¡Ay, Dios mío, qué bochornosa historia! Resulta que los judiciales agarraron a dos sujetos, de apellidos Fuentes y Flores, y les cayeron directo 30 años de prisión por el atentado contra Don Raúl Talavera, el joyero de Liberia. Parece que esto del hampa no tiene remedio, ¿verdad?
Todo empezó un martes cualquiera, el 22 de julio del año pasado. Estos dos personajes entraron al negocio de Don Raúl con malas intenciones, buscando rápido la ganancia fácil. Pero, como dice el dicho, “quien mucho abusa, poco dura”, porque la cosa se salió de madre y terminaron echándole las manos encima al pobre señor.
Según la información que cayó, los sospechosos le soltaron plomo a Don Raúl, de 57 años, como si fueran locos. Imagínate el susto que se llevó el hombre, tratando de defenderse con una herramienta que tenía a mano. No dieron tregua, ni siquiera para que el tipo respirara tranquilo. ¡De verdad, qué poca moral!
Pero acá viene lo interesante, mae. Parece que estos vándalos tenían un plan bien rebuscado. Uno de ellos, Fuentes, andaba moviendo un paquete por encargue de unos fulanos que se hacían pasar por repartidores. ¡Imagínate el teatro! Querian entrar sigilosamente, sin levantar sospechas. Pero bueno, las cosas no siempre salen como uno quiere.
Los otros dos cómplices llegaron cabalgando en moto, disfrazados de mensajeros de comida. ¡Una osadía! Entraron al local con las armas al hombro y empezaron a armar patatús. Amenazaron a Don Raúl y, cuando él reaccionó, ¡le vaciaron el cargador! Un atropello tremendo, sin respetar a nadie.
Después de atracar la joyería, llevándose un montón de joyas y relojes, estos maleantes escaparon como alma que lleva diablo. Pero la policía, que anda con lupa, no tardó en seguirlos. Menos de un mes después, los agarraron en cuatro allanamientos diferentes. ¡Así se hace, judiciales! Que no se piensen que pueden andar haciendo zancadas por ahí.
El caso sacudió a toda la provincia de Guanacaste, porque pasó a plena luz del día, cerca de las doce de la mañana. Las cámaras de seguridad grabaron todo, así que no tuvieron escapatoria. Aunque lamentablemente, otro hombre, de apellido Castro, que también participó en el robo, nunca llegó a enfrentar la justicia. Algo que da mucho que pensar, ¿no creen?
Y ahora, aquí está la pregunta para todos ustedes, mis queridos lectores del Foro: ¿Hasta cuándo vamos a permitir que este tipo de delincuencia siga afectando nuestras comunidades? ¿Qué medidas cree usted que debería tomar el gobierno para combatir el creciente índice de robos y asaltos en Costa Rica y hacer que estos malos paguen por sus crímenes?
Todo empezó un martes cualquiera, el 22 de julio del año pasado. Estos dos personajes entraron al negocio de Don Raúl con malas intenciones, buscando rápido la ganancia fácil. Pero, como dice el dicho, “quien mucho abusa, poco dura”, porque la cosa se salió de madre y terminaron echándole las manos encima al pobre señor.
Según la información que cayó, los sospechosos le soltaron plomo a Don Raúl, de 57 años, como si fueran locos. Imagínate el susto que se llevó el hombre, tratando de defenderse con una herramienta que tenía a mano. No dieron tregua, ni siquiera para que el tipo respirara tranquilo. ¡De verdad, qué poca moral!
Pero acá viene lo interesante, mae. Parece que estos vándalos tenían un plan bien rebuscado. Uno de ellos, Fuentes, andaba moviendo un paquete por encargue de unos fulanos que se hacían pasar por repartidores. ¡Imagínate el teatro! Querian entrar sigilosamente, sin levantar sospechas. Pero bueno, las cosas no siempre salen como uno quiere.
Los otros dos cómplices llegaron cabalgando en moto, disfrazados de mensajeros de comida. ¡Una osadía! Entraron al local con las armas al hombro y empezaron a armar patatús. Amenazaron a Don Raúl y, cuando él reaccionó, ¡le vaciaron el cargador! Un atropello tremendo, sin respetar a nadie.
Después de atracar la joyería, llevándose un montón de joyas y relojes, estos maleantes escaparon como alma que lleva diablo. Pero la policía, que anda con lupa, no tardó en seguirlos. Menos de un mes después, los agarraron en cuatro allanamientos diferentes. ¡Así se hace, judiciales! Que no se piensen que pueden andar haciendo zancadas por ahí.
El caso sacudió a toda la provincia de Guanacaste, porque pasó a plena luz del día, cerca de las doce de la mañana. Las cámaras de seguridad grabaron todo, así que no tuvieron escapatoria. Aunque lamentablemente, otro hombre, de apellido Castro, que también participó en el robo, nunca llegó a enfrentar la justicia. Algo que da mucho que pensar, ¿no creen?
Y ahora, aquí está la pregunta para todos ustedes, mis queridos lectores del Foro: ¿Hasta cuándo vamos a permitir que este tipo de delincuencia siga afectando nuestras comunidades? ¿Qué medidas cree usted que debería tomar el gobierno para combatir el creciente índice de robos y asaltos en Costa Rica y hacer que estos malos paguen por sus crímenes?
