos seguir relajados con nuestros celulares y nuestro internet?